Convivir con una inflación superior al 20% anual es inconsistente

| Como el gobierno no reconoce el problema inflacionario, no toma medidas para su solución. Es igual que ignorar una enfermedad

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En 2010 la inflación se situará entre 23% y 25%, con la mayor suba en el rubro alimentos. La presión de la demanda es la razón principal de ese incremento y el Banco Central "aceita" al mercado mediante la expansión monetaria, expresó el economista argentino Abel Viglione, integrante del staff de FIEL. Destacó que las cuentas públicas se deterioran día tras día. "Pensaba que la dirigencia argentina había entendido la necesidad de tener un superávit fiscal para mantener la estabilidad, pero francamente me equivoqué", dijo. A continuación un resumen de la entrevista.

-Las estimaciones del gobierno argentino y de los analistas privados coinciden en que el crecimiento del PIB será significativo este año. ¿A qué atribuye la expansión de la economía local?

-Los precios relativamente buenos de los productos de exportación, la caída del riesgo país con respecto a 2009 y el consumo interno contribuyen para que Argentina crezca este año, luego de una importante recesión experimentada en 2009, cuando el PIB cayó 2,9%, según estimaciones privadas, lo que permite mostrar elevadas tasas de crecimiento en el 2010 -alrededor del 8%- dada la base de comparación.

-¿Qué factores están incidiendo en el aumento del consumo interno?

-Se ha conformado un trío de política fiscal, política monetaria y política de ingresos fuertemente expansivas que hacen "volar" al consumo interno. Es innegable que el gobierno fogonea el consumo, lo cual se comprueba en todos los indicadores de ventas, ya sea en comercios minoristas, en productos electrónicos, en automóviles para el mercado interno y en el número de escrituras de propiedades que no paran de crecer, etc. Por supuesto, cuando una economía enfrenta un fuerte aumento de la demanda tiene como correlato un aumento del nivel de actividad: la oferta.

-¿Qué elementos caracterizan el aumento por el lado de la oferta?

-Sin duda, el principal elemento es el boom agrícola, dado que la producción actual supera en más de 30 millones de toneladas a la de 2009, que soportó una prolongada sequía. De hecho, el PIB agrícola del segundo trimestre de 2010 creció un 104% con respecto a igual período del año pasado. Ahora ese crecimiento no obedece al éxito de las políticas internas, sino a que las condiciones climáticas han sido inmejorables y, por lo tanto, los rendimientos resultan excepcionales. Este es un efecto de una sola vez. Además, un aumento de casi 22 millones de toneladas en la producción de soja no tiene correlato en el consumo interno, ya que los argentinos no consumimos ni harina ni aceite de soja, excepto para elaborar biodiesel en el caso de la semilla oleaginosa. Prácticamente, todo el incremento agrícola se destina a la exportación.

-¿Qué efectos ha tenido la caída del "riesgo argentino"?

-La caída del riesgo país ayuda al incentivar el ingreso de capitales. Lamentablemente, esos fondos no tienen como destino "hundir" inversiones en el país; más bien se dirigen a la inversión financiera y el trading. Esta realidad plantea la siguiente pregunta: ¿si es previsible que falte gas natural en los próximos años, por qué nadie invierte en instalar una planta de regasificación de GNL como aconteció en Chile y, probablemente, en Uruguay en un futuro cercano? En cambio, en Argentina tenemos una planta de regasificación flotante en un buque extranjero. Si no le abonásemos las facturas, levaría anclas y se marcharía. Es decir, tenemos "inversión flotante".

-¿El crecimiento de la economía argentina se sostendrá el año próximo?

-El PIB crecerá seguramente a una tasa menor, que oscilará entre 5% y 6%, y habrá una mayor presión de precios. Suponiendo que las condiciones externas continúen siendo favorables, proseguirá la política de fogonear el consumo, sobre todo porque en octubre se realizarán las elecciones y el gobierno querrá captar la mayor cantidad de votos. En realidad, la sustentabilidad de la economía no es un problema del año próximo, sino de 2012, cuando se destapen las presiones acumuladas en años recientes -como, por ejemplo, las distorsiones de los precios relativos- que heredarán las autoridades que asuman en diciembre de 2011, ya sean las actuales si son reelectas o las de la oposición. Alguien deberá abrir la olla de presión en que se está cocinando una cantidad de anomalías de carácter económico.

