De aire juvenil, frontal, de ideas liberales y políticamente incorrecto, marcó medio siglo.
Octubre golpeó tres veces a las puertas del Dr. Jorge Batlle. Nació el 25 de octubre de 1927; la misma fecha que eligió, en 1972, para denunciar un complot militar en su contra, que lo llevó a la cárcel; y ayer lo golpeó definitivamente, en vísperas de su cumpleaños 89.
"Es muy factible que algún curioso investigador del siglo XXIII empeñado en estudiar el pasado de América Latina tropiece con un dato asombroso: en un pequeño país llamado Uruguay, durante más de 130 años se repite con obstinación un apellido ejerciendo el poder". Así comenzaba en abril de 2000 el diario argentino La Nación un informe sobre "La saga de los Batlle" en Uruguay.
"Este mérito no es menor, sino único en la historia. Ni los Kennedy en Estados Unidos, ni los Gandhi en la India lograron algo similar", agregaba el diario.
Jorge Batlle Ibáñez fue el último de su estirpe: hijo de presidente, sobrino nieto de presidente y bisnieto de presidente.
"Cuando nací mi padre le preguntó muy asustado al médico: Dígame la verdad: ¿es normal?", contó una vez.
Sí, era normal, pero diferente a cualquiera de su generación. En muchos aspectos un adelantado a su tiempo.
Esa enorme mochila política lo llevó a vivir un temprano exilio argentino, cuando su padre, Luis Batlle Berres, fue expulsado por la dictadura de Gabriel Terra en 1933.
"Imaginen que vivíamos todos juntos en una pieza. ¡Qué vamos a tener recuerdos tristes!", dijo de esa época.
Fue diputado, senador y cinco veces candidato a la Presidencia. También fue convencional del Partido Colorado por Tacuarembó, la ciudad donde sufrió el episodio que derivó en fatalidad. Pero, ante todo, fue un sano provocador que hizo su revolución disparando ideas.
Su ingreso al Parlamento como diputado de la lista 15 coincide con la salida del Partido Colorado del gobierno luego de casi un siglo. Era el año 1958.
A partir de ahí surge el político que las generaciones siguientes conocieron: aire juvenil, inteligente, informal, frontal, liberal en lo económico y políticamente incorrecto.
Incluso supo perder elecciones por eso. "Lo que pasa es que no sé disimular ni me preocupa disimular. Si estoy enojado salgo enojado y si estoy triste salgo triste. Se me nota todo. Si lo que me dicen está bien o está mal se me nota. La familia Batlle es emotiva y llorona, y eso también se me nota", decía.
Su primera candidatura presidencial fue en 1966, pero perdió ante la fórmula Óscar Gestido-Jorge Pacheco. Sin embargo, Batlle obtuvo en esa elección una victoria: la reforma de la Constitución impulsada por él que eliminaba el Consejo Nacional de Gobierno y restauraba el presidencialismo. De alguna manera fue su primera revisión de ese pasado que había heredado de sus mayores.
En 1968 vivió uno de los episodios que lo marcó a fuego. Fue acusado de haberse beneficiado de información calificada sobre una inminente devaluación. La "infidencia" fue investigada por la Justicia pero nunca comprobada. Por este caso se batió a duelo con su correligionario Manuel Flores Mora.
El 25 de octubre de 1972, el día de su cumpleaños 45, Batlle denunció que un grupo de militares realizaba averiguaciones ilegales sobre presunta corrupción política, y que él era uno de sus objetivos. En las paredes de Montevideo aparecieron pintadas con la leyenda: "J. Batlle al submarino".
En ese clima fue procesado por la justicia militar por el delito de "ataque a la fuerza moral del Ejército" y permaneció dos meses en prisión. "Por primera vez en cien años alguien va preso por esa olvidada norma penal", recuerda Julio María Sanguinetti en su libro La Agonía de la Democracia.
