El curriculum de la nueva integrante de la banda dice que tiene una licenciatura en Relaciones Internacionales, una tienda de objetos en la que hasta hace tres meses volcaba la mayoría de su tiempo y que el año pasado compartió escenario con artistas como Yelle y Babasónicos.Y ahora agrega que es la DJ e imagen femenina de Rombai, banda que hasta entonces era la “antítesis” de su vida. ¿Qué pasó en el medio? Mucho, y muy rápido.
"Mirá, todo esto es mío", dice y señala un perchero repleto de ropa, con la ilusión de que Agustín Casanova la ayude a elegir un atuendo adecuado. Él, que repara en una gargantilla aunque no entienda bien para qué se usa, le pregunta qué está buscando, como si fuera un vendedor tratando de que su clienta se vaya satisfecha.
Desde niña, Valentina Nirenberg soñó con ser diseñadora de moda y apenas tuvo edad empezó a estudiar. Pasó por tres institutos y terminó la tecnicatura, pero a la larga entendió que trabajar en ese rubro en Uruguay no era su mejor plan a futuro. Entonces se recibió de Licenciada en Relaciones Internacionales, estudió diseño de sonido donde se fascinó con el mundo del DJ, y empezó a trabajar primero en el evento Ronda de Mujeres, y después en fiestas y eventos de marcas.
Aunque reconoce que lo de la DJ mujer es en parte una moda, ella sabe que está "bien catalogada" porque se adapta a cualquier tipo de eventos, sea un desayuno o una fiesta en la madrugada, sea con música funcional o protagonista. El año pasado abrió el recital de la francesa Yelle en La Trastienda y le cerró a Babasónicos en el Radisson, dos puntos altos en su historial.
Hoy, con 26 años y siendo considerada una it girl, tiene todo un perchero a su disposición para armar el look que lucirá una noche, cuando salga al escenario con Rombai y comparta con Márama. Casanova la ayuda a elegir la ropa o la acompaña en una versión a dúo "Corazón con agüjeritos", todo para compartirlo con los fanáticos a través de la red social Snapchat.
Hace un par de meses, la vida de Vala Nirenberg era otra. Repartía su tiempo entre el trabajo DJ y Jevi, la tienda de objetos con la que busca "reinventar la idea de regalar" y a la que considera una hija. Snapchat, en ese entonces, no era relevante.
"Antes mis días eran distintos, ahora son únicos. Estoy todo el tiempo a la espera de lo que tengo que hacer", explica Nirenberg en su casa mientras ofrece café y va en busca de Joy, su perra, que pasará el resto de la charla acomodada en su falda. De fondo suena rock clásico, lo que más hay entre sus CDs y discos de vinilo.
Su rutina se sacudió tanto que hasta coordinar esta entrevista costó un poco, por sus semanas complicadas. "Semana complicada" y "Buenos Aires" debe ser lo que más dice últimamente. Se lo dirá a su novio, a su hermana, a las personas que todavía no tienen claro que ahora Vala, como se la conoce, es miembro de una de las bandas uruguayas de cumbia pop que es sensación en la región.
Llamada.
Es Semana de Turismo y a Nirenberg alguien le dice por teléfono, desde un número desconocido, que Rombai está renovando la imagen y buscando a una DJ mujer con conocimientos de producción, que pueda aportarle a Fernando Vázquez. Le dice que ella es una de las candidatas y que, si de casualidad, no puede ir en ese momento, ya, ahora, a un lugar donde están reunidos. "Me están jodiendo", piensa. Igual decide ir.
Ese fue el primer contacto entre Nirenberg y Rombai, que antes de irse de la reunión escuchó algo parecido al "nosotros te llamamos" de las entrevistas. Pasaron más de 10 días y mientras hacía las compras en el supermercado, le llegó un mensaje: "vamos con vos". Era martes, y el viernes se fue a Perú a filmar el videoclip de "Reencuentro".
"Yo debuté en el Luna Park frente a 7.500 personas: tuve más Luna Park que ensayos", dice Nirenberg y la frase resuena. "Y salí al escenario como que estaba en cualquier boliche de acá. Ahora me doy cuenta de lo salado que estuvo, de que yo estuve ahí", confiesa.
Todavía procesa la información de estas últimas semanas y todavía responde mensajes de conocidos explicando que sí, que es ella la que está en Rombai. Pero ya no se cuestiona a sí misma. "Es otro palo, vengo de otro mundo, pero me di cuenta: ¿de qué me tengo que preocupar? ¿De que me critiquen? No me importa, el que me conoce me conoce y el que no, no importa".
—¿Te asustó algo?
—Tenía un poco de miedo del qué dirán, porque Rombai es la antítesis de mi vida. Pero me sorprendí porque no escuché un comentario que me haya dolido. Todos me dieron para adelante porque la gente entiende que es un producto uruguayo que está triunfando afuera, y hay que reconocerlo.
—¿Y tus prejuicios?
—Tenía mis prejuicios y se los dije en la primera reunión. Está bueno el proceso de darse cuenta de que no es así, de que Fernando es un genio y que en vivo es una banda que suena muy bien. Yo también tuve que hacer ese proceso, pero en el primer ensayo ya me encontré con cosas muy pro. No te voy a decir que siempre me encantó, pero no conocía ese mundo antes.
En ese mundo hay fanáticas que le dicen que la aman —pero quizás no la reconocen cuando se la cruzan en la calle— y una banda en proceso de cambio a la que ella llegó para aportarle "condimentos". Y en este nuevo mundo, también, hay un disco con su rostro. "El otro día entré a una casa de música, vi el disco y dije: esa es mi cara. Nunca me hubiera imaginado llegar a ese nivel y menos con Rombai. Estoy superagradecida porque me dio la oportunidad, que no me la dio otro, que de repente siempre estuve ahí", reconoce. Nada de este viaje se lo imaginó, al final, pero lo está disfrutando.
VALA NIRENBERG