Michael Jackson es mormón y jardinero. John Lennon está desocupado. George Harrison es mecánico. Y Petinatti, Cacho y Mujica liderarán la revista Boom.
Carlos Tapia
El Paul McCartney uruguayo llega tarde. Vive en la Costa de Oro y no conoce bien Montevideo. El guarda del ómnibus le indicó mal el camino y debió caminar más de quince cuadras, con el bajo, el traje y una mochila donde guarda, entre otras cosas, la peluca que simula el típico peinado que lucían los cuatro astros de Liverpool. "Antes tenía el pelo largo, ahora tengo que andar con esto para todos lados", se queja. La reencarnación oriental de Michael Jackson también utiliza una melena falsa, es mormón y jardinero. Y hay un "Pepe" Mujica que puede convertirse en Orlando Petinatti en menos de 20 minutos.
Michell de León, que se hizo conocido gracias a su recreación de "Cacho" de la Cruz en el programa de televisión Terapia de pareja, explica que para que una imitación sea buena es necesario cumplir con ciertas reglas. "Va en el maquillaje y en poder captar bien cómo habla, camina y se mueve. De esas cuatro cosas, le tenés que pegar al menos en tres". Algunos comenzaron a meterse en la piel de políticos, músicos y conductores de televisión aprovechando una cualidad innata que suponía una fuente laboral; otros, vieron en eso una forma de estar más cerca de sus ídolos.
Thriller. "¿Cuál querés que te haga?", pregunta Gustavo López. Se refiere a los pasos que solía realizar el fallecido Rey del Pop. Mientras la cámara de fotos dispara, él baila, se mueve y hasta habla en inglés imitando la voz de Michael Jackson. "Una vez que me pongo el traje soy él", asegura.
Está en la sala de conferencias de una iglesia mormona, se niega a que lo fotografíen en el altar pues "es un lugar sagrado". Allí realiza tareas como consejero del obispado; va todos los sábados y domingos. De lunes a viernes trabaja en una mansión de Carrasco, hace tareas de mantenimiento y jardinería. También tiene una bicicletería en su casa. Y algunos fines de semana, vestido como su ídolo, anima casamientos y cumpleaños. Tiene 39 años, aunque dice aparentar menos. Está casado, tiene dos hijos, uno de ellos se llama Michael. Y asegura que todas las mañanas rezan juntos por ellos, por sus amigos y por los que no conocen.
Hasta 1989 le gustaba imitar a John Travolta, pero ese año, en la casa de su tía, encontró el cassette que cambiaría su vida para siempre. Era Thriller, uno de los álbumes más recordados de Jackson. "Empecé a escucharlo y a bailar. Lo cómico fue que los pasos que hice, sin saberlo, eran parecidos a los de él. Cuando lo vi me fue muy fácil imitarlo". Poco tiempo después ya estaba presentando su personaje en televisión, en el programa de Omar Gutiérrez.
En 1990 salió en Carnaval, en la revista Rebelión. "En esos años Michael estaba muy de moda". Como imitador recibió tres premios nacionales y uno en Estados Unidos, país al que emigró, por problemas económicos, en 2002. Allí vivió durante un año. También bailó en Argentina, Brasil y Paraguay.
"De joven era más fantasioso y Michael formaba una parte mucho más importante de mi vida. Mi madre había fallecido y necesitaba un amigo imaginario; él ocupó ese lugar. Ahora es distinto, no podés estar todo el tiempo haciendo de otro. Cuando me saco la ropa y el maquillaje ya vuelvo a ser Gustavo. Cada persona tiene su personalidad", explica.
Jackson es el único personaje que realiza. Lo imita sólo en sus movimientos, no canta. Hasta el año 2000 tuvo pelo largo. Se lo cortó porque familiares y amigos lo llamaban Michael, "¡y yo soy Gustavo!", reitera. Confiesa que su hijo está enojado con él por haberlo bautizado como su ídolo y se hace llamar por su segundo nombre, Daniel. "Lo que pasa es que le gusta Nirvana. Dice que Michael pasó de moda".
Desde la muerte del Rey del Pop, el año pasado, Gustavo tuvo "muchísimo trabajo". "Hice fiestas para personas de todas las edades. Me entristeció lo que le pasó, pero al tener conocimientos religiosos uno entiende que estás de paso en esta vida". Él sostiene que las denuncias por abuso de menores que tuvo Jackson "eran todas mentiras".
