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La bici como bandera en una austera travesía por Europa

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Rodando: Horacio y Adrián pedalearon por tres países antes de llegar a Ámsterdam, la meca de las bicicletas. Anduvieron por el País Vasco, Francia y Bélgica.

Uruguayos por el mundo

Dos uruguayos hicieron 1.800 kilómetros hasta Amsterdam en 40 días.

La primera meta que se trazó Adrián Barrán (de 31 años) fue llegar a Alaska en combi con amigos. Tres años atrás, este inexperto viajero pretendía conquistar el punto más lejano al que se podía acceder por tierra desde Uruguay para ver paisajes atractivos.

El destino inicial resultó demasiado pretencioso para el medio de transporte elegido y poco interesante para la nueva mentalidad que los guió en los doce meses de viaje.

En ese largo trayecto sintonizaron con raíces de Latinoamérica que desconocían. Los personajes y anécdotas recolectadas superaron con creces las ganas de sacar lindas fotos a los glaciares. El motor de la combi no resistió los cinco mil metros de altura, y pegaron la vuelta en Colombia. Lo hicieron convencidos de que viajar modifica la percepción del mundo.

Adrián apareció en la casa de Horacio García (de 30 años) con un nuevo plan. Le contó entre mates que Francia entregaba unas visas working holiday a quienes tenían 30 años o menos. Ellos estaban en el límite de edad y decidieron partir con miras a hacer algo útil.

"Combinamos las ganas de viajar con las de contribuir en algo y surgió la idea de promover el uso de bicicletas en Uruguay", dice Adrián. Querían traer ideas y planes viales de esas ciudades donde el birrodado es el vehículo principal.

Usaron sus redes personales y el blog www.mandenyerba.com para relatar su travesía, y así contagiar a sus seguidores a moverse en dos ruedas.

Recorrieron 1.800 kilómetros hacia Amsterdam en 40 días. Iban livianos de equipaje porque "cada gramo de sobra significaba un esfuerzo más en cada pedaleada", según Adrián.

Low Cost.

Salieron del pueblo francés Saint Jean Pierd de Port el 27 de julio con Nantes en la mira, pero 15 días después cambiaron de rumbo. Estaban acampando en un terreno baldío de Ille de Oleron cuando se propusieron llegar a la capital holandesa bajo la consigna "Amsterdam es el nombre pero las bicicletas son la esencia".

Soportaban 15 kilos de equipaje y sus alforjas servían también de alacena. Cargaban una cocinilla, platos, ollas, cubiertos, detergente, algún alimento, una cafetera, termo, mate, y un kilo de yerba. Horacio se olvidó de transportar el que le correspondía, así que en el último tramo sufrieron abstinencia de mate. Llevaban la ropa indispensable, herramientas para un auxilio básico, panel solar para cargar sus celulares, sobres de dormir, carpas, y una bandera de Uruguay detrás de cada bici.

Vial: en Europa hay rutas diseñadas especialmente para bicis.
Vial: en Europa hay rutas diseñadas especialmente para bicis.

No pagaron estadía en 40 noches. Se las ingeniaron para pernoctar en sitios calmos bajo las estrellas: bosques, playas, dunas, frente al río, en una reserva de fauna de Noir, en un refugio de pescadores, debajo de un puente ferroviario, en el patio de un iglesia en Etauliers, en una fábrica abandonada en las afueras de Brujas, y detrás del cementerio de Étampes.

"La gente no suele arrimarse a los cementerios de noche, eso nos permitía estar tranquilos, y era un buen lugar para cargar agua potable", comenta Adrián.

Se higienizaron en agua dulce y salada, en alguna ducha de las playas francesas, y en casas de amigos y conocidos. "El verano facilitó las cosas: podíamos bañarnos con agua fría", comenta Horacio.

Evitaron las ciudades grandes por cuestiones de alojamiento y seguridad, pero París era una cita obligada. Allí los alojó Francine durante cinco días. Ella es la madre de Fréderic, un francés que conocieron en aquel viaje por Sudamérica.

Alacena: en sus alforjas llevaban cocinilla, cubiertos y alimentos.
Alacena: en sus alforjas llevaban cocinilla, cubiertos y alimentos.

"Cuando consultamos al grupo de Facebook Uruguayos viviendo en París nos contestó Jimena, una uruguaya que reside en Lille, y nos dijo que si pasábamos por esa ciudad teníamos un lugar donde parar. Una noche nos sentamos al borde del Sena para definir si íbamos a Bruselas o no, y nos pareció un gesto tan lindo el de Jimena que decidimos ir a conocerla", relata Adrián.

Ella y su novio Sébastian les entregaron las llaves sin conocerlos. Se instalaron dos noches antes de ingresar a Bélgica, y se sintieron mejor que en su casa.

ENSEÑANZAS

Trazar la ruta en el andar tiene sus ventajas

Todos los tramos que recorrieron tenían pistas señalizadas y construidas especialmente para bicicletas. Andaban confiados y seguros porque en Europa se respeta el birrodado. No llevaban una ruta diseñada de antemano. Su plan era visitar la costa francesa del Atlántico de sur a norte. "Mirábamos en el mapa y elegíamos un puntito donde hubiera algo verde que nos pareciera atractivo para poner la carpa, y lo marcábamos", relata Horacio. Pedaleaban 50 km en la mañana, paraban para almorzar, dormir una siesta, y continuaban un tirón de 20 km más.

Otra motivación para elegir la ruta era evitar Pirineos y Alpes por el esfuerzo que supone pedalear en la montaña. El gran enemigo en los Países Bajos fue el viento, ya que siempre estuvo en contra. Se movían con el GPS como aliado a 25 km/h.

Cómo dejar en Uruguay todo lo aprendido

Horacio y Adrián arribaron a Europa en febrero e hicieron base en Saint Jean Pied de Port. Llegaron a esta ciudad por la aplicación Work away, que permite encontrar empleo. Estos uruguayos realizan actividades agrícolas en la huerta orgánica de Doudou y Marie Jeanne. Trabajan cuatro horas diarias a cambio de hospedaje y comida. Y si extienden su jornada laboral incluso pueden ahorrar. El matrimonio francés es tan hospitalario que les prestó las bicicletas con las que hicieron la expedición rumbo a Amsterdam.

El viaje en dos ruedas con alforjas terminó pero ellos retornarán a Uruguay recién en noviembre. El plan de ambos al volver es "bajar a tierra" todo lo aprendido en Europa con miras a que la bicicleta sea el vehículo principal para desplazarse en Uruguay.

Quieren armar un proyecto para cambiar la estructura vial de las ciudades, y así contribuir a descongestionar el tránsito. Tienen la intención de comenzar por Paso de los Toros, su pueblo natal, y luego expandir el plan hacia otros sitios. "El primer paso es contagiar y creemos que todavía faltan incentivos visuales y viales para que la gente elija la bicicleta como medio de transporte. Cuando se arme un proyecto formal plantearemos reuniones con autoridades", dice Horacio.

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