Gasto público

-A pesar del alto gasto público, el primer semestre de 2010 cerró con un superávit fiscal, tanto primario como global. ¿Espera que el resultado fiscal se deteriore en el segundo semestre?

-Si bien las cuentas públicas, nacionales y provinciales, fueron superavitarias entre 2003 y 2007, esa situación ha cambiado. Las provincias presentan déficits desde 2008 y la Nación desde 2009. En realidad, las cuentas públicas hoy están en rojo. Sin embargo, hubo un resultado fiscal superavitario en el primer semestre en base a los ingresos generados por la "contabilidad creativa" del Ministerio de Economía. Por ejemplo, se ha considerado ingreso del fisco a la capitalización del FMI en Derechos Especiales de Giro del año 2009. Eso criterio no se admite en ningún país, pero sí aconteció en Argentina.

-¿Se están generando recursos genuinos para financiar el incremento del consumo y el aumento del gasto?

-El gasto público total, o sea el de la Nación más el de las Provincias, hoy alcanza un récord histórico: 35% del PIB. De hecho, el gobierno pasará de un superávit primario promedio de 3,5%-4,0 % del PIB en el período 2003-2007 a un déficit de 1% del PIB en 2010, lo que significa que nos hemos "mandado un viaje" de casi cinco puntos del PIB. Las cuentas públicas, principalmente a nivel provincial, se deterioran día tras día. Pensaba que la dirigencia argentina había entendido la necesidad de tener un superávit fiscal para mantener la estabilidad, pero francamente me equivoqué. El gran desafío futuro de Argentina será cómo encauzar el gasto sin que estalle una crisis macroeconómica mediante una devaluación como aconteció en otras épocas. Sin duda es un reto muy difícil, pero no imposible.

-¿A qué herramientas podría recurrir el próximo gobierno para financiar el gasto público que heredará de la actual administración?

-Parte del financiamiento debería salir de la reducción de los subsidios y otra parte tendría que ser cubierta con endeudamiento o haciendo uso de las reservas como determinaron las actuales autoridades en enero de este año. Los subsidios representan alrededor del 3% del PIB -una cifra muy alta- siendo los otorgados a los productos energéticos (1,5% del PIB) y al transporte (1,0% del PIB) los de mayor importancia. Si se los pudiera "borrar" de un plumazo, sería el arreglo perfecto de las finanzas públicas nacionales; pero esto no es posible, principalmente en los subsidios asociados al transporte.

Inflación

-¿Cuál es el indicador macroeconómico que exhibe mayores debilidades en Argentina?

-En el corto plazo, el talón de Aquiles es la inflación. Convivir con una tasa de inflación superior al 20% anual es inconsistente. Sólo hay cinco países con tasa de inflación superior al 10% anual: Venezuela, Argentina, Pakistán, Emiratos Árabes e India, aunque ya se ha iniciado un plan de estabilización en este último país. No es ninguna virtud figurar al tope del ranking inflacionario mundial, disputando "cabeza a cabeza" la segunda posición con Venezuela, donde la tasa de inflación anual es del 31%.

-Según sus proyecciones, ¿en qué nivel estará la inflación de Argentina a fines de este año?

-La inflación de 2010 se situará entre 23% y 25%, con la mayor suba en el rubro alimentos. La presión de la demanda es la razón principal de ese incremento y el Banco Central "aceita" al mercado mediante la expansión monetaria.

-Sin embargo, la presidenta Cristina Kirchner continúa manejando cifras significativamente muy inferiores que le proporciona el Indec.

-Los datos sobre la evolución de los precios del consumidor que da a conocer el Indec no son creíbles, incluso las cifras de inflación que publican algunas direcciones de estadísticas provinciales más que duplican a las de dicha institución. Como el gobierno no reconoce el problema de la inflación, no toma medidas para contenerla. Es lo mismo que ignorar una enfermedad para no ponerse bajo tratamiento médico, lo que genera un serio problema a largo plazo. Hasta ahora el Poder Ejecutivo ha hablado de "tensión" de precios por crecimiento y por concentración monopólica. Sería bueno que las autoridades explicaran este aspecto, dado que la concentración es menor que en 2003 y los precios sólo subieron 3,7% ese año.

