Cuando el acoso llega al extremo

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Depresión.

En 2014, 32 uruguayos de entre 15 y 19 años se suicidaron. No se sabe cuántos de ellos sufrieron bullying, pero sí que el 18,4% de quienes han intentado quitarse la vida fueron víctimas del acoso de sus pares. Un drama al extremo, un problema que se agrava.

La angustia acumulada de los años, sumada a las burlas de un grupo de compañeros, la fue llevando hacia una situación que, ya hace un año atrás, se le hizo insostenible. Le criticaban la ropa, el peinado, la forma de caminar, su manera de hablar. María no dejó carta ni mensaje de despedida. El suicidio llegó a los pocos meses de haber comenzado tercero de liceo.

Es un caso extremo. El acoso escolar —ahora popularizado como bullying— no fue el único ingrediente para esta muerte. Pero estuvo presente como una gota que cae repetidamente en un vaso lleno y en algún momento puede desbordarlo. Más aún en un recipiente en el que cabía la desesperación de una joven que no se sentía escuchada por su familia.

Para las estadísticas, fue uno más de los 32 casos de adolescentes uruguayos de entre 15 y 19 años que se quitaron la vida en 2014, según cifras preliminares del Ministerio de Salud Pública (MSP). Para los datos fríos importa si se ahorcó, se tiró de la azotea o se disparó, pero no está definido el motivo que llevó al suicidio.

Para las estadísticas del MSP, el 18,4% de los adolescentes uruguayos que intentaron suicidarse "participaron en algún caso de bullying". Un factor de riesgo que, potenciado por las nuevas tecnologías, adquiere nuevas modalidades.

Eso fue lo que le pasó a Ana: otra adolescente, mujer, de 15 años y de Montevideo. Pero es una casualidad porque, al igual que ocurre con los adultos, en la población masculina y del interior es más elevada la tasa de suicidio. En su caso no llegó a concretar su intención. Desde hacía meses unos compañeros del liceo la agredían por Facebook y Snapchat —una aplicación móvil en que las imágenes enviadas se borran unos segundos después de haberse recibido. Le crearon cuentas falsas y le trucaron fotos. El motivo era que Ana estaba saliendo con un chico. Pero, en el fondo, la burla era porque estaba frágil: había sufrido el abandono del padre luego de reiterados episodios de violencia familiar.

No aguantó más. Ana sintió que la culpa era suya, que "para vivir así" era preferible dejar de vivir, y mandó un mensaje a las amigas: "Perdón, las cuidaré". Una conocida llamó a la ONG Último Recurso y la joven recibió asesoramiento.

Las dos tenían 15 años y habían decidido matarse; una lo concretó, la otra no. ¿Cómo puede ser que los padres no supieran? "Hay muchos mitos", dice la psicóloga Susana Quagliata, asesora de la Comisión Nacional para la Prevención del Suicidio. "Se piensa que quien dice que lo va a hacer, al final no lo concreta... Pero nadie coquetea con la muerte así porque sí". De hecho, por cada suicidio concretado, también adolescente, hay entre 10 y 20 intentos previos. "La familia puede notar que algo raro está pasando (ver recuadro), pero no es tan claro advertir un eventual suicidio, y sobre todo en una sociedad como la uruguaya, que aún no está preparada".

La Comisión de Prevención tenía, como uno de sus objetivos, disminuir en un 10% la tasa de suicidios entre 2011 y 2015. No lo logró. La tasa ha sido, en promedio, de 15 suicidios por cada 100.000 habitantes. Sí consiguió que la psicoterapia sea brindada por los prestadores de salud, "aunque todavía no está aceitado (el sistema)", reconoce Quagliata. Y alcanzó el registro de los intentos de autoeliminación, una ficha que deben llenar los médicos y enfermeros que reciben en la puerta de emergencia a un sobreviviente de suicidio.