Tras una de las ventanas de la iglesia un grupo de adolescentes se enfervorizan al ver al Michael uruguayo. Piden eufóricos el paso de la luna. Él no se hace rogar. "Son del liceo de acá enfrente, les prestamos el patio para la clase de gimnasia", cuenta mientras baila.
Otro bochinchero. "Haceme a Cacho" es la frase que más escucha Michell de León. Tiene 39 años y vive en pareja. "Mi mujer es Pamela Alciaturi, ella fue Miss Uruguay, pero sobre todo es una excelente persona", resalta. Comenzó su carrera artística en 1988. Fue en El Show del mediodía. "Cacho me permitió quedarme a una grabación y a las cuatro de la mañana grabé algo chiquito en un sketch. Le tenía que pegar un cachetazo a él. Eso fue lo primero que hice".
Michell también trabajó en Cacho Bochinche, Maxi Animados y De igual a igual, pero se hizo más popular gracias a la imitación de su antiguo jefe en Terapia de pareja. Este año será parte del elenco de la Revista Boom y entregó un proyecto a Canal 4 para tener, al fin, su propio programa de televisión. Además, todas las noches trabaja en radio, en El tren de la noche.
Tarda 15 minutos para dejar de ser Michell y convertirse en Mujica. Y apenas veinte más para meterse en el cuerpo de Petinatti. Al primero que imitó, de niño, fue a Eduardo D´Angelo, a quien señala como uno de sus principales referentes. Hacía lo mismo con su propio abuelo. "Me miraba. No podía creer cómo yo, con mi voz finita de ese entonces, podía copiar el timbre de un tipo grande como él".
A su capacidad de imitar le llama "don", igual reconoce que trabaja mucho. "Me grabo para ver que lo estoy haciendo bien. Y nunca largo un personaje antes de estar seguro". Dice que no sabe cómo transmitir sus conocimientos, que nunca podría dictar un taller, pero cree que "el gran secreto" está en ser observador.
Michell se dedica en exclusivo a su carrera artística. Y dice que trabajar en Uruguay en mejor que hacerlo en Argentina. "Este es un país en el que cuando te reconocen, después de años, te podés mantener. En Buenos Aires en cuestión de un año o dos explotás, pero el fuego artificial dura poco. Tengo posibilidades de entrar en ese mercado, pero aún no es el momento".
En el ómnibus lo suelen llamar "Cacho". "Es que el personaje pegó fuerte". Tuvo la oportunidad de hablar con José Mujica, y asegura que el Presidente le dijo que le divertía su trabajo. Lo mismo sucedió con Petinatti, que fue su compañero en El show del mediodía. También dice que la gente recibió bien la imitación de El Manosanta, el personaje de Alberto Olmedo, que presentó en su última obra de teatro. Sin embargo, "Cacho" de la Cruz parece no haber tomado bien su imitación. "Es difícil verse a sí mismo -justifica-. Y es verdad que él me dio mi gran oportunidad, pero también es cierto que yo supe aprovecharla".
Beatlemaníacos. "Esta viola vale como 4.000 dólares", dice maravillado Gustavo Pereira al sacar del estuche una guitarra eléctrica Rickenbacker, idéntica a la que utilizaba John Lennon en la década del 60. Él es el manager de The Beatales, el grupo que se define como "La mejor banda tributo de The Beatles en Uruguay".
"La diferencia entre una banda de covers, como son las otras que hay en el país, y una tributo, es que la segunda toca con los mismos instrumentos, de la misma manera, respeta los arreglos musicales y vocales, y los movimientos de cada uno de The Beatles. Esto tiene mucho de teatral", explica Guillermo Puente, encargado de encarnar nada más ni nada menos que al compositor de Imagine.
Guillermo tiene 38 años y está desocupado. Marcelo Sartorio (Paul McCartney) tiene 36 y es profesor de teclado, bajo, guitarra y solfeo en una academia de música, en dos colegios y en su casa. Santiago Mattos (George Harrison) tiene 21, es el último que ingresó a la banda y es mecánico de autos. Julio Ferrari (Ringo Starr) es el más grande de todos, tiene 55 y trabaja en una cooperativa de transporte.