Además, la inflación es un impuesto que se cobra sobre los billetes que cada uno de los argentinos tenemos en el bolsillo o en cuenta corriente. Es un impuesto no legislado y que, además de ser de fácil recaudación, no se coparticipa con las provincias. En definitiva, es el tributo más regresivo que existe pues erosiona a los sectores de ingresos fijos: asalariados, jubilados y pensionados, que son quienes tienen menores recursos.

Cambio nominal

-Luego de un par de años en que la diferencia entre las tasas de inflación estimadas por el Indec y por centros de investigación privados ha sido de entre quince y veinte puntos porcentuales, ¿cómo ha logrado el gobierno que la tasa real no se refleje sobre el tipo de cambio más allá de que el dólar se haya depreciado en el mercado mundial?

-El efecto de la inflación también ha desatado un boom de compra de bienes durables por parte de la sociedad, que intenta deshacerse de los pesos o comprar en cuotas fijas. Cabe preguntarse por qué el público no recurrió a la compra de divisas extranjeras. Creo que la sociedad observa estabilidad en la cotización del dólar que, en realidad, es producto de que hay mayor oferta que demanda de billetes verdes, lo que hace que el Banco Central (BCRA) sea el comprador de última instancia para sostener el tipo de cambio cercano a los 4 pesos por dólar. Además los elevados términos de intercambio -precios de exportación versus precios de importación- que se encuentran dentro de un máximo histórico, ayudan a obtener una oferta excedente de dólares. La situación sería muy distinta si los términos del intercambio fuesen los que imperaron entre los años 2000 a 2003, que estaban un 30% por debajo de los niveles actuales.

-¿Por cuánto tiempo podrá el gobierno argentino seguir manejando el tipo de cambio nominal?

-El efecto soja, o "yuyo" en las palabras de la Presidenta, permite que exista una oferta de dólares muy significativa. Hay abundancia de dólares -es decir "stock", que son las reservas del BCRA-, lo cual permite a las autoridades manejar el tipo de cambio nominal y, por ende, usarlo como ancla nominal. Esto reduce la demanda de divisas por ahora. Pero, a medida que el tipo de cambio real siga cayendo por la elevada tasa de inflación, la situación de algunos sectores se irá comprometiendo y la demanda de divisas por parte del público podría aumentar. Cabe mencionar que la confianza no es plena, pues se siguen fugando capitales, cuya salida ronda unos US$ 12.000 millones anuales.

-¿Está el peso argentino sobrevaluado respecto al dólar?

-El tipo de cambio real viene cayendo y es bajo con respecto a la divisa norteamericana. Si en diciembre de 2001, al final de la "convertibilidad", era 1,00, hoy es 1,31. Sin embargo, dada la composición de los países con los que comerciamos, el tipo de cambio real multilateral es más alto: 1,00 en diciembre de 2001 y 1,83 en la actualidad. Este nivel es producto principalmente de la revaluación del real y el euro, lo cual favorece el crecimiento de las exportaciones.

-Con el dólar "planchado" frente al peso y los salarios aumentando un 20%, en promedio, ¿podrán seguir competiendo las empresas exportadoras con mano de obra intensiva?

-No lo miraría por el lado de las exportaciones con mano de obra intensiva, ya que su volumen no es significativo. Sin embargo, el tipo de cambio cuasi fijo con salarios que aumentan un 20% en dólares determina que la rentabilidad empresarial siga cayendo, como viene sucediendo desde hace cuatro años.

-¿Una devaluación gradual sería la vía más adecuada para hacer un ajuste sin mayores sobresaltos en la economía argentina?

-Lo sería, pero no es viable actualmente porque la oferta de dólares es mayor que la demanda hoy día. Si el Banco Central se retirase de comprar divisas estadounidenses, el tipo de cambio se revaluaría. Esa situación se repetiría en 2011. Ante ese impedimento, Argentina se volverá cara en dólares el próximo año.

