Traición de Estado

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Virginia Martínez

DOS RECIENTES películas francesas confirman la porfiada intención del cine de asaltar la ciudadela de la Historia, en pos de cuestiones poco tratadas por esta o sobre las que la sociedad guardó silencio. L`armée du crime (2009) de Robert Guédiguian y La rafle (2010) de Rose Bosch abordan con distinto énfasis -la primera de manera lateral y la segunda centralmente- un tema incómodo: la responsabilidad del Estado francés en el exterminio de los judíos bajo el nazismo.

Si el periodismo es, como se ha afirmado, el primer borrador de la Historia, más compleja de abordar es la relación del cine con la Historia. Está el tema del valor del cine como fuente para la construcción histórica, si puede oficiar o no como representación válida del pasado. Quizá apenas es un medio para divulgarlo, cuando no trivializarlo. Pero, si constituye una herramienta, cabe preguntarse qué debe exigirse al llamado cine histórico. Estos asuntos, que no desvelan por cierto a Quentin Tarantino como queda claro en Bastardos sin gloria, han sido largamente debatidos desde el campo histórico y cinematográfico.

EJéRCITO DEL CRIMEN. Guédiguian reconstruye la epopeya del grupo liderado por el obrero y poeta armenio Missak Manoukian. Los integrantes del "Ejército del crimen", -como los llamó el jefe de policía de París- compartían el hecho de ser extranjeros, judíos en su mayoría y comunistas todos. A 23 de ellos los fusilaron en el Mont Valérien, cerca de la capital, el 21 de febrero de 1944. Olga Bancic, rumana, judía y la única mujer entre los condenados, alcanzó a vivir unos meses más. La deportaron a Alemania, donde fue decapitada el 10 de mayo de 1944.

Sobreviviente del genocidio armenio, Manoukian llegó a París en 1925. Tras la ocupación alemana se integró al grupo de resistencia armada conocido por sus siglas en francés como FTP-MOI (Francs-tireurs et partisans-Main-d`œuvre immigrée). Junto a él combatieron hombres que habían conocido la persecución del fascismo en Italia, la derrota en la guerra civil española, y otros, muchachos de 19 y 20 años, que hicieron sus primeras armas contra el ocupante.

El grupo Manoukian se proponía desmoralizar a los nazis y colaboradores y alentar la revuelta contra el invasor. Realizaron cientos de sabotajes y atentados, entre ellos el que le costó la vida al general alemán Julius Ritter, responsable del STO, sistema de trabajo obligatorio que reclutaba mano de obra francesa para la industria del Reich.

La primera escena del film de Guédiguian transcurre en el interior de una furgoneta en la que un grupo de hombres esposados y en silencio viaja hacia una de las tres sesiones del espectacular y brevísimo juicio que terminará condenándolos a muerte. Afuera, en las calles de París, la vida sigue con normalidad. Una pareja se besa, otra pasea a un bebé, dos viejos conversan apaciblemente. Una voz en off nombra a los condenados: Stanislas Kubacki, Cesare Luccarini, Marcel Rayman, Willy Szapiro, Mihail Patriciu, Celestino Alfonso, Spartaco Fontano... A cada nombre sigue un "muerto por Francia".

La apertura del film marca el tono general de la obra, que es de reivindicación: "Desde que nací he oído hablar de Manoukian. Forma parte del Panteón de los grandes héroes resistentes comunistas. Me acuerdo en particular de haber leído cuando era niño la carta que escribió antes de morir. Que en ella diga `Muero sin odio hacia el pueblo alemán` me reconfortaba sobre mis dos orígenes y sobre la humanidad en general", declaró el cineasta, hijo de padre armenio y madre alemana. "La película concentra cultura, leyenda y hermosos personajes históricos. No tengo el menor problema en decir que he pretendido hacer una película pedagógica. Lo asumo por completo", concluyó Guédiguian.

