FRANCIA
Solo una de las tres principales centrales sindicales convocó; el 21 será la segunda jornada de protestas.
Decenas de miles de personas marcharon ayer martes en varias ciudades de Francia contra la polémica reforma laboral del presidente Emmanuel Macron, en la primera jornada de protestas que ponen a prueba su capacidad para transformar a la segunda economía europea.
La movilización estuvo por debajo de lo esperado por los sindicatos, que además se mostraron divididos. Se habían convocado cerca de 200 protestas en todo el país. La CGT cifró en alrededor de 400.000 los manifestantes que respondieron a su llamado en toda Francia, con 60.000 únicamente en París. La policía redujo la cifra en la capital a 24.000.
La marcha en París fue interrumpida en varias ocasiones por enfrentamientos, a los que las fuerzas del orden respondieron empleando gas lacrimógeno y camiones lanza agua. Varios manifestantes resultaron heridos. Además de la movilización callejera, la huelga de ayer se tradujo en algunas anulaciones de vuelos y en retrasos de los trenes, pero no creó la sensación de parálisis.
Es que la amplia victoria de Macron en las presidenciales de mayo pasado, refrendada en junio en las legislativas, con un programa en el que la reforma laboral figuraba entre uno de los puntos destacados, parece haber anestesiado en parte la contestación de la calle.
El presidente logró, además, romper el frente unido de los sindicatos con concesiones a algunos de ellos, lo que ha provocado que solo la CGT, segundo sindicato del país, convocara la huelga de ayer. Ni la CFDT, primera central obrera, ni FO, muy potente en la función pública, se sumaron.
Macron logró incluso robar parte de la atención mediática a las protestas con un bien orquestado viaje a las Antillas francesas, golpeadas por el huracán Irma, y una puesta en escena que le hizo aparecer como un capitán al frente del navío.
Hay otra jornada de protestas convocada para el jueves 21, la víspera del día en el que el gobierno publicará los cinco decretos leyes que reformarán el mercado laboral. En esa oportunidad los sindicatos se mostrarán más unidos, anunciaron.
Dos días más tarde el relevo lo tomará el movimiento creado por el diputado ultraizquierdista Jean-Luc Mélenchon, La Francia Insumisa, que ha convocado a otra gran jornada de protesta pero esta vez con marcado carácter político.
Dos nuevos tests para el presidente, pero sobre todo para su oposición, sindical y política, para demostrar su capacidad de movilización.
Ayer los manifestantes recriminaron en sus lemas una polémica declaración de Macron, que la semana pasada advirtió que "no cederá nada" ante "los holgazanes, los cínicos o los extremos". En algunas pancartas se podía leer "Los holgazanes están en marcha" o "Macron, te jodiste, los holgazanes están en las calles".
La reforma laboral de Macron pretende reforzar el papel negociador de las empresas y limitar las indemnizaciones por despido. El objetivo es dar más flexibilidad a las empresas para impulsar las contrataciones y frenar el desempleo. El paro en Francia afecta al 9,5% de la población activa, frente a un promedio de 7,8% en Europa.
Para imponer sus cambios, Macron optó por el método acelerado de ordenanzas, que impide el debate sobre el contenido y apenas da margen para votar a favor o en contra. Los cinco decretos serán presentados ante la Asamblea Nacional, donde Macron tiene una holgada mayoría.
La reforma del código laboral es una parte fundamental de la agenda del presidente y el primer paso de una revisión más general del modelo social de Francia, que incluirá otros cambios mayores en las prestaciones de desempleo y las pensiones.
Estas protestas se producen en un momento delicado para el mandatario, cuya popularidad se ha desplomado desde que asumió el poder en mayo. Una encuesta reciente mostró que apenas el 40% de los franceses está satisfecho con su labor. "El sentimiento de que esta reforma no es justa empieza a instalarse, lo que no es una buena señal" para Macron, observó Frédéric Dabi, de la encuestadora Ifop.