Las personalidades de Tabaré Vázquez y José Mujica son antagónicas y no hay nadie en el Uruguay que lo desconozca. El primer día como presidente, Vázquez fue, tal vez, el ejemplo más acabado del cambio que experimentará la conducción del Poder Ejecutivo desde hoy y en comparación con los últimos cinco años.
Vázquez, al jurar ante la Asamblea General respetó a la Constitución y la ley cuando eran las 10:28 horas, dejó claro que en su mandato no habrá espacio para las conductas folklóricas, la improvisación, el lunfardo o el histrionismo. "Las naciones necesitan presidentes para la foto, con cara de estatua", dijo Mujica a El País hace unos días para excusarse por su impronta, alejada del protocolo y la liturgia que rodea la institución presidencial. Fue esa forma de ser la que trajo a Uruguay a medios de todo el planeta, curiosos por conocer a ese presidente que se hizo famoso como "el más pobre del mundo". Ese perfil también fue un sello distintivo de su gestión, caracterizada por instalar sucesivos debates pero huérfana de concreciones y planificación.
Vázquez, en cambio, a cada paso deja ver que en su concepción de la gestión pública nada queda librado al azar y las discusiones interminables o los cambios sobre la marcha no tienen cabida.
La ceremonia en sí misma, sobria, planificada hasta el más mínimo detalle y rigurosamente cronometrada, pareció haber sido diseñada a imagen y semejanza del homenajeado. Además, el impecable traje, sus gestos recatados, el protocolo respetado a rajatabla y la solemnidad de un discurso ante la Asamblea General destinado a reivindicar el legado de José Artigas y medido en cada palabra elegida (se extendió por solo veinte minutos), pusieron de manifiesto que desde hoy la Presidencia se ejercerá con un estilo de conducción diametralmente opuesto al de su mundialmente célebre antecesor.
Pero las diferencias no se agotaron en lo simbólico. También ayer hubo hechos concretos que ponen de manifiesto que Vázquez trazó un rumbo y, salvo imponderables, de él no se apartará.
Por la noche, en la cadena nacional de radio y televisión, nuevamente enfundado en otro elegante traje, Vázquez ofreció un puntilloso plan de acción para sus primeros meses de gestión. Más de 3.500 palabras en seis carillas, divididas en tres pilares sobre los que se apoyará todo su elenco de gobierno.
Hubo propuestas, definiciones y anuncios de proyectos de ley que serán inmediatamente enviados al Parlamento, varios de ellos ya redactados (ver página 3). Un menú que mucho abarca pese a que evadió algunos temas álgidos. No profundizó en la inseguridad pública, no mencionó la regulación de la producción y venta de marihuana y apenas detalló la estrategia a seguir en materia de política exterior.
Algunos aspectos incluidos en el discurso no pueden ser interpretados en clave política sin conocer el legado que le deja Mujica. Así, mencionó que la política de refugio que el país ofrece desde hace décadas se mantendrá, pero que en el caso de las familias sirias y los ex presos de Guantánamo "se impone un profundo análisis del proyecto para ponderar los efectos del mismo en las personas y familias refugiadas, pero también cómo ha repercutido en la sociedad uruguaya a efectos de diseñar el camino a seguir". Mujica promovió la llegada de ambos grupos pero su buena intención se empañó cuando quedó de manifiesto que la improvisación de los equipos receptores conspiró contra la inserción social de los asilados.
Vázquez también aludió al Fondo de Desarrollo, esa "vela prendida al socialismo" como la bautizó Mujica, su padre ideológico. El instrumento, destinado en el anterior gobierno al salvataje de empresas fundidas con dinero público y gestión obrera, se mantendrá pero su concepción cambiará. Vázquez anunció un proyecto de ley para "profundizar la capacidad del Fondes para promover y apoyar la creación, desarrollo y consolidación de emprendimientos productivos con la participación de sus trabajadores en la dirección y en el capital de las empresas, en especial los emprendimientos autogestionarios". Pero aclaró, mirando a la cámara, "manteniendo los requisitos relativos a la viabilidad y sustentabilidad de los proyectos aprobados".
Finalmente, confirmó que el Plan Juntos, otro hijo de Mujica, que semanas atrás pidió a vecinos que lo defiendan, será absorbido por el Ministerio de Vivienda. Y agregó Vázquez: "Una vivienda se puede construir en poco tiempo, pero una política de vivienda es de largo plazo, cuyos resultados no se miden por la cantidad de llaves entregadas, sino por la calidad de las viviendas construidas y además por la posibilidad de acceso a las mismas por parte de la población".Cambio de mando, José Mujica, Tabaré Vázquez, Urugu
La banda y el tuya y mía
Mujica enfrentó a Vázquez con la banda presidencial en sus manos. Se dieron un abrazo efusivo pero protocolar y procedió a colocársela. Una vez que se aseguró que estaba bien puesta, volvieron a mirarse a los ojos y, de forma espontánea, volvieron a abrazarse. Esta vez, sin embargo, fue un abrazo intenso, vigoroso. Se hablaron y sonrieron. Así la izquierda inició su tercer mandato en el Uruguay.
Prometió un absoluto respeto a la Constitución
Mujica acuñó "lo político por encima de lo jurídico" y la polémica se instaló. También se mostró reticente a cumplir con el pago de una suba salarial a los judiciales estipulada en la ley, lo que ha generado un juicio millonario y un litigio que seguramente el Estado perderá porque está omiso.
Ayer, Vázquez fue tajante en cuanto a su pretensión de cumplir con el ordenamiento jurídico vigente. "El gobierno que hoy inicia su gestión tendrá señas de identidad nítidas. En primer lugar, respeto absoluto a la Constitución y la Ley. Dentro de la Constitución y la Ley todo, fuera de ellas, nada", afirmó Vázquez. También prometió rendición de cuentas, transparencia y prudencia, a las que consideró "claves de un sistema republicano".
"Presidente de todos los uruguayos"
Tabaré Vázquez se convirtió ayer en el presidente número 41 del Uruguay. Inició su segundo mandato, un privilegio que la ciudadanía uruguaya ha reservado para unos pocos.
En su mensaje a la ciudadanía, Vázquez se cuidó de aclarar que su gobierno tendrá una dimensión nacional y con voluntad de diálogo. "Seré el Presidente de todos los uruguayos. Trabajaré en el cumplimiento del programa propuesto a la ciudadanía y que esta nos mandató instrumentar. Y, por supuesto, cuento con ustedes como ustedes pueden contar conmigo para seguir construyendo juntos un país mejor para todos nosotros y para las generaciones venideras", dijo.
En ese afán de diálogo anunció la convocatoria a lo que denominará Foro 2050, a realizarse en el segundo semestre de este año. Dijo que participarán representantes de la sociedad civil, desde la academia a los medios de comunicación, pasando por empresas públicas, agencias estatales, congreso de intendentes, plenario de municipios, cámaras empresariales, organizaciones gremiales, sindicales y religiosas, organizaciones no gubernamentales. Dijo que se elaborará una agenda que "será un instrumento fundamental para el diálogo político" para concretar el temario que allí se proponga.
Vázquez dejó claro que su gobierno será planificado, sobrio y sin histrionismoGONZALO TERRA