Las madrinas de leche

| Los bancos de leche humana han logrado rebajar enormemente la mortalidad de los niños nacidos antes de tiempo. Aun así, tienen carencias de infraestructura y personal que limitan la operativa. El del Pereira Rossell, el más grande, necesita US$ 150 mil para una nueva área.

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El banco del Pereira Rossell procesa entre cuatro y seis litros diarios. Necesitaría pasteurizar entre diez y doce para poder abastecer a toda el área metropolitana.

LEONEL GARCÍA

Uno por uno, Natalia Lambert (30) va retirando trece frasquitos de 200 centímetros cúbicos cada uno del freezer de su casa. Todos ellos tienen su nombre, fecha y hora; todos contienen leche, su propia leche, extraída de sus mamas. Es una rutina que se repite cada 15 días, cuando los funcionarios del Banco de Leche Humana del Hospital Pereira Rossell van a visitarla a su casa para retirar la donación. "Y estos son pocos, ¡llegué a donar 40!", cuenta orgullosa. Su hijo Matías mira inquieto; pese a sus once meses parece darse cuenta que ese líquido le "pertenece".

A ella, médica de profesión, no hace falta que le expliquen las bondades de la lactancia materna. Ella se "ordeña" (así lo dice) su excedente de leche ya sea con sus propias manos o con los extractores, manuales o eléctricos, cada vez que nota que tiene más de lo que su hijo puede tomar. Natalia es una de las 325 donantes con que cuenta hoy ese banco, según la estadística de 2009. Su "producción" está destinada a alguno, o algunos, de los 493 bebés receptores, todos ellos prematuros con un peso inferior a 1.500 gramos, cuyas madres aún no pueden amamantarlos.

"El sentimiento de las mamás donantes es maravilloso", dice Laura Fazio, nutricionista de ese banco del Pereira Rossell. "Sienten que son algo así como madrinas de otro niño". Además de Natalia, la camioneta de ASSE sigue su recorrida en busca de la producción de otras "madrinas": Laura, Eleonora, Rosana, Ana Laura, Melani, Alejandra. En total, una cosecha estimada de casi doce litros de leche materna. En el vehículo hay seis heladeras portátiles con una temperatura interna de -13° para transportarlas; por cada litro del líquido blanco hay tres kilos de hielo para una óptima conservación.

Uruguay cuenta con tres bancos de leche materna, todos ellos obligatoriamente instalados en hospitales que tienen CTI infantil. Inaugurado el 23 de diciembre de 2003, el del Pereira Rossell es el primero y el más grande de ellos, centro de referencia a nivel nacional. Desde septiembre de 2004 funciona otro en el Hospital de Tacuarembó, y en octubre de 2008 se inauguró el tercero en el Hospital de Salto. De acuerdo con datos brindados por responsables de estos tres centros, por año se procesan aproximadamente unos 2.500 litros de leche materna (el año pasado el 76,5% fue en Montevideo, 1.893,65 litros) destinados a unos 800 niños.

Según la neonatóloga Mara Castro, directora del banco del Pereira Rossell y coordinadora de todos estos centros en Uruguay, este país es, después de Brasil, "el más avanzado en América del Sur" en la donación, procesamiento y distribución de leche materna. Todo eso, pese a las carencias de infraestructura y de recursos humanos existentes.

Ventajas. "La lactancia materna es el mejor alimento del mundo, debido a su componente inmunológico", sostiene Fazio. Para el caso de los bebés prematuros, esa importancia es aún mayor. "Se ha demostrado que con la leche humana el crecimiento es mejor y el tiempo de internación menor, y provoca una bastante menor frecuencia de enfermedades como la enterocolitis necrotizante". Esta última patología, una afección intestinal grave potencialmente fatal, ha quedado notoriamente disminuida, casi desaparecida, gracias a esta técnica. Lo mismo pasa con otros problemas como la sepsis y las infecciones hospitalarias.

En otras palabras, suministrarles este fluido biológico a los prematuros, algunos de los cuales tienen apenas 600 gramos al nacer, les incrementa exponencialmente las posibilidades de vivir. Más de 4.400 bebés nacen antes de tiempo cada año en Uruguay y esa, la prematurez, es la principal causa de muerte en niños menores de un año en el país. Un estudio realizado en el Pereira Rossell en 2007 arrojó que el riesgo de mortalidad en prematuros extremos, de menos de 1.500 gramos de peso, bajó a menos del 10% si recibían leche humana (además de otros factores, como un manejo protocolizado de estas criaturas). Esto es: una probabilidad de muerte más de seis veces menor a que si no les suministraban leche materna.

