Tours

Tabaré Alonso sigue viajando en su bici “barata” y adorada.

El nivel de afecto hacia cuatro fierros y dos ruedas que puede desarrollar un ser humano pocas veces llega a la prensa, como sí sucedió con la historia de la bicicleta América y su tripulante, el uruguayo Tabaré Alonso, que hace dos años y medio salió a cumplir el sueño de conocer su continente a puro pedal. Con cuatro alforjas a sus espaldas, en donde iban una hamaca, amuletos, recuerdos y ropa, Alonso ya había recorrido Uruguay, Argentina, Bolivia, Perú, Brasil, Venezuela, Colombia, Panamá, Costa Rica, y Nicaragua, y estaba recién llegado a San Pedro Sula, al norte de Honduras, cuando su bicicleta económica, pero muy cara para él, desapareció del estacionamiento de un hotel.

Desde el dueño de ese hospedaje hasta amigos, enseguida le ofrecieron una bicicleta nueva para seguir el viaje, pero Alonso se empecinó en explicar a todos que América guardaba la historia de miles de sueños, las letras de muchos niños y amigos que han escrito sus nombres sobre ella. "Nuestra bicicleta América guarda en sí misma el polvo sagrado de cada suelo, de cada aldea, de cada ciudad, la arena y las marcas de sal que le ha dejado el Caribe, no puedo perderla, al menos no de esta forma", decía.

Antes de proseguir el viaje hacia Belice, El Salvador, Guatemala, México, EE.UU., Canadá y Alaska, el uruguayo prometió quedarse hasta recuperar su bicicleta, la América que le había ayudado a dejar su zona de confort, "sin tener nada de experiencia en viajes, sin ser experto en mapas ni ciclismo, sin tener una gran cuenta de banco", como él anunciaba en Facebook al inicio del desafío.

Gracias a su tosudez, el respaldo de la prensa local y agencias internacionales, de ciclistas hondureños, y de la suerte, a 58 horas de haber sido robada, América apareció y su dueño jura que de aquí en más nunca se separará de ella, ni durmiendo.