EDITORIAL
¿No puede parecer propio de la cultura de la impunidad la voltereta en el aire que dieron muchos senadores oficialistas, que antes aceptaban el delito de abuso de funciones pero que cambiaron de opinión y votaron hace poco su derogación?
Este no es un editorial más que trata sobre el caso Sendic. Es un editorial que trata del tema importante y de fondo que está detrás de las actuaciones de Sendic de estos años, pero que muchas veces pasa desapercibido: la responsabilidad del Frente Amplio.
Hay una primera responsabilidad que muy pocos señalan pero que es fundamental y refiere a lo electoral. Más allá de que ya en 2013 era claro que Ancap tenía serios problemas de gestión, lo cierto es que la campaña de la lista 711 de Sendic se sirvió de la imagen institucional de Ancap en tiempos en que Sendic fue su presidente. Aquello del "Uruguay que queremos" fue visto y oído hasta el cansancio como eslogan de Ancap; y fue ese mismo eslogan de campaña el que usó la lista de Sendic para el proceso electoral de 2014.
El Frente Amplio aquí naturalizó con su silencio la corrupción evidente. Porque evidente era que uno de sus sectores se estaba beneficiando de los dineros públicos invertidos en una imagen institucional de un ente estatal. Y la lista 711 obtuvo por ello gran rédito, ya que el resultado de la interna catapultó a Sendic como candidato a vicepresidente.
Hay una segunda responsabilidad importante del Frente Amplio: la aceptación y normalización de la falta de ética en la actuación política. Por supuesto, nadie negará el resultado del tribunal de la coalición de izquierdas que fue crítico con Sendic. Pero nadie puede negar tampoco que ni una sola voz potente se ha alzado para impedir que varios referentes frenteamplistas sigan ocupando lugares políticos relevantes luego de que quedó demostrado que durante años mintieron impúdicamente acerca de sus pretendidos títulos universitarios.
Un episodio narra cabalmente esa falta de ética de todo el Frente Amplio. Dentro del selecto grupo de siete personas que negoció el texto para ser votado en el Plenario de esa fuerza política, previo al episodio de la renuncia de Sendic, había dos dirigentes que han mentido descaradamente acerca de sus títulos universitarios: el senador Leonardo de León de la lista 711 y el secretario del Frente Amplio Gonzalo Reboledo (que además es director del Impo). Durante años, uno se atribuyó ser ingeniero agrónomo y el otro sociólogo.
La izquierda en los próximos meses querrá hacer aparecer el episodio de Sendic como un desvío individual y aislado. Pero la clave para entender lo que está ocurriendo es justamente lo contrario: darse cuenta de que ninguno de los distintos episodios de la corrupción de Sendic sería posible si no hubiera previamente una responsabilidad mayor de todo el Frente Amplio que prohíja y protege la corrupción. Incluso ahora, ya con la renuncia del exvicepresidente procesada, el Frente Amplio sigue dando claras muestras de su connivencia colectiva en el caso particular de Sendic: en efecto, el líder de la lista 711 nunca fue sancionado por el conglomerado de izquierdas por sus incalificables actuaciones.
Así las cosas, el problema no es solamente un mal uso de tal o cual tarjeta corporativa. El problema es que el Frente Amplio acepta que uno de sus sectores utilice la campaña de un ente del Estado para una campaña electoral sectorial; promueve sin problema alguno a dirigentes que mienten en sus títulos universitarios; y convive sin que se le mueva un pelo de su seregnista bigote con tramas de corrupción y mala administración que, como en el caso de la regasificadora o el de ASSE o el de la propia Ancap, van mucho más allá de las responsabilidades concretas de Sendic.
Por poner otro par de ejemplos de esa cultura de la impunidad y de la corrupción de la que es responsable el Frente Amplio en sí y que va mucho más allá de Sendic: ¿no partió respaldado por la izquierda Anzalone del ministerio del Interior a pesar de haber sido procesado por la Justicia en un caso flagrante de nepotismo? ¿No hubo una manifestación con caravana de apoyo hasta la casa del exministro Lorenzo, procesado por el episodio vergonzoso de Pluna?
¿No puede incluso parecer propio de la cultura de la corrupción y la impunidad la voltereta en el aire que dieron muchos senadores oficialistas, que antes aceptaban el delito de abuso de funciones pero que cambiaron de opinión y votaron hace poco su derogación? Evidentemente, mucha gente piensa que lo hicieron para ayudar a la impunidad de tantos compañeros frenteamplistas ahora investigados por la Justicia.
El problema no es solo Sendic. El problema de verdad es que el Frente Amplio en sí acepta sin problema la corrupción y la impunidad en sus filas.