La Policía local asegura que el adolescente detenido confesó formar parte de los llamados "Cachorros del califato", un cuerpo de niños de entre 12 y 15 años reclutados por el Estado Islámico y en parte utilizados precisamente para ataques suicidas.
El adolescente kamikaze detenido en Kirkuk (Irak) cuando llevaba un chaleco explosivo bajo la camiseta de Lionel Messi no había sido enviado a matar y morir solo: la Policía informó que una hora antes hubo un ataque suicida en la misma ciudad y fue realizado por su hermano.
Ambos habían sido "adiestrados y alentados por su padre", afirmaron las autoridades. Un detalle que arroja una luz aún más siniestra sobre la tragedia de muchos adolescentes utilizados por el Estado Islámico como "bombas humanas", tras haber sufrido lavado de cerebro, tal vez bajo el efecto de drogas.
El coronel Arkan Hamad Latif, inspector general de las fuerzas de Policía de Kirkuk, refirió que el niño dijo "haber sido raptado, sedado y obligado a usar el chaleco explosivo".
No está claro, sin embargo, que haya sido otro niño kamikaze quien cometió el atentado del sábado a la noche en una fiesta de bodas en la ciudad turca de Gaziantep, cerca de la frontera con siria, donde murieron al menos 57 personas, incluyendo 29 niños o adolescentes.
En un primer momento, el presidente Recep Tayyip Erdogan había hablado de un niño de entre "12-14 años". Pero luego el primer ministro Binali Yildirim corrigió el dato: "Las autoridades -dijo- no saben si era un niño o un adulto. No se hallaron indicios sobre quién era".
También el caso de Kirkuk presenta algunos puntos oscuros. El coronel Latif, que dio incluso el nombre del niño aspirante a kamikaze, dijo que se trata de un adolescente de 15 años -y no 12 como se dijo en un primer momento- procedente de Mosul junto con su familia, desplazada debido a los combates entre las fuerzas leales y el Estado Islámico.
Quien habló del papel que presuntamente tuvo el padre en su adoctrinamiento fue el comando de Policía de Kirkuk, en un comunicado.
El jefe de la Policía local, general Khattab Omar Aref, dijo que el adolescente confesó formar parte de los llamados "Cachorros del califato", un cuerpo de niños de entre 12 y 15 años reclutados por el Estado Islámico y en parte utilizados precisamente para ataques suicidas.
El objetivo del adolescente era hacerse explotar en la calle Husseiniya en el barrio de Tesin, poblado por una mayoría de turcomanos de fe chiíta particularmente rechazados por los fundamentalistas del Estado Islámico.
Su hermano en cambio, cuya edad no se difundió, logró cometer un atentado cerca de un lugar de culto chiíta, la Hosseiniya Imam Jafer Sadiq, hiriendo a dos personas.
Independientemente de que los dos muchachos fueran raptados, drogados o convencidos por el Estado Islámico o su padre de llevar a cabo sus acciones suicidas, el hecho es que también ellos son víctimas de una guerra en la que el grupo terrorista recurre a medios cada vez más letales para responder a la ofensiva gubernamental y de los peshmerga kurdos.
Lo subrayó también Najim al Jubury, un experto comentarista en cuestiones de seguridad, según el cual el Estado Islámico "reclutó cientos de niños en Mosul y otras ciudades bajo su control, y los envió con sus familias como desplazados a áreas bajo control leal para realizar acciones suicidas".
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