"Hay muchas dificultades", comenta la psicóloga. "Hay quienes se niegan a registrar por la cantidad de otros formularios que deben llenar. O bien el intento de suicidio es desatendido en un ámbito al que llegan lesionados graves por otras causas". La psicóloga de ASSE, Marilén Bettini, agrega que "hay quienes se justifican que de completar la ficha están estigmatizando al adolescente". El resultado: muchos adolescentes no reciben el seguimiento posterior y tampoco son internados en las primeras 48 horas posteriores a un intento.

Pero lo que inquieta más a la comisión es que "Uruguay está en pañales" en la formación de docentes que sean capaces de detectar un potencial riesgo suicida en un alumno, así como saber enseñar el manejo de las emociones y atender al bullying sin enfrentar cara a cara al acosador y al acosado, dice Quagliata. En Finlandia, la vedette actual de la educación en Occidente, los maestros trabajan con los testigos: los compañeros de clase que son "cómplices" del hostigamiento por no hacer nada.

El día después de que María murió, en el liceo el silencio era total. Los profesores se miraban sin decir nada. Hasta que el equipo psicológico, en forma acertada según los especialistas, optó por hacer un taller para hablar. "Es importante no dar consejos, sino dejar que se hable, conversar sobre el suicidio, quitarle el mito del efecto contagio por solo mencionarlo", asegura la asesora de la comisión del MSP.

Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud, ante el suicidio de un adulto quedan muy afectadas seis personas, pero cuando ocurre con un adolescente la cifra asciende a 100.

Última palabra.

Uno cuenta que se trata de una niña de cinco años. La otra dice que tiene cuatro. Él afirma que la pequeña era golpeada por un compañero y que temía ir al jardín por el acoso que recibía. Ella retruca que a esa edad los niños no son conscientes de lo que significa el bullying. El primero piensa que el padre de la niña es muy respetuoso y pidió ayuda. La segunda considera que el hombre insultó a las maestras. Esta disputa entre el abogado de la familia de una niña que, aparentemente, sufrió acoso escolar y la directora del colegio, llegó a juicio. Es uno de los pocos ejemplos en Uruguay en los que el bullying se resuelve con un juez mediante.

Todo comenzó cuando la niña llegaba llorando a su casa, no quería ir al jardín o bien aparecía con moretones. Según la versión de la familia, el padre habló con las maestras, luego con la directora hasta que, cansado de la inacción, optó por enviar una queja a las autoridades nacionales de la enseñanza. El colegio fue sancionado y, ante el enojo, demandaron al padre. Por su parte, la familia presentó una contradenuncia por los daños causados a la pequeña. "Se está en un proceso conciliatorio", explica el abogado Néstor Gutiérrez. A la niña y a su hermana más grande (de siete años), la cambiaron de instituto educativo.

Gutiérrez también está en la defensa de la familia de otro niño, de un colegio privado, que fue maltratado por un compañero y hasta acosado sexualmente. "Es un caso más complejo porque involucra a la institución, a los padres del acosador que dicen no estar al tanto de la situación, y la familia de la víctima", dice. Al igual que el juicio anterior, está en la órbita civil.

Él o los nuestros.

La semana pasada, autoridades del Consejo de Educación Inicial y Primaria participaron de la "reinauguración" de la Escuela N° 24 del Pago de la Paja (en las cercanías de San Carlos, Maldonado). Todo era en clima de fiesta y los 86 alumnos mostraban ante las cámaras rostros de felicidad. Pero un año antes, en ese mismo centro educativo, padres de 40 estudiantes pidieron que expulsaran a un niño de 13 años que golpeaba sistemáticamente a sus compañeros. De lo contrario, sus hijos abandonarían esa escuela. Intervino la Inspección, se solicitó asistencia psiquiátrica para el agresor y este caso extremo se resolvió en buenos términos.

A veces, cuando no se encuentra apoyo institucional, el abandono escolar es una de las recomendaciones, dice la psicóloga Silvana Giachero. "El director es quien tiene la guarda de los niños en horario escolar y como tal debe garantizar un ambiente sano", alega.

No hay cifras de cuántos niños cambian de centro educativo por acoso. Se sabe que los primeros motivos son por modificación de domicilio o por buscar otros contenidos, dice el consejero Héctor Florit. A Giachero la experiencia le indica que uno de cada tres niños es víctima de bullying, con lo cual es esperable que varios de ellos opten por cambiar de institución.

