La suspensión del diálogo cerró un ciclo en la crisis política venezolana: la salida anticipada del poder del chavismo quedó descartada por ahora, y la oposición enfrenta el desafío de reconstruir su credibilidad.
Acusando al gobierno de incumplir lo pactado, la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD) congeló las conversaciones iniciadas el 30 de octubre con la mediación del Vaticano y la Unasur, que intentan salvar el proceso.
El principal objetivo de la MUD era una salida electoral a la crisis, bien con la reactivación del proceso para un referendo revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro —suspendido el 20 de octubre— o el adelanto de las elecciones de 2018. Pero Maduro asegura que ese tema y la liberación de opositores presos nunca estuvieron en la agenda.
Los documentos surgidos de la mesa hablan vagamente de la definición de un "cronograma electoral".
El secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba, insistió ayer miércoles en que ese punto debe incluir el adelanto de los comicios presidenciales.
Tras el congelamiento del diálogo, "el gobierno se sacó de encima la amenaza del revocatorio", dijo a la AFP Benigno Alarcón, experto en negociación política.
Para sustituir al chavismo en el poder, la oposición debía realizar el referendo antes del próximo 10 de enero, cuando Maduro cumplirá cuatro años de mandato.
De lo contrario, incluso siendo revocado, su vicepresidente completará el período de seis años, según la Constitución.
"Lo más seguro es que se llegue al 11 de enero sin mecanismo de cambio y entremos en una dinámica distinta, porque la salida del gobierno no se va a producir, al menos dentro de las reglas constitucionales sobre el revocatorio", advierte Alarcón.
De haber una salida electoral, "sería por acuerdo entre las partes y no porque la oposición cuente con herramientas para lograrlo", dijo.
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CRISIS VENEZOLANA