La alimentación a los prematuros se realiza mediante sonda orogástrica. Al mismo tiempo, el bebé es "prendido" al pecho de la mamá para que uno de los aspectos más importantes del amamantamiento, el contacto madre-hijo, no se pierda. "Si una mamá no puede darle leche, le debe dar cariño", dice Estela Zapata, directora del banco de Tacuarembó. En el Pereira Rossell, esta operativa se da hasta que el pequeño pasa los 1.500 gramos de peso. "Esto no va a sustituir la lactancia, es como un `empujón`", indica Fazio. Un empujón que hace que la madre no pierda toda la etapa de la lactancia, fundamental para el desarrollo tanto físico como psíquico del niño. Luego la madre deberá seguir con la tarea.

Para mejorar. Esta semana, la Red Iberoamericana de Bancos de Leche visitó el país. Se supervisó la operativa, se prolongó la cooperación bilateral con Brasil, el más avanzado en la materia en la región y se proyectó que Uruguay -como su "segundo"- deberá ayudar y asesorar emprendimientos similares en Argentina y Paraguay. Pero, dice Castro, "siempre hay algo por mejorar".

En Salto, el banco -que atiende entre cuatro y cinco niños por mes- es chico y hay carencias de infraestructura: solo se procesa leche una vez a la semana, cuatro litros. En el de Tacuarembó -que "alimenta" mensualmente a 20 bebés- hacen falta más recursos humanos: solo hay tres funcionarios y se pasteuriza tres veces a la semana totalizando siete litros. En el del Pereira Rossell, pensado por la Red Iberoamericana para ser un centro de referencia regional, las necesidades, sobre todo de infraestructura (ver nota aparte) también son notorias.

Se estima en 150 mil dólares la inversión requerida para levantar un área adecuada, que necesariamente deberá estar en el mismo hospital, para optimizar la operativa del banco, además de tener un sector educativo y de capacitación (el objetivo primario del instituto sigue siendo la promoción de la lactancia materna). También se requerirían dos pasteurizadoras más, el doble del personal existente, para incluir un turno nocturno, y más freezers.

De esta manera, añade Fazio, se podría cumplir con un objetivo de máxima del centro: "Alimentar a cualquier uruguayo que nazca y que por algún motivo no pueda ser alimentado por su madre".

Ese era el gran sueño del doctor Ruben Panizza, fundador, primer director, alma y corazón del banco de leche pionero en Uruguay, fallecido en septiembre pasado cuando asistía a un congreso de neonatología en Perú, y muy recordado por los actuales funcionarios. Su objetivo era llegar al 100% de los niños que necesitaran el servicio.

Pero la infraestructura actual del Pereira hace que sólo se puedan alimentar prematuros de hasta 1.500 gramos de peso y que la atención buscada, las 24 horas del día, por ahora sea una utopía. Eso hace que, según Castro, la atención llegue al 15% de los bebés internados en Montevideo. La producción de leche se encuentra hoy entre 4 y 6 litros diarios, de lunes a viernes. Harían falta entre 8 y 9 para atender todas las demandas del Pereira Rossell, y entre 10 y 12 para las de toda el área metropolitana.

Se proyecta instalar un nuevo banco de leche humana en Maldonado. Con éste, se consideraría que todo el país estaría cubierto, traslados mediante, para llevar el alimento a los bebés que lo necesitan. Salto cubriría el litoral, Tacuarembó el Noreste y Montevideo el Sur. El nuevo centro se encargaría del Este. Todo está en veremos: "Antes tenemos que reforzar los bancos que ya existen para luego pensar en un cuarto", señala la coordinadora.

Amor. Aún con mucho para mejorar, hay familias con bebés prematuros que ven renovadas sus esperanzas y madres orgullosas de ser algo así como "madrinas" de hijos ajenos. Los encuentros que se viven en el Pereira durante la Semana de la Lactancia Materna, en agosto, son testigos de esa interacción, en la que no faltan las lágrimas y los agradecimientos. Donar leche es una de las mayores expresiones de amor, sostienen los involucrados.

