SEGÚN ESTUDIO
Un informe publicado por el Claeh advierte que el gobierno del Frente Amplio destina para la cultura menos fondos que antes de la crisis de 2002. El trabajo se centra en las políticas financiadas por el MEC; jerarcas responden que se omiten esponsoreos de entes y el Antel Arena.
Hay ausencias que sorprenden. Uno esperaba que Venezuela fuera un tema que estuviera sobre los atriles del debate entre el oficialista Daniel Martínez y principal retador de la oposición, Luis Lacalle Pou. Lo mismo que se aguardaba un mayor despliegue sobre la crisis que acusa el sector agropecuario. Pero nadie —o muy pocos— se asombraron de que ninguno de los dos haya nombrado la palabra cultura. ¿Es un tema la cultura para quienes gobiernan? Las cifras develan una respuesta categórica: no.
El músico Luciano Supervielle se quejaba días atrás en Twitter sobre esto: “No se mencionó la palabra cultura en el debate presidencial”, escribía, y agregaba un emoticón de manos abiertas sinónimo de incomprensión. Fernando Santullo, también músico, le respondía: “No es prioridad, no fue integrada dentro de los temas centrales”. El también músico, Walter Bordoni, dice que la cultura “para la llamada clase política nunca fue un tema demasiado importante o prioritario”. Mientras que el escritor Roy Berocay apunta que el formato del debate “fue tan acotado que quedaron muchos temas por el camino”.
Pero lo cierto es que las cifras del presupuesto nacional demuestran que —al menos en este tercer gobierno del Frente Amplio—, lo destinado a la cultura en el presupuesto nacional ha sido muy poco. Los datos los devela un trabajo publicado por el Claeh, el cual concluye que lo que se invierte en cultura es bastante menos que lo que se destinaba antes de 2002.
El estudio, que lleva por nombre “¿Qué lugar ocupa la cultura en el Presupuesto Nacional? Un breve análisis descriptivo de la evolución de la asignación presupuestal en cultura 1999-2018”, fue realizado por Hernán Cabrera, sociólogo, gestor cultural, y responsable del Sector Cultura en la Dirección de Planificación de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP). Antes de eso trabajó siete años en la Dirección Nacional de Cultura (DNC).
“Pese al crecimiento sostenido de la economía uruguaya durante los últimos quince años”, la asignación presupuestal a la cultura “es muy marginal”, advierte Cabrera y lo demuestra con números.
Uno de los datos que plantea es el siguiente: mientras entre 1999 y 2001 se destinaba 1,22% del presupuesto nacional a la cultura, en 2018 esa cifra estuvo en el 0,58%. En 2017 fue aún menos, 0,48%. En la crisis de 2002 era más, 0,50%.
El informe estudia lo asignado por el Presupuesto Nacional para algunas unidades ejecutoras que dependen del MEC. Estas son, además de la DNC, Dirección General de Secretaría, Museo Histórico Nacional, Museo Nacional de Historia Natural y Antropología, Archivo General de la Nación, Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación, Museo Nacional de Artes Visuales, Dirección General de la Biblioteca Nacional, el Sodre y el Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional.
El trabajo, reconoce Cabrera, hace un corte arbitrario, dejando por fuera el presupuesto de las bandas militares, de algunos coros que funcionan en ministerios y de los bachilleratos artísticos.
El autor advierte que “la imposibilidad de llegar a esos niveles de degradación de los datos —para los cuales habría que hacer casi una tarea de arqueología— también habilita una ventaja comparativa: la de intentar centrar el foco en aquellos espacios que se dedican específicamente a la labor de las políticas culturales en la órbita estatal del Poder Ejecutivo”.
Es importante decir que por fuera de este trabajo están también, por ejemplo, la inversión que ha hecho el Estado en el Antel Arena, que le costó a las arcas públicas más de US$ 90 millones; los esponsoreos que habitualmente los entes suelen hacer para eventos artísticos; y los gastos que por su parte hacen las intendencias (para el Carnaval, por ejemplo).
El estudio abarca, entonces, el último año de la presidencia del colorado de Julio María Sanguinetti, el gobierno de Jorge Batlle (atravesado por la crisis de 2002) y cada uno de los tres gobiernos del Frente Amplio, hasta el año pasado.
Cabrera documenta también que el gasto en cultura al finalizar el gobierno de Sanguinetti era de 0,270% del Producto Interno Bruto (PIB), para en 2000 alcanzar el récord —dentro de la franja analizada— con un 0,285%.
Luego, con la crisis de 2002, el presupuesto para la cultura se redujo a menos de la mitad, alcanzando el 0,128% del producto. Hubo un repunte que alcanzó su pico más alto en 2008 (0,222?%) y una baja que luego se transformó en una suerte de meseta entre 2009 y 2015, con valores entre 0,170?% (año 2010) y 0,202?% (año 2012). A partir de allí volvió a bajar, llegando al 0,158?% en 2017.
