Desde siempre la banca de edil ha sido un primer peldaño en la carrera política. Por eso, Mariano Arana es una rara avis en la elección departamental.
Dos veces intendente, ministro de Vivienda y senador de la República, se postula a la Junta Departamental apoyando a Daniel Martínez. Al frente de la IMM, firmó un acuerdo salarial con Adeom que no pudo cumplirse por la crisis en la que se sumió el país. Ello derivó en un juicio que el sindicato le ganó a la Intendencia y que le costó a los montevideanos varias decenas de millones de dólares.
—Usted es el único político uruguayo que fue dos veces intendente, ministro de Vivienda y senador y que ahora se postula a edil. ¿Por qué?
—Porque pensé en un momento, cuando las encuestas prácticamente no existían, que si aceptaba esta insistente demanda de mis compañeros de la Vertiente Artiguista para encabezar la lista a la Junta Departamental, quizás podía colaborar al triunfo de Daniel (Martínez).
—¿Por qué cree que Ana Olivera se retira con la peor imagen pública de los intendentes de los últimos 25 años?
—La verdad es que me cuesta pensarlo, más allá del fracaso que todos aceptamos (y ella también)…
—¿De los corredores?
—No de los corredores, del Corredor Garzón.
—¿General Flores no?
—Yo creo que no, porque ya se están haciendo, habida cuenta de la experiencia, correcciones que espero que sean fructíferas y verdaderamente eficaces. Pero hay una cantidad de cosas que se han hecho, una cantidad de nuevos espacios. Ahora mismo estuve en el primero de los 4 o 5 realojos que se harán en próximas semanas del barrio Siete Manzanas o Ituzaingó. Aquellas manzanas que eran muy complejas, desde múltiples puntos de vista, no solamente por tener viviendas en muy malas condiciones, sino también por situaciones de inseguridad francamente preocupantes, que perturbaban al propio barrio. Porque basta que en un porcentaje minúsculo haya gente que no cumpla con las reglas de convivencia para que todos se complique.
—Con respecto a la basura o la limpieza…
—A 100 metros de acá, veo un plástico que era como una especie de piano de cola… Eso no se le cae a la gente del bolsillito. Después, a la salida de la panadería, también tiraron un plástico en la puerta.
—¿Cree que es solo un tema cultural o también hay un problema de gestión?
—Los dos… pero el tema cultural es en Montevideo, porque en ningún lugar del interior el comportamiento es así. He visto a una señora en un flor de coche tirar (a la calle) el cosito del yogur del nene. ¡Que lo guarde en una bolsita, no cuesta nada! Es un respeto para el nene y para todos.
—¿En general, considera que la ciudad está sucia o limpia?
—Está mejor que antes, por más que la gente dice lo contrario. Cuando me tocó estar de intendente había gente en Pocitos que quería disfrazar a todos los árboles de arbolitos de navidad, porque tiraban las bolsas del quinto y el sexto piso. Cuando sabíamos quién era, tratábamos primero de hablar y después de castigar.
—¿Es partidario de que la recolección en zonas céntricas siga en manos de la empresa privada CAP o habría que remunicipalizar el servicio?
—Creo que es conveniente siempre tener puntos de referencia. Sé que no todo el mundo comparte esto, pero me parece que es conveniente. No solamente la ciudad es sucia por lo que llamamos basura. Acordémonos lo que decían los catalanes y fundamente los de Barcelona: la ciudad más desaseada no es la que menos se limpia, sino la que más se ensucia. ¿Por qué no actuamos como en nuestras propias casas? ¿Por qué no concebimos que el espacio público es el espacio de todos?
—Tal vez por su condición de arquitecto, ha sido muy crítico con la administración de Ana Olivera por la demolición de algunas antiguas casonas y edificaciones...
—No con ella, con mis propios colegas. Con respecto a Assimakos, ni la Sociedad de Arquitectos, ni la Intendencia, ni la Comisión de Patrimonio… A mí me emocionó que fue la propia gente, los vecinos, que alertó sobre aquello. Habían puesto un letrero enorme que decía: ¿A quién le importa la ciudad? Casi me desmayo, me emocionó. Ya sé que el lugar no estaba protegido (patrimonialmente), tampoco hay que tener cola de paja. ¿Por qué no fuimos a hablar con los propietarios? Se aprovecharon el sábado y el domingo sin tener la autorización. No quiero nombrar a la empresa, pero mi microvenganza será nunca pisar esa tienda.
—¿Qué es lo que está fallando? ¿Los controles?
—Me parece que hay una cierta modorra entre los propios profesionales, parece mentira. Yo he sido muy crítico y alguna gente le molesta mucho que yo diga esto. Pero tengo 82 años y apasionadamente estuve defendiendo la ciudad, en democracia y en dictadura, que me aguanten un poquito… Haber permitido que se demoliera la hermosa casa de Avenida España casi Juan Paullier, para poner ahora una cosa… No se quién es el arquitecto o la arquitecta, ni quiero saber, pero la verdad es que aquello es una vela; una vela puerca, se lo digo así.
—¿Se arrepiente de haber comprometido, cuando fue intendente y en los años de la crisis, un ajuste salarial con Adeom que no se pudo pagar y que después terminó en un juicio multimillonario que ganó el sindicato?
—No, no me arrepiento, porque yo dije: perder el juicio jurídico y no el juicio mental. Y estaba la responsabilidad frente a nuestros propios compatriotas. Porque en circunstancias absolutamente inusuales, como las de aquella crisis terrible, los gobiernos nacionales que no eran del mismo color que el nuestro nos hacían una discriminación muy fuerte. A pesar de eso, hicimos el saneamiento, que no se había hecho en décadas.
—¿Qué opina de la propuesta de Lucía Topolansky de poner agua caliente para el mate en la rambla?
—Me pareció peculiar. Pero si se puede hacer ¿por qué no? Yo tomo poco mate, salvo que me lo ceben, soy un vago. ¿Cobrarán unos pesos? Bueno, habrá que preguntar…
—Habrá que ver si llega…
—¿El agua caliente?
—No, Topolansky.
—No quiero hacer chistes de mal gusto. La respeto mucho y creo que ella es una excelente articuladora en el ámbito parlamentario. Y labura como Ana Olivera. Muchas veces escuché decir con respecto a Ana Olivera: "es por su partido". Pero no la conocen, es una de las personas más leales y más independientes, más allá de su partido que todos saben es el Comunista. Si alguien cree que el partido alguna vez intentó darle órdenes, se equivoca de punta a punta.
—¿Cuál sería la fortaleza de Topolansky como intendenta? ¿Su poder negociador con Adeom?
—Obviamente, porque es una mujer de diálogo y articulación. Quizás el Adeom que yo conocí no sea el mismo de hoy, la gente también cambia. Había una mujer dura pero leal en Adeom…
—¿Mabel Lolo?
—Mabel Lolo, una mujer que nos marcaba el ritmo en forma muy clara y contundente. También le digo: una funcionaria excepcional, ya la quisiera tener dentro del funcionariado.
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