Una mina a la basura: falta un plan de residuos electrónicos

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9,5: de kilos de chatarra electrónica es lo que genera un uruguayo en un año. Foto: M. Bonjour
Basura chatarra electronica, Cnel Belinzon 4880, foto Marcelo Bonjour, nd 20150618
Archivo El Pais

La falta de una legislación nacional para garantizar el reciclaje seguro de los residuos electrónicos, deja a los uruguayos con poco margen para actuar con responsabilidad cada vez que desechan un dispositivo. El país es el segundo en Sudamérica con mayor generación de esta chatarra.

La imagen: una fila de ómnibus desde el Centro de Montevideo hasta el peaje de Pando. O, lo que es lo mismo, 2.667 de estos vehículos colocados uno al lado del otro en una extensión de 32 kilómetros. Esa es la cantidad de chatarra electrónica que genera Uruguay en un año. Equivale a 9,5 kilos de desechos por habitante, lo que coloca al país en el segundo puesto en Sudamérica en el ranking de quienes concentran mayores residuos de este tipo per cápita. El líder es Chile con 9,8 kilos.

El sonido: un televisor de tubo de rayos catódicos, esos de uso frecuente antes de la irrupción de las pantallas planas, cae al piso y estallan los vidrios. Los pedacitos, algunos más grandes que otros, crujen cuando se los junta con la escoba y se los tira a la basura. También tintinean cuando van en la bolsa de nylon camino al contenedor verde. Murmuran al ingresar al camión y luego al caer en la usina. Pero más que el "simpático" sonido, lo que contamina, en este caso, son el plomo y otros metales que tiene el aparato en desuso.

La realidad: no hay una legislación nacional para la recolección y el reciclaje de los residuos electrónicos. De modo que "no existe garantía de que se recicle todo lo que se puede y que las sustancias tóxicas se eliminen correctamente", dice a El País Kees Baldé, uno de los investigadores del estudio que presentó este mes la organización internacional Universidad de Naciones Unidas. En la región, solo Brasil, México y Costa Rica tienen instalaciones dedicadas al reciclaje bajo los estándares internacionales e incentivadas por normativas estatales.

En 2014 el mundo acumuló 41,8 millones de toneladas —una fila de ómnibus desde Estados Unidos hasta Japón, yendo por el Atlántico—. Según la investigación, ascenderá a 50 millones de toneladas para 2018. Es que a la ya extendida moda de tener el último teléfono celular —y tirar el viejo—, se le suma la menor duración de los electrodomésticos del hogar. De hecho, la tecnología de la información representa solo el 7% de los residuos a nivel mundial.

Y el Uruguay del Plan Ceibal, el mayor exportador de software de la región, el de la fibra óptica y la red 4G, no es ajeno a este consumo y tendencia. "Una computadora dura unos cuatro años", señala el ingeniero Juan Grompone. "Pensemos en que al país ingresan unas 200 mil y hay millones de celulares, cargadores, cables, y la lista sigue". En poco tiempo, cualquier ciudadano acumula alguno de estos residuos aun sin ser un fanático de la tecnología.

¿Qué puede hacer? Lo más barato —y menos responsable a la vez— es tirar los dispositivos al tacho de basura. La otra opción, si es que no quiere ponerse en riesgo la salud y el ambiente, es reutilizar el equipo. Si se trata de una computadora que funciona, pero ya no tiene uso propio, puede donarse a programas como Antel Integra (0800 2824) o a cualquier centro que la necesite. Si se quiere reciclar, el panorama es más difuso.

Al no haber legislación —hubo un proyecto de ley presentado en 2008 por Alberto Cid que, tras no tratarse en dos legislaturas, murió en un cajón—, tampoco hay una subvención estatal para el reciclaje. Algunas empresas privadas son responsables de esta tarea. Pero muy pocas tienen el servicio de recibir directamente lo que ofrece un particular. "Trabajamos con contratos con empresas o compramos en galpones de desechos", dice Gabriel Werba, propietario de Werba S.A., que junto a Triex son las dos compañías uruguayas del rubro que mueven mayores volúmenes.