“Era esperable que la crisis económica 1999-2002 afectara la asignación presupuestal en cultura; sin embargo, llama más la atención que entre 2003 y 2017, con 15 años de crecimiento del PIB, que en promedio fue del 4,34%, la asignación a la cultura haya tenido esas oscilaciones y además nunca haya recuperado los valores previos a la crisis”, advierte Cabrera en su estudio.
Los años de mayor asignación presupuestal para la cultura fueron 2000 y 2014, lo que advierte que a Uruguay le llevó 14 años alcanzar una asignación presupuestal en cultura similar a la que había antes de la crisis (aunque menor: 0,285% vs. 0,222%), pero pasado un año no pudo sostenerla y la asignación volvió a caer durante tres años consecutivos.
Pese a las oscilaciones las cifras son bastante bajas, dice Cabrera, si se tiene en cuenta la recomendación de la Unesco de destinar el 1% del PIB a la cultura.
La cultura en el MEC
Cabrera advierte que “en términos presupuestales (el MEC) es un Ministerio de Cultura y muchas cosas”, puesto que en 16 de los 20 años analizados, salvo en el período de recuperación de la crisis, que él define entre 2003 y 2007, la asignación de cultura en el presupuesto del MEC siempre fue mayor al 50%. Desde 2008, además, oscila siempre alrededor del 60%.
En cuanto a cómo se distribuye este presupuesto, la Dirección General de Secretaría —que no se encarga solo de proyectos culturales— es la que históricamente se ha quedado con la mayor parte de la torta, con un promedio del 37,1%. Sin embargo, datos de 2019 publicados por OPP —y que están por fuera del informe del Claeh— dicen que esta dirección recibió en el último año el 22,9%. Una de las razones que explican esto es que, por ejemplo, en 2017 se creó una dirección de Centros MEC. Antes estos eran financiados por la Dirección General de Secretaría; hoy tienen sus propias arcas que se nutren de casi el 3% del presupuesto.
En segundo lugar a nivel de promedio se coloca el Sodre, con el 36,3% del presupuesto. El dinero destinado a esta unidad tuvo una baja significativa a partir de 2003, cuando se creó una nueva unidad ejecutora para incorporar de manera independiente a Canal 5. En 2014 se instauró el Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional (Secan), que además de a Canal 5 absorbió a las radios públicas.
El año de mayor asignación presupuestal para el Sodre —ya solo con el Auditorio y los cuerpos estables (lo que incluye la Orquesta Sinfónica, el Ballet Nacional, el Coro Nacional, el Conjunto de Música de Cámara y Coro Nacional de Niños)— fue 2017, con el 32,5?%. El Sodre tuvo el 27,4%, equivalente a $ 782 millones de presupuesto (unos US$ 22 millones), en este 2019.
El autor apunta que las estructuras y dimensiones “de antaño” explican su cuantioso gasto en personal: “El Sodre conserva sus cuerpos estables, los técnicos asociados a ellos y al auditorio, y tiene en sus filas distintos tipos de gestores y profesionales de la cultura”, dice.
Por su parte, y desde que se creó, el Secan tiene también un lugar importante en la asignación de presupuesto. Este año que está en curso tuvo un presupuesto de 523 millones de pesos (unos US$ 15 millones). Esta unidad comprende el canal de televisión TNU y las radios estatales (Radio Uruguay, Babel, Emisora del Sur y Radio Clásica). En 2017 también funcionaba bajo esa órbita el Icau (Instituto del Cine y Audiovisual del Uruguay). Hoy ya no depende del Secan.
El Secan en 2018, según el informe del Claeh, se llevó un 20,8% de la asignación presupuestal para pagar sueldos de personal —en 2019 fue 18,37%— . “El servicio que se brinda a la ciudadanía es sumamente intensivo en gastos de personal con las estructuras actuales”, asegura el informe de Cabrera.
Entre las unidades que reciben menos presupuesto están el Museo Histórico Nacional y la Biblioteca Nacional, con 0,96% y 4,26% del PBI, según cifras de 2019.
Cómo medir
La eficiencia de las políticas culturales es un tema largamente debatido y escabroso. Es una afirmación generalmente aceptada que en Uruguay el gran debe es cómo evaluar si un programa cultural fue exitoso. Idealmente, cuando termina, se debería evaluar si sus objetivos fueron cumplidos. Pero lo cierto es que en ocasiones, el haber hecho, el placer de realizar la obra, la buena intención, la experiencia artística, hace que se deje de lado la evaluación cuantitativa.