EL CARTEL ROJO. L`armée du crime no es la primera película sobre Manoukian y sus camaradas. Frank Cassenti les dedicó un film memorable llamado El cartel rojo (1975). La película avanza en dos líneas narrativas que marchan en paralelo tanto como se cruzan. Una se interna en la historia propiamente dicha, y otra, más libre, de gran poder expresivo, sigue los ensayos de un grupo de teatro que monta una obra en homenaje a los resistentes. La commedia dell`arte, el teatro filmado, el cine en el cine, el pasado y el presente alternan en El cartel rojo, y no por casualidad en los títulos de crédito Cassenti agradece al Théâtre du Soleil de Ariane Mnouchkine.

El nombre del film se inspira en el cartel usado por el gobierno de Vichy en la campaña de propaganda que pretendió hacer de los combatientes una banda de terroristas. "¿Libertadores? ¡La liberación del Ejército del crimen!" dice con grandes letras el afiche de fondo rojo que inundó los muros de París y que llegó a verse en recónditos pueblos de Francia. El slogan acompaña la foto de los condenados, cuyos rostros jóvenes, tensos pero de infinita dignidad, son mudo testimonio del tratamiento a que fueron sometidos por la Policía. El pie de foto denuncia su condición de judíos, extranjeros y asesinos.

En 1985 otro cineasta francés, Mosco Boucault, volvió sobre el tema. El documental Des terroristes ala retraite, narrado por Simone Signoret, recoge el testimonio de un puñado de sobrevivientes, de Melinée Manoukian, viuda de Missak, y de Simón Rayman, integrante del grupo, sobreviviente del campo de Buchenwald y hermano menor de Marcel, uno de los fusilados en el Mont Valérien.

Ajeno a la reivindicación y la leyenda, Boucault centra su atención en la relación del grupo con el Partido Comunista Francés y formula la hipótesis de que hacia el fin de la guerra éste decidió sacrificar a Manoukian y a sus hombres para nacionalizar -es decir afrancesar- el relato de la Resistencia.

UNA HISTORIA FRANCESA. La rafle, estrenado en Francia a mediados de marzo 2010, trata sobre la responsabilidad del régimen de Vichy en la detención y deportación de los judíos; un episodio vergonzoso, cuyo reconocimiento le llevó medio siglo al Estado francés. El 16 de julio de 1994 Francois Mitterrand depositó una ofrenda de flores donde estuvo el Velódromo de invierno, sitio en el que fueron hacinados los detenidos antes de la deportación, pero no dijo palabra sobre la responsabilidad de Francia. Dos días antes había declarado: "En 1940 el Estado francés era el régimen de Vichy, no era la república".

La rechifla y la protesta de algunos participantes entorpeció la ceremonia: "Mitterrand es Vichy", le gritaron, reprochándole que acudiera todos los años a la tumba del mariscal Pétain pero que nunca se hubiera solidarizado con las víctimas del nazismo. Un año después, en el mismo lugar, el presidente Jacques Chirac pronunció un histórico discurso en el que por primera vez reconoció la responsabilidad del Estado en la Solución Final.

Veinte años antes el documentalista Marcel Ophüls se había atrevido a tratar el tema de la colaboración, por entonces tabú para el sistema político y la sociedad francesa. La pena y la piedad (1969) no hace foco en la persecución a los judíos sino en la aquiescencia del francés de a pie con el ocupante. En la película el general De Gaulle está ausente, no se narran historias épicas, ni hablan viejos combatientes. Solo hay desmemoria, indiferencia y un blando acomodo. El Partido Comunista Francés y la derecha rechazaron la mirada de Ophüls y quizá ello explique que el documental recién se haya exhibido en televisión en 1981.

El film de Rose Bosch, en cambio, ha tenido amplia acogida. Previo a su estreno la televisión le dedicó notas informativas y programas especiales como el emitido por France 2 con la participación de sobrevivientes, historiadores, políticos y el elenco de la película. El título de la emisión es inequívoco: "La redada del Velódromo de invierno. Una traición de Estado".