En un expediente dentro de un juzgado, en las cicatrices de una muñeca o en la angustia de un adolescente, el tema está presente a la espera de encontrar la ayuda necesaria.

SEÑALES DE QUE ALGO ESTÁ SUCEDIENDO.

Adolescente, sí. Fiera, no.

Luego de la pubertad, las personas negocian su identidad. Es un momento de cambios (también físicos) y conflictos. "Pero esto no significa que la única forma de relacionarse sea con agresiones y que haya mucha ira al punto de querer lastimarse", dice la psicóloga Susana Quagliata. "Tampoco se justifica que esté en la casa y que no comparta espacios con el resto de la familia".

El bajón.

La adolescencia es, también, la época de afirmar las amistades. Si un joven pasa el tiempo solo, llora o tiene mucha furia contenida, puede estar ante una crisis de angustia y comienzo de depresión. Esta enfermedad es la tercera causante de suicidios.

Antecedentes.

Haber intentado autoeliminarse encabeza el triste ranking de factores de riesgo del suicidio. Lo sigue el haber tenido familiares que se suicidaron.

Jugar con la muerte.

"Nadie coquetea con la muerte así porque sí", señala Quagliata. "A los mensajes de despedida hay que prestarles atención y no minimizarlos porque son cosas de chicos´".

Frente al docente.

"El 70% de los casos de bullying pasan en plena clase, no en el recreo", dice la psicóloga Silvana Giachero. "El tema es que hoy el 99% de los casos de acoso pasan a las redes sociales. Y ahí los padres deben estar presentes".

Recurso.

Los teléfonos de la ONG Último Recurso, de prevención de suicidio, son: 0800 8483 (gratis, de 19 a 23 horas), 2400 8383 (de 19 a 23 horas), 095 738483 (24 horas) y *8483 (24 horas, gratis, por Movistar y Antel.

Centros educativos en alerta ante el aumento del acoso por redes sociales.

ANDRÉS ROIZEN

Sexting, grooming, "pornovenganza", fotos y videos sexuales circulando por Whatsapp... las nuevas tecnologías desafían la intimidad y encienden una luz de alerta con casos polémicos casi que a diario. Para peor, los menores tienden a ser protagonistas con frecuencia.

Es que más allá del sinfín de utilidades y beneficios que las redes sociales y las plataformas digitales ofrecen, surgen diversas prácticas problemáticas en el plano de la comunicación que pueden ser delictivas.

Uruguay no se quedó atrás. Según el Ministerio del Interior, el ciberacoso "es bastante común en nuestro país". Las cifras oficiales indican que en 2014 se cuadruplicaron las denuncias por ese tema: en 2013 hubo 120 reportes, y en 2014 se superaron las 450 denuncias por temas similares.

Además, al analizar el asunto, los efectivos policiales especializados advierten: "Los más vulnerables se ubican en el entorno de los 7 a los 17 años", ante lo cual incluso se aconseja que los menores de edad no tengan Facebook u otra red social, y que si tienen, sean debidamente controlados por sus padres.

En ese marco, distintas modalidades de abuso por las redes ya se han hecho conocidas. El sexting, por ejemplo, consiste en el intercambio de fotos o videos de contenido sexual, y muchas veces deriva en situaciones de extorsión. El grooming, en tanto, refiere a la práctica por la cual un adulto logra cercanía con un menor a través de las redes con el objetivo posterior de satisfacer el deseo sexual. La "pornovenganza" refiere a la situación que se genera cuando tras la ruptura de una pareja, uno de los integrantes de la misma comienza a difundir imágenes íntimas de la otra persona en cuestión, sean videos o fotografías.

También el acoso (bullying), sea laboral o escolar, se canaliza muchas veces a través de redes sociales.

En alerta.

A la vez que estos fenómenos se extienden, crece la preocupación en las instituciones educativas públicas y privadas, que buscan alguna forma de tomar medidas para ayudar a los jóvenes —y también a sus padres— a entender esas nuevas realidades, y hacer un buen uso de las herramientas de comunicación.