Hay tres grandes desafíos a futuro

-¿Cuáles son los problemas estructurales que deberá enfrentar el próximo gobierno?

-Hay tres grandes desafíos a futuro: el empleo público, los subsidios acordados para mantener las tarifas públicas y el régimen de jubilaciones y pensiones; pero no creo que formen parte de los temas de la campaña electoral.

En primer lugar, el empleo público no para de crecer y de aumentar su participación en el empleo total. Mientras la población crece al 1,06% anual, los funcionarios aumentan un 3,9% al año. Hoy el empleo público representa el 21,2% del empleo total, similar a la situación en Francia o Finlandia, pero con prestaciones de mucho menor calidad. Incluso superamos en esa relación a nuestros vecinos, como Uruguay (16,5%), Chile (14,2%) y Brasil (11,1%).

El segundo problema son los subsidios que equivalen al 3% del PIB. Esta situación no es sostenible en el largo plazo y deberá ser corregida de alguna manera, haciendo uso de alguna tarifa social para las personas de menores ingresos. Su solución no va a ser fácil; el problema será "quién le pone el cascabel al gato".

El tercer tema es el régimen de jubilaciones y pensiones debido a los cambios introducidos entre 2006 y 2008, al haber incorporado 2,4 millones de nuevos jubilados que nunca aportaron a través de una moratoria, a la apropiación del stock de activos financieros de las AFJP y la percepción de aportes de nuevos afiliados al sistema de reparto. Si bien los cambios constituyen un alivio de corto plazo para las necesidades de financiamiento, también generan mayores compromisos posteriores. La magnitud es enorme, calculada en valor presente hasta el 2050 representa el equivalente al 20% del PIB.

Se está distribuyendo el capital de los accionistas a los empleados

-En agosto pasado ingresó al Congreso un proyecto de ley que impulsa la CGT para garantizar un 10% de participación de los empleados en las ganancias de las empresas privadas. El proyecto fue rechazado por la Unión Industrial Argentina basándose en un informe elaborado por la entidad. ¿Es viable ese sistema de "profit sharing" en las empresas argentinas?

-El primer problema es definir qué son ganancias en Argentina. La tasa del Impuesto a las Ganancias que pagan las empresas es de 35%, pero la tasa que pagan es mayor al no permitírseles el ajuste por inflación. Cuanto mayor es el activo, mayor es la tasa implícita y, de hecho, ese impuesto se ha transformado en un impuesto al patrimonio. Por lo tanto, si no se permite el ajuste por inflación, se está distribuyendo el capital de los accionistas a los empleados. Ese ya es un problema. Otro tema de debate es que las empresas ya distribuyen ganancias a través de distintos sistemas de incentivos, como es el caso de los "bonus" anuales. Cabe preguntarse si esas modalidades van a desaparecer.

-¿Qué posibilidades existen de que este proyecto logre la aprobación del Congreso?

-Existe la posibilidad que el proyecto logre aprobación legislativa, pues el oficialismo puede sumar los votos necesarios mediante un acuerdo con los bloques de izquierda. Pero es necesario que el Frente para la Victoria impulse ese proyecto, y no parece ser la situación actual, pese a que el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, haya explicitado lo contrario días atrás. Mi impresión personal es que el proyecto lo enviaron para azuzar a los empresarios.

-¿Significa esta movida el divorcio definitivo entre los empresarios argentinos y el gobierno del matrimonio Kirchner?

-El distanciamiento entre empresarios y gobierno comenzó antes. La Ley de Medios fue el puntapié inicial y el intento de control accionario de Papel Prensa marcó el punto de ruptura. El proyecto de coparticipar las ganancias con los trabajadores se suma a la ruptura.

Ficha técnica

Abel Viglione, argentino, 55 años, es licenciado en economía por la Universidad Nacional de La Plata. Obtuvo un postgrado en economía en el CEMA (Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina). Actualmente es economista de FIEL (Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas) y director de la calificadora de riesgo Evaluadora S.A. Dicta el curso de Principios de Economía en la Maestría de Administración de Empresas de la Universidad del CEMA.

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