Las empresarias son optimistas, aunque hay varias carencias.
Empresarias cubanas ofrecieron en la capital mexicana una mirada optimista sobre la situación del emprendimiento en su país, aunque resaltaron que todavía queda camino por recorrer por la falta de cultura empresarial y los límites a las importaciones.
En una charla enmarcada en el encuentro Womens Forum, seis emprendedoras que comenzaron su carrera laboral en el sector estatal destacaron cómo la creación de sus propias compañías vino, sobre todo, de manera empírica, y afrontando escepticismos de personas de su entorno.
Desde la universidad, señaló Yamina Vicente, los conocimientos que se imparten están enfocados a trabajar para el Estado, por lo que cuando una persona decide crear su empresa tiene carencias sobre aspectos esenciales para mantener un negocio, como planes de viabilidad, estudios de mercadotecnia o cómo manejar un crédito.
En ocasiones, esto hace que las compañías quiebren o cometan fallos que, aunque sean básicos, perjudican seriamente su desarrollo.
Nidialys Acosta, fundadora de una empresa dedicada al mantenimiento de vehículos clásicos, recordó cómo en sus inicios le dijeron que el nombre de su empresa "no tenía carácter registrable", ya que en ella incluía el nombre de una marca de autos. "Algo elemental, que si hubiera tenido conocimiento al principio, no hubiera tenido ese error. Perdí muchos clientes en esa época, pero sobreviví", remarcó.
A diferencia de la complicada burocracia que se da en otros países, el acceso a tener un negocio privado en Cuba es "muy fácil" y se realiza de manera rápida, afirmó a Efe Yamina Vicente, quien cuenta con una empresa de decoración ´para salas de fiestas.
Sin embargo, una de las mayores trabas es el capital inicial, que en los últimos años ha tenido que ir aumentando, porque cada vez hay mayor competencia y eso requiere que se parta con una inversión mayor.
Caridad Limonta, fundadora de una empresa de confección, confió en que las líneas de crédito, ahora "muy ligeras", puedan extenderse con el paso del tiempo. Pero "de nada me vale tener el dinero si las materias primas las voy a tener que comprar en una tienda minorista", señaló.
"Los negocios están con la incertidumbre si pueden conseguir el insumo necesario o no para la calidad de los servicios", apoyó en este sentido Vicente, quien expresó su esperanza de que la mejora de las relaciones con Estados Unidos pueda favorecer el flujo de importación y exportación.
Algunas de ellas relataron cómo han logrado aprovechar un vacío en el mercado nacional —jabones artesanales, juguetes para niños fabricados en Cuba— para emprender su negocio, pero tienen presente que en algún momento podrían entrar al país empresas más grandes que, de alguna forma, eclipsaran su trabajo.
Por ello, opinó Vicente, "sería muy bueno tener un plan B de negocio, un aspecto que dé posibilidades más amplias".
Marianela Pérez, propietaria de un restaurante, dijo que el "temor" a la competencia no solo se limita a la posible presencia de multinacionales, sino que también se vive "a nivel nacional", por lo que la única vía es fidelizar a la clientela a base de "calidad".
La barrera del género no fue un elemento a superar, ya que en Cuba este tipo de discriminación en el sector empresarial no es tan frecuente.
Y pese a los otros escollos que encontraron y encuentran a la hora de emprender, como los limitantes en las comunicaciones, la ausencia de asesoría legal y la prohibición de formar una asociación formal para ayudar a otras mujeres en el proceso, todas mostraron su optimismo por el cambio.
EMPRESARIAS CUBANAS OPTIMISTAS