Marca país: sagrada Semana de Turismo

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Desde que entró a regir la nueva Constitución que separa la Iglesia del Estado y pone en un mismo plano de igualdad todos los confesionalismos, las fiestas católicas ya no son fiestas nacionales (…) la Constitución declara expresamente que el Estado no tiene religión!”, decía la editorial del diario El Día del 31 de marzo de 1919.

A esa época se remonta el origen de la “Semana de Turismo”, invento cien por ciento uruguayo que resultó de la lucha que el estado batllista emprendió por separar lo religioso de lo oficial, según explica una investigación realizada por el hoy arzobispo de Montevideo y cardenal Daniel Sturla, presentada como tesis de la Licenciatura de Teología de la Facultad de Teología del Uruguay Monseñor Mariano Soler en 2006, y publicada en 2010 con el título “¿Santa o de Turismo? Calendario y Secularización en el Uruguay”.

En aquel 1919, Uruguay estrenaba su nueva Constitución, se acercaba la Semana Santa y no se sabía qué pasaría con los días feriados. Entonces, el 4 de abril el diputado colorado José Salgado presentó un proyecto de ley para declarar feriados los días miércoles 16 a viernes 18 de abril. Los batllistas creían que las fiestas religiosas habían caído con la antigua Constitución, por lo tanto era necesario establecer por ley que se trataba de días de descanso.

Las cámaras, que aún no habían sido integradas por el sistema de representación proporcional, estaban integradas en su mayoría por legisladores colorados y en un tercio por los del Partido Nacional. Según el diario de sesiones de la Cámara de Representantes del 4 de abril, los diputados más radicales consideraban que declarar feriado las fiestas religiosas era legitimarlas y se oponían a la ley.

El debate parlamentario se traslada a la prensa partidaria de la época. El lunes siguiente, El Día muestra su desacuerdo con la decisión de la Cámara de Diputados y lo califica como un desacierto: “Su coincidencia con los días de la semana bíblica, podría hacer pensar en un apego demasiado estrecho para no poderlo renunciar a la celebración de la leyenda cristiana”. De haberla suprimido el año siguiente “nos acordaríamos menos de la semana santa, que para casi todos resulta una semana divertida, y para los autores del proyecto ‘una necesidad fisiológica’”.

El martes 8 de abril El País le responde en otra editorial en la que señala que el diario batllista pretende que se mire “como delito cuanto se relaciona con la Iglesia Católica”. “Liberales, nosotros; pero respetuosos de las buenas tradiciones y las hondas y nobles raíces; convencidos de que el espíritu del hombre y el alma colectiva de las naciones deben tender a las regiones más altas, pensamos que la cámara merece una aprobación por haber consagrado fiesta aquellos días que coinciden con los de la Semana Santa. Que la Iglesia se entregue a sus ceremonias y que, quienes no tienen por qué participar de éstas, encuentren sus días de descanso y solaz de todos los años”.

Solucionado el tema de la Semana Santa de ese año con la declaración de los feriados que finalmente se fijaron jueves y viernes, era necesario definir la ley de feriados. Hubo dos proyectos. El del diputado Enrique Andreoli (Partido Nacional) conservaba las festividades religiosas pero les cambiaba el nombre, el 6 de enero, día de Reyes (Epifanía de Jesús) pasaba a ser el día de los Niños; el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción sería el día de las Playas; y la Navidad se convertía en el día de la Familia. Eliminaba los días feriados de Semana Santa, pues planteaba que las festividades religiosas debían ser suprimidas del calendario oficial de conformidad con el espíritu que primó en la sanción de la nueva Constitución.

Este fue el proyecto que se aprobó, con algunas modificaciones mínimas, y la ley fue promulgada el 23 de ese mes.

También había ingresado una iniciativa del diputado José Arias (batllista) que separaba los días festivos de las fiestas religiosas. “Conservar las fiestas religiosas cambiándoles el nombre, no sólo implica una simulación sino que plantea dos absurdos”, decía entonces el legislador (en referencia a que el vínculo moral del Estado con la Iglesia había cesado; y a que se aplicaban un sistema festivo establecido en el hemisferio norte).

Ahora faltaba darle solución definitiva al tema del carnaval y crear “una semana completa de cesación del trabajo”, “con el fin de que durante el año toda la población del país pueda distraerse y tomarse un merecido descanso”, recoge el diario de sesiones de la Cámara de Representantes del 9 de octubre de 1919.

Mientras los legisladores discutían en qué parte del año ubicar las vacaciones, argumentaban que era mejor en otoño por ser “la estación más encantadora… cuando todo se presta a salir al campo, a gozar de los encantos de la naturaleza… en agosto, señor presidente, la temperatura no invita a salir al campo… y hay gripe...”, cita el documento.

Los parlamentarios que argumentan a favor de ubicar esa semana de asueto en Semana Santa, mencionan que también es fiesta en los países vecinos y muchas personas “vienen a pasar temporadas en Colonia Suiza, en Piriápolis, Punta del Este y en Montevideo mismo”. Salgado aclara que no se elige esa semana por el carácter religioso sino “por la época favorable”, a lo que el diputado Aureliano Rodríguez Larreta le responde: “Es que para la secta atea es pecado hablar de Semana Santa (murmullos)”, reseña el diario de sesiones.

“Uruguayísima”.

