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Si bien la lectura por Internet ha crecido muy por encima de lo que se imprime en los últimos años, lo cierto es que la cantidad de impresiones que hacen los uruguayos no viene en descenso como se podría pensar.

Esa es una de las principales conclusiones a las que llega el gerente comercial de Epson, Pablo Roust, al evaluar que las ventas de impresoras de chorro de tinta se han mantenido estables los últimos cinco años; llegan a las 80.000 unidades anuales entre todas las empresas que compiten en el segmento. "La gente está leyendo mucho más en la pantalla pero también imprime", dijo el ejecutivo argentino que visitó Montevideo la semana pasada.

Epson factura US$ 6 millones anuales y se lleva 52% del mercado local de las impresoras inkjet -compite con Brother que se lleva 28%, Canon 12% y otras con participaciones menores-.

Roust relaciona ese liderazgo con una estrategia global que la firma lanzó hace cinco años: convencer al consumidor de que no compre el equipo en función de su costo -ya que tendrá una vida útil de unos cuatro años-, sino por el menor precio de los cartuchos -que se recambian unas tres o cuatro veces al año-.

Para este representante de la firma de origen japonés (que cuenta con cinco distribuidores locales), "en Uruguay se imprime bastante" y el consumo local "no difiere demasiado del de la región", aunque sí le llama la atención el marcado "gusto por las innovaciones tecnológicas".

El desafío de la empresa para 2010 es insertar los equipos de la línea office en empresas de pequeño y mediano porte, logrando así que se reemplace las impresoras láser por las de inyección de tinta.