¿Compran? Sí. Es que detrás de un teclado, un control remoto o un celular puede haber metales preciosos como oro y plata. "Cada vez en menos cantidad por equipo", aclara, "porque los desarrolladores de tecnología buscan bajar el precio del producto (de ahí, también, la menor utilidad)".

Solo el 17% de la chatarra electrónica del mundo termina siendo reciclada. Como consecuencia, estiman en la Universidad de Naciones Unidas, las cientos de toneladas de metales desperdiciados equivalen a 52.000 millones de dólares.

Werba S.A., una empresa familiar que va por su cuarta generación especializada en la exportación de metales, recibe equipos de gigantes como IBM, entes públicos y el Plan Ceibal (foto principal). En 2014 contabilizó 3.000 toneladas de residuos eléctricos y electrónicos, un 30% del total de desechos que acogen. "Pero la cifra es mayor", precisa el ingeniero químico Emiliano Avondet. "Un calefón, por ejemplo, es chatarra electrónica, pero nosotros recibimos directamente el tanque de cobre".

17% de los residuos electrónicos del mundo terminan siendo reciclados. <br>Foto: M. Bonjour
17% de los residuos electrónicos del mundo terminan siendo reciclados.
Foto: M. Bonjour

Lo más complicado y contaminante a la vez son los monitores de tubo y las baterías, que tienen muchos tóxicos y pocos metales preciosos. Las empresas deben enviar el material a plantas especializadas en el exterior, las que, a su vez, les cobran por ese servicio. Por tanto, las compañías locales exigen, en este tipo de productos, que el usuario pague.

¿Pagar por ser responsable? "En el primer mundo", dice Werba, "cuando uno compra un equipo le aclaran que hay un impuesto indirecto que cubre los gastos de reciclaje". El empresario se reunió con autoridades de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) para planificar un sistema de reciclaje global. Hasta el momento no hubo avances en esta línea. Eso sí: "Como país, estamos preparados (a nivel logístico) para hacer frente a la demanda. Lo que falta es voluntad".

La Asociación de Informáticos del Uruguay (Asiap) está preocupada por la "lentitud" con la que Uruguay está tomando medidas en el asunto, dice Carlos Gera, su gerente. "Sobre todo preocupa la cantidad de equipos que se multiplica por funcionarios públicos —hoy casi todos están informatizados— y que no hay detrás un plan serio de reciclaje".

Ante la consulta a la Dinama sobre el asunto, no hubo respuesta. Puede que el tema pase inadvertido si se comparan las cifras con las enormes toneladas que desechan los países vecinos. Pero la cifra es "inmensa" cuando se atiende en relación a los habitantes. Ahí somos vicecampeones.

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La última parada del celular y la computadora.

El dicho reza "ojos que no ven, corazón que no siente". Quizás una nueva acepción pueda ser "chatarra que no se ve, contaminación que no se percibe". A diferencia de las fotos que captan agencias internacionales en Acra, la capital de Ghana o en la provincia china Guiyu, en Uruguay no hay esos enormes vertederos de residuos electrónicos. Puede que, directa o indirectamente, parte de los desechos del país terminen yendo a parar a esos verdaderos cementerios de dispositivos. Aunque todo indica que lo que no se recicla —en el entorno del 20% del total de desechos— termina yendo a parar a las usinas de las intendencias. Eso sí: al igual que las pilas, suelen acabar en tubos de cemento, separados del resto de la basura, de modo tal que cumplan con las normas ambientales. Los especialistas aclaran que la quema es la peor opción debido a la contaminación ambiental y el riesgo que supone para la población.

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9,5: de kilos de chatarra electrónica es lo que genera un uruguayo en un año. Foto: M. Bonjour

vicecampeones de la chatarra

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