Hoy, cuando faltan nueve días para que comiencen las clases, otra vez faltan docentes para poder cubrir todos los cargos en las escuelas públicas.
El sindicato de maestros de Montevideo (Ademu) afirmó que son 130 los puestos que están vacantes en la capital y el director de Primaria, Héctor Florit, dijo a El País que el lunes estará la cifra oficial, pero que los cálculos se ubican en ese margen, además de expresar que el área metropolitana es la más afectada por dichas carencias.
El jerarca explicó, en coincidencia con el gremio, que son cerca de 20 los directores que faltan en las escuelas de la capital y dijo que hace “por lo menos 10 años que se produce un pequeño desfasaje entre la demanda de docentes de Primaria y la cantidad de maestros titulados”.
Florit señaló que “se abre una brecha” porque para cubrir todos los cargos que existen hace falta que se titulen unos 1.000 maestros por año, pero el promedio de Magisterio está en 700 egresos anuales, con lo cual “se crean problemas por el acumulado de ese déficit”, dijo.
En crisis.
Si bien la demanda de maestros ha crecido por algunas políticas aplicadas por Primaria, tales como la extensión de la cobertura, los planes de apoyo o las escuelas de tiempo completo, las autoridades también tienen claro que hay un grave problema en relación a la cantidad de jóvenes que deciden ingresar a cursar la carrera docente.
El magro salario, las malas condiciones de trabajo, el desprestigio de la enseñanza y una carrera con un diseño especialmente complejo le están ganando a la vocación. Y en este diagnóstico coinciden todos: los estudiantes, los maestros, los especialistas, el sindicato y los jerarcas.
“En la carrera y el ejercicio docente hay algunas dificultades que hay que superar para estimular la incorporación a estudiar, terminar y ejercer el magisterio”, opinó Florit. Entendió que “es imprescindible” llegar a 1.000 egresados al año, pero subrayó que “es importante que los que se reciban estén motivados para trabajar en la educación pública. Eso implica (recuperar el) reconocimiento y prestigio social, atender el orden salarial e impulsar el desarrollo profesional”.
En los corredores de Magisterio se acumulan opiniones similares. Distintos alumnos allí consultados por El País esta semana expresaron su preocupación por la forma en la cual deberán ejercer como maestros cuando terminen la carrera.
Virginia, una estudiante de 23 años que está en segundo de Magisterio, dijo que “hoy trabajar en la educación no es para cualquiera. Es evidente que es pura vocación y que no vas a ganar bien siendo docente, pero tampoco te dan ninguna ayuda ni te estimulan a seguir”, opinó. Contó, por ejemplo, que fue a hacer una práctica en una escuela pública y la directora le dijo a ella y a otras estudiantes: “Chicas, búsquense un esposo con plata porque acá no van a ganar un peso”.
Laura, otra estudiante de 21 años, dijo que eligió la carrera por “vocación”, y aclaró que sabe que hay diversos factores que juegan en contra. “Somos un agente social que está muy desvalorizado últimamente, de eso te das cuenta en la violencia que aplican los padres y los alumnos sobre los maestros, los bajos sueldos pesan y el hecho de no tener nivel universitario tampoco ayuda”, lanzó.
Jean Pierre, que tiene 28 años y pasó a tercero, entendió por su parte que “cada vez se anota menos gente porque el trabajo del maestro está desvalorizado a nivel social”. Afirmó, también, que los salarios terminan siendo determinantes y que los docentes se ven “muy desmotivados” al salir al mercado laboral.
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