Esperpento para un niño distinto

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Por: Bernadette Laitano

Hay obras que seducen al público a través de la vista. Por el universo que componen y el estilo que manejan, el espectador atraviesa el límite de la ficción, y juega. Este es el caso de Esperpento. El insolvente niño distinto que se presentó al aire libre y con entrada gratuita en una cancha de baby fútbol de La Tierrita. Más precisamente en Luis Batlle Berres y Cañas.

Para acceder, quien no disponía de locomoción propia podía acercarse hasta la explanada de la Intendencia, en donde un ómnibus aguardaba a los pasajeros/espectadores y los trasladaba, ida y vuelta, hacia el norte de Montevideo, cerca del Cementerio de La Teja. La salida al teatro se transformaba, así, en un paseo del fin de semana que comenzaba una hora antes de iniciada la función.

Una vez allí, los visitantes eran recibidos por un grupo de actores que narraba la historia del incendio de su teatro -el Teatro Rex- y de Próspero, el niño que se crió allí y se transformó en leyenda. La obra presenta, entonces, a una troupe de artistas que, tras el accidente, se ve obligada a pasear su arte por los caminos.

Por razones invernales, Esperpento bajó de cartel en La Tierrita, pero podrá verse los domingos de junio y julio en el Museo del Carnaval, para luego volver a los barrios, cuando la temperatura permita disfrutar de las noches al aire libre.

El texto y la dirección general del espectáculo es de Alberto Sejas, pero contó con la colaboración de todos los actores, doce en total: "Los invité a trabajar sobre un cuentito, sobre la idea estructural y el sentido de la pieza. Fui escribiendo textos y motivos, premisas para trabajar, y ellos iban devolviendo el material escénico", explica.

-¿Trabajaste con la dramaturgia del actor?

-En algún sentido es la dramaturgia del actor, pero no estrictamente como en algún momento habló (Eugenio) Barba. Para mí, el trabajo del actor es uno de los elementos más de la totalidad de la escena. Después intervienen las luces, el vestuario, un montón de códigos que hacen un ambiente y no es el actor que va, se para y dice, y tiene relaciones psicológicas con otros actores. Hay un diálogo directamente con el espectador. El espectador, de alguna forma, está tomado dentro de la escena.

-¿Cómo se generó la dinámica, entonces?

-(Sus devoluciones) pasaron por diversos filtros y, después, yo les devolvía la escena. Es un coro de personajes que se encuentra con un coro de espectadores. Yo lo iba construyendo a partir de que cada uno tuviera una representación tan importante como la del otro. Eso hacía que fuera un coro y no que hubiera un personaje más protagónico porque, en realidad, todo el tiempo están hablando de un único protagonista que es un muñeco, Próspero. Un protagonista que, en teoría, nunca está en escena.

Esperpento traslada a la escena todo el grotesco que su nombre connota. La escenografía se compone de dispositivos móviles, manipulados por los propios actores. Allí radica la magia visual y se mezcla la realidad con la fantasía, potenciada por la iluminación del espacio abierto. El grotesco es el medio de expresión de estos artistas ambulantes que distorsionan la realidad y sumergen en su viaje a quien los ve y escucha.

-¿Qué querían comunicar con este espectáculo?

-No hay una única dirección acerca de lo que nos interesa comunicar. Tal vez todo esto que te estoy contando, la forma de concebir el teatro, la forma de concebir el núcleo creativo, la forma de concebir el arte, la relación con el espectador.

-¿Desde el inicio tuviste intención de estrenarlo en La Tierrita?

-El proyecto tenía dos etapas. Una era estrenarlo en un espacio alternativo, cerca del centro, y una segunda etapa era que saliera por los barrios. Por distintas razones, ese espacio alternativo cerca del centro no salió y entonces dijimos `bueno, vayamos por los barrios`. Es coherente, también, con lo que plantea la pieza: ellos tenían un teatro, lo prendieron fuego. Escapan de las salas céntricas y se van a los barrios. Vos me preguntás qué me interesa contar acerca de la pieza, yo siento que en el teatro a veces se generan núcleos de públicos no herméticos pero casi inaccesibles a otras franjas de Montevideo o del interior, por las razones que sea, a veces por interés. Y no es un juicio de valor sino una decisión. Pero con respecto a esto específicamente, me interesaba salir del centro, ir a un barrio y que fuese participativo. La entrada era gratis.

-¿Por qué decidieron hacerla gratis?

-En principio nos interesaba que fuera toda clase de público. Público que pudiera pagar la entrada y público que no pudiera pagar la entrada, y sabemos que existe público que no puede pagar la entrada. Entonces se planteó al grupo, lo aceptó, le gustó la idea e hicimos esas nueve funciones en La Tierrita con entrada gratuita. No obstante, había una opción que era un cajón y la persona a la que le interesaba dejar dinero, lo dejaba allí. Ahora lo vamos a hacer en el Museo del Carnaval y allí sí vamos a cobrar entrada.

-¿Cómo cubrieron los gastos?

-Se solventó a partir de un premio que sacamos de la Intendencia, Montevideo Ciudad Teatral, de $88.400, del cual un 40% está designado para los actores, los técnicos, todos los involucrados. Después salió Fondos de Incentivos, pero nosotros lo percibimos como muy en pañales, no pudimos tener una resolución económica concreta.

-¿Fueron avalados por el Fondo, pero no recibieron nada?

-No. Entonces lo hicimos a partir del dinero que nos dio la intendencia, más intercambios a barracas. También hubo otras formas de acceder a objetos, ruedas, maderas, casi de forma muy artesanal, yendo a ferias. Trabajamos en cooperativa y eso me parece que es lo único que hizo posible lo que hacemos hoy en día. Si no, nunca hubiera sido posible.

-¿Cómo surge el nombre de la obra, con adjetivos con significado de peso?

-Esperpento es influencia de Valle Inclán. Se asocia al grotesco, pero no es lo mismo. Está en el universo de lo que cuentan estos personajes acerca de lo que es Próspero, que es un niño callejero, que se hace canillita, que anda por el mundo, que después construye un teatro. Está planteado como el perfil periférico, lo olvidado, lo marginal. Y también se genera como un universo a través del esperpento que es la condición que les toca vivir a estos tipos.

-¿Cómo fue la respuesta del público en La Tierrita?

-Genial. Tuvimos funciones de 150 o más personas. La gente participó, es más, el último día había un puesto de tortas fritas afuera, unas vecinas que tienen una cooperativa de mujeres, que decidieron ir a hacer tortas fritas. Lo hacen como una especie de quermese del barrio y nosotros damos espacio a eso, es más, cuanto más hubiera de eso nos interesaba porque también la pieza tiene como eso de circo andante, de familia de gitanos, de teatro móvil. Antiguamente pasaba con el circo criollo, se generaba toda una feria alrededor y había números de circo y después representación teatral. Juan Moreira viene de esa época. Entonces sí, la participación de la gente del barrio fue genial. Fue lo que esperábamos y hasta nos sorprendió.

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