Luego vino el golpe de Estado de 1973, con las proscripciones y el cierre de medios, entre ellos el diario Acción que dirigía. Pero como muchos opositores al régimen, Batlle nunca dejó de hacer política. Integró la dirección clandestina del Partido Colorado, apoyó el No en el plebiscito de 1980, respaldó a Sanguinetti en las internas de 1982 y fue el ideólogo del acto en el Obelisco en noviembre de 1983. También apoyó el acuerdo del Club Naval y en las elecciones de 1984, que consagraron la fórmula Sanguinetti-Enrique Tarigo, fue electo senador.
A Batlle siempre le sentaron bien las internas, pese a que los antecedentes no le habían sido favorables. Había sido candidato en 1966 y 1971, los militares se lo impidieron en 1984, así que volvió a intentarlo en 1989. Pero Sanguinetti tenía otros planes: que el candidato del batllismo fuera Tarigo. Esto no lo podía aceptar Batlle, que en el programa Hablemos de canal 10, que conducía Jorge Traverso, lanzó una de sus frases más célebre: confesó que se sentía como si le hubieran "arrancado un brazo sin anestesia". El episodio distanció a los dos líderes colorados. Batlle ganó la interna, pero perdió ante el nacionalista Luis Alberto Lacalle.
En 1994 volvió a intentarlo por cuarta vez sin éxito, en las elecciones que le dieron la segunda presidencia a Sanguinetti. Fue la campaña del "Batlle te canta la justa".
En ese período respaldó otra reforma constitucional, la que introdujo la candidatura única por partido, el sistema de balotaje y las elecciones municipales separadas de las nacionales. Y fue gracias a esa reforma que gana la Presidencia en el balotaje de 1999 ante el frenteamplista Tabaré Vázquez. Había llegado, 33 años después de su primer intento.
Comenzaba un nuevo milenio y Batlle venía con grandes ideas. Pero llegaron las plagas y todo cambió. Propuso lo del "estado del alma" pero el Uruguay todavía lo sigue buscando, y la crisis del 2002 le frenó otros planes. Igual capitaneó el barco hasta sacarlo de la tormenta.
De ese período son algunas de sus frases recientes que más se recuerdan, como el "We are fantastic" o la que pronunció, sin advertir que estaba siendo grabado, sobre los políticos argentinos a los que calificó como "una manga de ladrones, del primero al último".
En estos años Batlle ha sido uno de los más feroces críticos de los gobiernos del Frente Amplio. En particular de José Mujica —"el peor presidente desde 1830"—. Y arriesgando pronósticos políticos como lo hizo toda su vida, lanzó: "Mujica le va a hacer perder la elección al Frente Amplio en 2019".
Batlle y el “triángulo esencial” a resolver
Jorge Batlle no le temía a la muerte, al menos eso decía.
“A esta altura de la vida, con 88 años de edad, he pasado por todos los episodios a los cuales se puede llegar. (…) He tenido miedo, sí, pero no por mí, sino por mis hijos chicos cuando querían secuestrarlos. Creo que ese fue mi mayor susto, que me llevó a hacer cosas muy duras”, contó en una entrevista con el portal Telescopio en octubre de 2015 recordando los años de plomo. Pero no abundó en detalles. Solo dijo cómo le hubiera gustado morir: “Como mi madre, ella se acostó a dormir una siesta y no se despertó nunca”.
“Mi mayor virtud es decir las cosas que me salen del estómago sin pensar si me van a hacer daño; digo lo que siento”, señalaba. Y en ese sentido, dejó una lista de tareas: “Hay un triángulo esencial de la vida del país que tiene que resolverse lo más rápido posible. Primero, el Uruguay tiene que abrirse e integrar todos los acuerdos regionales de intercambio que hay en marcha. La segunda cosa es modificar la educación, no puede seguir como está, que es un desastre. Primaria es la peor, no Secundaria. Y finalmente hay que tener energía barata, y la energía barata no es la eólica, es la nuclear”. Así pensaba.
JORGE BATLLE 1927-2016CARLOS RÍOS