"Él te puede decir la diferencia que tiene esta banda con las demás", dice Guillermo y señala a Julio. Es que él también fue miembro de Danger Four y de The Beats, otros dos grupos que imitan al cuarteto de Liverpool.
"¿Somos fanáticos o enfermos? ¿Cómo se dice?", bromea Guillermo. Dicen que no les cansa hacer sólo canciones de The Beatles. "Yo estuve muchos años sin tocar -cuenta Julio- y ya ni quería escuchar sus temas. Pero cada tanto alguna de sus creaciones llegaba a mí, y no sé... es que tienen una magia muy especial. No podés alejarte de ellos".
The Beatales se presentó hace pocos meses en la sala Zitarrosa. Y aseguran que quienes asistieron les dijeron que la diferencia entre ellos y las demás bandas Beatle que hay en Uruguay "es abismal". En noviembre visitarán Argentina. Participarán en la semana Beatle, que se lleva a cabo en el pub The Cavern, una réplica del lugar en que empezaron a tocar los cuatro británicos. En 2011 tienen previsto realizar una gira por España y asistir al festival Abbey Road en Estados Unidos. También preparan una gira por América Latina.
Julio llegó a presentarse en el Shea Stadium -el mítico estadio de béisbol neoyorquino dónde The Beatles dieron un recital en 1965- y es el único que conoce Liverpool, la ciudad que vio nacer a John, Paul, George y Ringo. "Nosotros aún no pudimos ir. Es nuestro sueño", reconoce Marcelo.
Tras la nota, The Beatales se cambian y hacen desaparecer sus jopos. El Jackson uruguayo se convierte en Gustavo y le obsequia al periodista el libro Nuestro legado. Una breve historia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Y Michell, en tanto, se quita los restos de pintura roja que le sirven para interpretar a Petinatti. Como si despertasen de un sueño, vuelven a ser ellos mismos.
De militar a imitador de Lacalle y Batlle
Empezó de muy chico, a los 11 o 12 años, imitando a Wilson y a Seregni en reuniones familiares. "Naturalmente sacaba la voz y los gestos de las personas", señala Gastón da Cruz. Algunos lo recordarán por su participación en el programa de televisión Decalegrón o en Carnaval, en parodistas Momosapiens. Hoy hace locuciones para CX30 Radio Nacional y anima eventos, convirtiéndose en los políticos más conocidos del país. Interpreta desde Sanguinetti y Batlle, a Mujica y Lacalle. Está casado, tiene dos hijos y durante varios años fue militar. Ingresó al Ejército en la década del 70.
"Tengo la particularidad de sentir una voz, aunque sea en la radio, y ya imaginarme los gestos de la persona. Y después cuando la veo resulta que se mueve de manera parecida. Algunos sobrinos míos también pueden hacerlo, es algo que se logra con observación", explica Gastón.
Estudió teatro con Omar Varela e hizo un curso de imagen y palabra con Cristina Morán. "Estuve períodos de tiempo, no llegué a terminar, pero fueron cosas que sirvieron para formarme".
Pero, pese a su carrera artística, la mayor parte de su vida la ocupó ejerciendo otra labor. "Yo tuve actividad profesional militar. Lo hice durante 23 años -tiene 54-. Tomé la decisión de retirarme en el 96. Son lindos recuerdos".
"Sí, sí, estuve en la época de la dictadura, fueron tiempos muy particulares, recién había ingresado. Y bueno, me tocó esa particularidad", señala.
En 1996, ya en Decalegrón, programa al que ingresó gracias a Julio Frade, realizaba imitaciones de Sanguinetti y Batlle. "En la pantalla aparecía una foto con una boca falsa que se movía mientras yo hablaba", recuerda.
Gastón explica que su trabajo le exige estar muy informado. "Es vital, porque el humor que hago tiene mucho que ver con la actualidad. Además me gusta leer mucha literatura, me sirve para enriquecer mis guiones. Como decía Borges: `Uno llega a ser grande por lo que lee y no por lo que escribe`".
Dice que su trabajo lo hace "con respeto y sin buscar desestimar a nadie". Le gustaría volver a la televisión. "Sería interesante, no hay que descartarlo, hay que ponerse metas".
Con la llegada de la primavera el trabajo de Gastón crece. "Por fin se viene el tiempo lindo -se alegra-, la gente hace fiestas y me contratan".