Mayoría cree que empresarios deben priorizar a locales si falta empleo.
Es el fin de un cuento inventado hace años, aquel que sostiene que en Uruguay hay poca discriminación. Siete de cada diez encuestados, para una investigación de la UdelaR, consideran que los empresarios deben dar prioridad a los compatriotas cuando hay escasez de empleo. El porcentaje es apenas inferior (62%) cuando se trata de dar preferencia a los uruguayos que siempre vivieron en el país sobre los retornados del exterior.
El estudio, que bajo este diseño se realiza por primera vez en el país, demuestra que el rechazo al extranjero —y al uruguayo retornado— se manifiesta con mayor dureza cuando los recursos son limitados. Dicho de otro modo: "Cuando hay poco, tengo más derecho yo sobre el otro", resumió Pilar Uriarte, docente de Antropología, quien opinó sobre esta investigación que encabezaron sus pares del Programa de Población.
Una prueba del rechazo es que casi la cuarta parte de los encuestados (24%) discrepa con que "los uruguayos que se fueron a vivir al extranjero con la crisis económica de 2002, y retornaron años después, merecen las mismas oportunidades" que aquellos compatriotas que permanecieron en el país.
La discriminación es más evidente ante los inmigrantes. La mayoría ve con buenos ojos el arribo de retornados, al menos cuando no hay crisis. Pero cuando se trata de extranjeros, el 45% considera que su llegada es una "mala noticia". Entre aquellos que solo alcanzaron la educación media básica o menos, el rechazo sube al 56%.
Parte de la xenofobia está fundada, según los resultados, en que hay quienes piensan que los inmigrantes inciden en el aumento de la delincuencia (23%). "Sin embargo, la cantidad de extranjeros presos o denunciados son ínfimos en relación al resto de la población", aclaró Rinche Roodenburg, de la ONG Idas y vueltas.
Cuando está en juego dar prioridad a los uruguayos en el acceso a determinados derechos, aumenta la xenofobia. Seis de cada diez consideran que el compatriota debe tener prioridad en el acceso a una vivienda, el 48% piensa lo mismo para la salud y el 49% para la educación.
"Hay un brote de visión negativa hacia la población extranjera", explicó Alba Goycoechea, encargada de la misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Uruguay. "A veces los medios de comunicación contribuyen a ese rechazo", enfatizó. Como ejemplo, la activista Roodenburg cuestionó: "Cuando se dice que un dominicano apuñaló…, el caso aislado termina afectando a todo el colectivo".
Uriarte no relaciona la xenofobia con un "brote", sino con que "está habiendo un mayor ingreso de extranjeros —y que según las proyecciones seguirá en aumento— y el fenómeno es visto como una problemática social". Pero contrario a lo que los encuestados consideran, la docente entiende que "el inmigrante es un dinamizador de la economía: significa más mano de obra, más consumo y más aporte a la seguridad social".
No solo eso: todos los especialistas coinciden en que la inmigración contribuye al enriquecimiento cultural y a elevar el nivel de conocimientos. De hecho las últimas camadas inmigratorias tienen porcentajes más altos de estudios terciarios que la media uruguaya.
El "buen nivel educativo" es uno de los ítems que a los uruguayos les parece más relevante a la hora de permitir a un extranjero venir a vivir a Uruguay. El 67% está de acuerdo con esta idea; el 75% piensa que el inmigrante debe estar "dispuesto a adoptar las costumbres y modo de vida" del país; y para el 67% que "tenga una calificación laboral que el país necesite". Una minoría (4%) quiere que vengan aquellos de "piel blanca" y un 12% los que tengan "dinero".
Para Roodenburg es importante que "se acepte a quien quiera venir, sin importar otra cosa, y que se vea como positiva la inmigración".
La OIM, dijo Goycoechea, "viene trabajando para revertir la xenofobia" y en "garantizar el acceso de los inmigrantes".
AL BORDE DE LA XENOFOBIA