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Columnistas

Existen, según Henry Kissinger, dos tipos de líderes políticos en el mundo. El estadista y el profeta. En muy raras ocasiones se podría llegar a ser ambos a la vez.
Cualquier ciudadano con un poco de criterio y sentido común debiera concluir que esta vez “la cosa se va complicando de verdad”.
La clase política -tan denigrada hoy en el vecindario- debería tejer en este terreno un acuerdo personal.
El discurso del presidente Lacalle Pou en la Fundación Libertad se prestó para comentarios de todo tipo y color.
La situación argentina no es igual a la uruguaya. La herencia kirchnerista recibida por Milei es dramática.
El Foro de São Paulo, el Grupo de Puebla y sus aliados internacionales legitiman dictaduras y debilitan la institucionalidad democrática en América Latina.
Lo de Argentina no se soluciona si no es con un muy fuerte “shock”, pero cuidando mejor las formas.
¿Cómo logran los intendentes del interior que sus ciudades estén limpias, iluminadas y sean queridas por sus habitantes?
La creación de un estado palestino viable es la única opción para conseguir un verdadero comienzo de entendimiento y paz.
Lacalle clavó banderillas. No se atuvo al culto del mercado ni a la indiferencia ante al destino ajeno.
No parece muy probable que un criminal como Maduro acepte esto. Sabe que si pierde el poder muchos querrán que pague sus crímenes.
La Intendencia de Montevideo prepara cuidacoches para que cobren por transferencia bancaria.

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