Martín Prats, director de Derechos Humanos de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), dijo a El País que el acoso escolar que antes sólo se daba en los centros de enseñanza ahora toma el agravante de que continúa en las redes sociales. Así, afirmó que "está bastante extendido entre pares el acoso, encuadrado dentro de situaciones de violencia ya existentes".

El jerarca comentó que entre las autoridades educativas hay una especial preocupación "por el acoso entre pares con una relación de afecto en común, dado que eso puede derivar en lo que es denominado violencia en el noviazgo, como forma de violencia de género".

Prats dijo que en la enseñanza están notando con mayor frecuencia casos de parejas de alumnos que, cuando se desvinculan, derivan en situaciones de acoso a través de las redes sociales por parte de uno de los integrantes hacia el otro.

"Ese es un problema que estamos observando. Las redes posibilitan una nueva vía para el acoso, pero no tenemos todavía informes cuantitativos sobre el tema", aclaró.

Al día de hoy, ANEP no tiene ningún programa ni lineamiento central que aborde los problemas y las formas de abuso surgidos en las redes sociales, y el apoyo que los docentes y alumnos reciben está librado a la voluntad de cada centro. En ese marco, en algunos liceos ya empiezan a surgir talleres y programas para atender la temática.

"No hay actualmente un programa concreto que refiera a la utilización de las redes sociales; eso está comprendido dentro de la preocupación de crear un buen clima de convivencia, un clima de buen relacionamiento basado en derechos", afirmó Prats, quien dijo que el asunto no se aborda como un tema de manejo tecnológico, sino que se trata "desde la convivencia, como un tema de derechos humanos".

El jerarca de ANEP también señaló que a los docentes "les faltan herramientas" para poder trabajar la temática. "No han tenido tradicionalmente una formación para atender determinado tipo de problemas que vienen de la sociedad y que estallan en el centro educativo. Eso se está intentando paliar ahora", dijo.

Expuestos.

Por su parte, Zózima González, presidenta de la Asociación de Institutos de Educación Privada (Aidep), entendió que los jóvenes al utilizar las redes sociales "están expuestos a todos los peligros: vínculo con desconocidos, desviación de intereses, desnudar la privacidad de su casa y poner en riesgo la seguridad personal y familiar, o quedar expuestos a encuentros sexuales" que se asocien con otros riesgos, expresó. En ese sentido, valoró como "sumamente necesaria" la educación en la temática.

"Hay que entender que la tecnología llegó para quedarse, entonces la educación tiene que asumir la necesidad de incluirla; ese es uno de los grandes desafíos actuales", dijo. González entendió que, en general, los alumnos "no tienen noción de los riesgos que el uso libre e indiscriminado de las redes puede tener".

La docente dijo que las instituciones de enseñanza privada que integran Aidep han planteado a la directiva la necesidad de abordar estos temas, y han mostrado diversas inquietudes sobre cómo trabajar el asunto.

"Los colegios expresan sus inquietudes y su interés por abordar estas temáticas. Por eso ya lo estamos haciendo: estamos trabajando muy profundamente en la prevención, en la toma de conciencia de los alumnos y en la sensibilización de las familias. Eso tanto en Educación Inicial, como en Primaria y en Secundaria", afirmó González.

La titular de Aidep dijo que el primer punto que se explica a los estudiantes es que ellos "son generadores de información". "Se trabaja para aprender qué información seleccionar, para quién y con qué objetivo, además de las consecuencias que eso puede tener", afirmó.

Así, la docente dijo que los alumnos se muestran sumamente interesados en la temática, y que muchas veces se evidencia su preocupación: "Cuando se dan cuenta que una vez que publicaron algo, por más que lo bajen ya es algo sobre lo cual pierden el control, se muestran impactados. Eso los conmueve", relató. Además, afirmó que los padres exhiben cierta "incomodidad" cuando se les habla sobre los riesgos que tiene el mal uso de las nuevas plataformas digitales.

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