Se trabaja sobre capital simbólico, intangible. La construcción de indicadores sigue estando en el debe. Unos años atrás, parecía casi un ultraje ponerle números a la pureza de la creación.
En ese sentido, el autor del informe da cuenta de ese debate y establece que “deben establecerse metas, objetivos e indicadores de resultados. Es necesario, imperioso, pensar los proyectos de gestión cultural teniendo en cuenta estas dimensiones especialmente cuando se habla de política pública en cultura, donde los gastos que se hacen deben responder a los ciudadanos”, afirma.
Los críticos
Ni el actual ni el anterior director de Cultura del MEC tienen reparos puntuales sobre el trabajo. Hugo Achugar, que ocupó ese cargo en la administración de José Mujica, incluso advierte que a “entre el 95% y 98% de los parlamentarios la cultura le interesa un pepino”. Sin embargo, sí manifiestan que hay que tener en cuenta que el informe no contempla la totalidad de gastos realizado por el Estado para la cultura.
Achugar advierte, además, que el trabajo debió destacar más lo que se invirtió en el Antel Arena y “los casos de esponsorización, que en cultura son muchos”. También, dice, “se debería sumar lo que gastan muchos ministerios, como ser el Ministerio de Turismo”.
El exjerarca señala que tampoco entiende cómo se contabiliza en este trabajo el fideicomiso del Sodre. “Hay una plata que no aparece, que la maneja el fideicomiso, que le llega al Sodre por otro lado”, advierte el jerarca. El fideicomiso, explica, existe entre otras cosas porque sino contratar a artistas internacionales sería muy complicado.
“Los cantantes de ópera, u otros artistas de nivel internacional, tienen agendas de tres o cuatro años para adelante. Y cobran lo que cobran, no se les puede pagar según las escalas que establece el Tocaf (Texto Ordenado de Contabilidad y Administración Financiera). Ahí lo que se hace negociar. A Uruguay siempre le cobran menos, no pagamos lo que paga París, pero eso hay que negociarlo. No se le puede decir a Pavarotti: ‘Mirá, de acuerdo a las leyes uruguayas tenemos que hacer un concurso a ver si te elegimos y así entrás en el presupuesto nacional’”, bromea didácticamente el exjerarca.
El fideicomiso del Sodre funciona con dinero de Rentas Generales, los que provienen de dinero que aporta UTE.
También dice que la cultura se nutre de esponsoreos de empresas privadas y que también es mucho el dinero que ponen las intendencias. Y ese dinero a veces sale “del presupuesto personal de cada intendente, o de la secretaría de la intendencia por pedido de un director; llaman a Moria Casán y le dan un cheque que no sale de un presupuesto dedicado exclusivamente a la cultura”, advierte.
Su sucesor, el actual director de Cultura de MEC, Sergio Mautone se expresa en el mismo sentido. “No conozco el informe, no lo he estudiado, por lo tanto no puedo arriesgar una opinión definitiva. En una primera lectura lo que veo es que no se tuvieron en cuenta algunos programas que generan presupuestos a la actividad en cultura, tampoco están los refuerzos presupuestales que muchas veces recibimos”. En este sentido advierte el caso de la reforma de la ex Cárcel de Miguelete, hoy el Museo de Historia Nacional, que no figura dentro del presupuesto.
¿Qué proponen los programas de los partidos sobre cultura?
El programa del Frente Amplio tiene un apartado sobre cultura. Allí proponen “crear organismos representativos (consejos o comisiones) capaces de definir y articular las políticas culturales estratégicas en los tres niveles de gobierno: nacional, departamental y municipal”. Como planes concretos no hay mucho más, sí varias generalidades:un programa de becas, nexos con el Mercosur y otros países del mundo para la circulación de productos culturales, y fortalecer las industrias creativas.
En cuanto al Partido Nacional, su programa advierte algunos cambios de magnitud, como ser la reestructura de la Dirección Nacional de Cultura del MEC, “que deberá pasar a funcionar en cinco áreas: Música, Artes Escénicas, Letras y Publicaciones, Artes Plásticas y Visuales, y una nueva Coordinación de
Actividades Culturales”. También propone una “profunda revisión” de los Centros MEC, “potenciar el sistema de comunicación del Secan” (a cargo de Canal 5 y de las radios públicas) con el objetivo de conseguir más audiencias.
El programa del Partido Colorado, en su apartado de “Arte y Cultura”, proponer la generación de “polos de arte” en zonas de contexto vulnerable, la creación de un fondo para la exportación de la cultura, la creación de un sello de calidad para la cultura que premie a productos uruguayos, y redefinir las políticas de fondos con monitoreos y evaluaciones constantes. Cabildo Abierto, en tanto, propone “estimular eventos relacionados con nuestras tradiciones”.