Los mellizos Mauro y Joaquín nacieron hace un mes con 32 semanas de gestación. Su madre, Ana Rodríguez (35), está desde entonces en el Pereira Rossell. No tenía leche suficiente para los dos y debió aceptar donaciones. Ahora ambos pesan más de dos kilos. "A veces me siento un poco impotente por no haberles podido dar de mamar. Pero si no fuera por el banco, no sé qué alimentación hubieran recibido... estoy muy agradecida". Hoy, ella misma los está lactando, afirman en el centro.

Natalia Lambert está del otro lado. "Es algo muy gratificante. Vos ves a los prematuros, que no pueden succionar y ves que realmente reciben lo que tienen que recibir. ¿Sentirlos como propios? Y sí... tienen algo mío". A su lado, Matías está cada vez más impaciente. Tanto hablar de leche terminó por darle hambre.

Un espacio muy pequeño e inadecuado

Tanto la directora Mara Castro como la nutricionista Laura Fazio coinciden: la mayor carencia del Banco de Leche Materna del Hospital Pereira Rossell es la física. Ese problema se retrotrae casi a su inauguración, y ya había sido señalado por su fundador, Ruben Panizza.

El banco está en el primer piso, Recién Nacidos, del edificio de Maternidad. La parte que debería llamarse "oficina" funciona donde antes había un placard; o sea, es un habitáculo de metro por metro y medio donde apenas cabe una persona. A su lado, está el área de procesamiento con dos pasteurizadoras; la entrada y la salida es por el mismo lado, cuando debería haber puertas independientes. En el sector de almacenamiento, los diez freezers comparten lugar con el lavatorio, lo que dista de ser lo ideal. En el medio de esos ambientes, hay un pasillo que comunica el corredor principal con una unidad neonatal, por donde pasan máquinas, médicos, personas y pacientes. "No se debería compartir el área", resalta Fazio. A pesar de todos estos problemas, los análisis bacteriológicos de la leche procesada han arrojado buenos resultados, lo que la nutricionista atribuye al profesionalismo del personal, unas 10 personas en total.

Todos estos bancos han tenido importantes soportes para funcionar, sobre todo en la parte de equipamiento. En el caso del Pereira, el apoyo es de las fundaciones ReachingU y Álvarez Caldeyro Barcia; el de Salto por la citrícola Caputto y el Rotary local; y el de de Tacuarembó por la empresa láctea Nutrísima. Se estima que el valor de una pasteurizadora ronda los 3.500 dólares.

hermano. Walter Panizza, jubilado del transporte de 60 años, es el hermano menor de Ruben. En las últimas semanas inició una suerte de "cruzada" personal, Internet mediante. A través de notas distribuidas en las páginas Uruguayos en Italia o Rodelú, todas ellas muy vistas en la diáspora, ha solicitado "ideas" para mejorar la infraestructura del Banco de Leche Humana del Pereira Rossell.

"Lo que a mí me mueve es que se pueda seguir la obra que inició mi hermano. Lo que más preciso son ideas, ¡por supuesto que si llega un financiamiento nadie va a decir que no!", afirma Walter Panizza. Hasta ahora, aunque ha recibido muchos contactos, no ha tenido resultados concretos.

Sólo para mamás con excedente

Las interesadas en donar deben presentar copia del carné obstétrico con los resultados de HIV, VDRL y hepatitis B negativos. También hay centros de recolección en Salto, Tacuarembó y, en Montevideo, Cup-Impasa, Canzani y Casmu.

Para donar hay que llamar al teléfono del Banco, 706 6050. Ahí serán instruidas. La institución brinda los frascos adecuados para la extracción. Hay que lavarse las manos, atarse el pelo y utilizar elementos esterilizados. La leche no puede estar más de tres meses en el freezer o 10 días en congelador.

En el banco, la leche es reenvasada y clasificada. Se mide la acidez. La leche es pasteurizada a 62,5 grados por 30 minutos. Luego es enfriada 15 minutos; eso destruye varios virus. Posteriormente queda en cuarentena por 48 horas para un control bacteriológico. Ahí se corrobora que se elimine el 100% de microorganismos patógenos y el 99% de la flora saprofita. Si ese control da negativo, se libra para consumo.

La madre del niño receptor - en Salud Pública y la mayoría de las mutualistas- debe firmar la autorización para que se alimente a su bebé.

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