Sturla concluye que mientras el día de la familia no logró imponerse porque todos los uruguayos, sean creyentes o no, celebran la Navidad, sí cundió la Semana de Turismo. Si bien en su investigación, no logró establecer cómo se llegó a esa denominación, concluye: “Lo cierto es que nuestra uruguayísima ‘semana de turismo’ rechazada por los batllistas jacobinos porque caía en la anterior Semana Santa marcando así el calendario cristiano, tolerada por los católicos por el mismo motivo, fue un invento que, como pocos, marcó para la conciencia nacional y aun para nuestra identificación de ‘país laico’, la fuerza del temprano proceso secularizador uruguayo”.

“La secularización del calendario es un elemento clave de nuestra descristianización como nación, que tiene su punto álgido en el ‘triunfo’ de la semana de Turismo sobre la Semana Santa”, agrega.

Concluida esa etapa, a juicio de Sturla se da un giro en el relacionamiento entre Estado e Iglesia que ubica a partir del cambio político dado con el triunfo del Partido Nacional en 1958. Ya no se puede hablar de “jacobinismo”, entendido como anticlericalismo de las élites intelectuales de fines del siglo XIX y comienzos del XX, sino de un nuevo estilo que él llama “laicismo confesional tolerante”.

El arzobispo lo define como “la prescindencia de Dios y de la religión de la vida pública, de la reclusión de lo religioso a la esfera privada, de la exclusión casi obsesiva de Dios de la escuela pública. Pero al mismo tiempo -subraya- se fue perdiendo el carácter jacobino de tipo persecutorio, por eso lo de ‘tolerante’”. Esa tolerancia permite “discrepar con respeto”, y “respetar a las personas sea lo que sea que piensan o crean”, asegura.

Con el restablecimiento de la democracia en 1985 se suscitan nuevos hechos que para Sturla son manifestación del “momento de cambio”, y menciona que se haya declarado feriado nacional del 1° de abril de 1987 por la primera visita del papa Juan Pablo II a Uruguay. “El laicismo confesional tolerante” dio paso a un Estado laico “que dialoga, colabora y acepta la colaboración de distintos actores sociales, entre ellos la Iglesia”, concluye.

SABER MÁS

UNA NUEVA CONCEPCIÓN DEL URUGUAY LAICO

En su investigación el cardenal Daniel Sturla afirma que el proceso de secularización de comienzos del siglo XX da lugar a una nueva etapa en el relacionamiento entre Iglesia y Estado, a partir de la década de 1960 y con más fuerza a la vuelta de la democracia.

Como manifestaciones de esa nueva era, signada por la tolerancia, menciona: el feriado nacional por la primera visita de Juan Pablo II al país; la permanencia de la cruz en Tres Cruces donde celebró una misa tras un largo debate parlamentario (la foto muestra la tapa de Guambia que caricaturizó la noticia); la designación del exarzobispo Nicolás Cotugno por el presidente Jorge Batlle para presidir la Comisión para la Paz; y luego de la muerte de Juan Pablo II la inauguración de un monumento en Tres Cruces con el apoyo del presidente Tabaré Vázquez.

Una guía para entender qué se celebra

Centro de la fe. El núcleo de la fe cristiana es la persona de Jesucristo, particularmente su resurrección. Por esta razón, la celebración anual de la pascua para los cristianos no es un simple recuerdo de lo que sucedió hace 2000 años, sino que Jesucristo vivo y resucitado, sigue entregándose con su amor infinito a todos y cada uno de los que creen en él. La Iglesia Católica insiste en que lo importante es vivir cada pascua como una realidad nueva y transformadora de la vida de los creyentes.

Surge la Semana Santa. La pascua la celebran los cristianos cada domingo, desde los orígenes. En el siglo II, se buscó una celebración anual de la misma y se constituyó la Semana Santa o Semana Mayor, y el tiempo de la “Cuaresma”, cuarenta días antes de la Pascua, donde los cristianos se preparaban con prácticas de ayunos, oración y solidaridad con los más pobres. La Pascua (pesaj: en hebreo) significa paso. Los judíos celebraban su pascua como el memorial de su liberación de la esclavitud en Egipto, y a su vez como anticipación de la salvación definitiva. Los cristianos siguieron celebrando la Pascua judía, pero le dieron un contenido propio.

Triduo pascual.
La pascua de Cristo se despliega celebrativamente durante varios días, especialmente el llamado “triduo pascual” que incluye las celebraciones desde el jueves de noche hasta el domingo. Lo más importante es la Vigilia Pascual del sábado en la noche, con la que se abre el domingo de Pascua. Popularmente se toma como más importante el viernes santo, donde se celebra la muerte de Jesús pero la Iglesia subraya que la novedad no es que haya muerto, sino que ha resucitado.

Significado de cada día. El Jueves santo es un día especial para los sacerdotes, porque Jesús instituyó el sacerdocio y la eucaristía en la última cena. El viernes es el único día del año que no se celebra misa, se celebra la pasión y se realiza el vía crucis. Es un día de ayuno y abstinencia. El sábado en la mañana se medita sobre la soledad de María y se mantiene el clima espiritual del día anterior. En la noche se celebra la Vigilia Pascua. Los católicos renuevan el bautismo, sumergidos en la resurrección de Cristo. El domingo sigue siendo un día de celebración que se prolonga durante ocho días en la llamada “octava de Pascua”. Luego, el tiempo Pascual se extenderá durante 50 días hasta la fiesta del Espíritu Santo (Pentecostés).

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El origen de la Semana Santa se remonta al siglo II. Foto: Francisco Flores

días de descanso o celebración religiosaNATALIA ROBA

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