VIENTO PRIMAVERAL. Con una fina reconstrucción de época, Bosch narra la preparación y desarrollo de la Operación Viento Primaveral. Así llamó la Policía a la detención -producto del acuerdo firmado por su comisario general René Bousquet y un delegado de Adolf Eichmann- de 20 mil judíos en la zona ocupada y de otros 10 mil en la zona libre, entre ellos 4.500 niños.

Casi 7 mil hombres, incluyendo cadetes de la Escuela de Policía francesa, participaron de la masiva redada. Los detenidos vivieron en condiciones deplorables en las gradas del velódromo, sin comida ni sanitarios, con luz artificial día y noche, ensordecidos por las voces que gritaban órdenes desde altoparlantes, hasta que los trasladaron primero a campos franceses y luego a Auschwitz.

El film está contado desde la vivencia de los niños y en particular desde la peripecia de Joseph Weismann, detenido con su familia a los 12 años y uno de los raros sobrevivientes de la operación. Weismann asistió al rodaje y asegura que la reconstrucción de los arrestos y de la vida en el velódromo lo dejaron en estado de shock: "Tuve la impresión de que una carga de veinte toneladas me había caído sobre la cabeza. (…) De pronto volví a encontrarme entre la multitud inmensa, en el caos que conocí en aquellos días, niños, viejos, jóvenes, hombres, mujeres, policías. Era como si el tiempo hubiera sido abolido. No sé cómo decirlo… Titubeaba, no sabía dónde estaba… me puse a llorar".

FICCIóN Y REALIDAD. En el sitio oficial en Internet de La rafle se lee que la directora eligió la ficción porque ésta puede mostrar la realidad como el documental no es capaz de hacerlo. Más allá de que la aseveración es harto discutible, Bosch finalmente recurrió al peso del documento y a la investigación histórica para respaldar la veracidad de su relato: "Todos los personajes de esta película existieron. Todos los acontecimientos, aun los más extremos, tuvieron lugar en ese verano de 1942".

Guédiguian, en cambio, cierra el film con un sobreimpreso bien diferente: "Para aproximarme lo más posible a la verdad profunda del compromiso de los extranjeros en la resistencia francesa, modifiqué algunos hechos y forcé la cronología. Fue necesario a fin de que esta historia real se convierta en leyenda hoy, para que nos ayude a vivir aquí y ahora". Esas libertades le valieron críticas, la más notoria, de la prima de dos miembros del grupo, Marcel y Simón Rayman. En una carta abierta Elise Frydman le reprochó no haber tenido en cuenta el testimonio de los sobrevivientes, cambiarle el nombre a delatores y verdugos, suprimir el pasaje de la carta de Manoukian en la que se refiere a la traición y hacer de Marcel un alocado Lucky Luke. "Nuestros héroes, señor Guédiguian, no tienen necesidad de leyenda, sobre todo necesitan verdad", protestó Frydman.

"No odio al pueblo alemán"

Manoukian Michel

MI QUERIDA Melinée, mi pequeña huérfana bien amada. En algunas horas no estaré más en este mundo. Seremos fusilados esta tarde a las 15 horas. Eso me ocurre como un accidente en la vida, apenas puedo creerlo y, sin embargo, sé que no volveré a verte nunca más. ¿Qué puedo escribirte ? Todo está confuso en mí y al mismo tiempo muy claro. Me comprometí con el ejército de la Liberación como soldado voluntario y muero de pie y haciendo la V de la victoria.(...)

En el momento de morir proclamo que no tengo odio contra el pueblo alemán ni contra nadie. Cada uno tendrá lo que merece como castigo y como recompensa. El pueblo alemán y todos los otros pueblos vivirán en paz y fraternidad cuando termine la guerra, que no durará mucho más. ¡Felicidad! ¡A todos !

Siento el profundo pesar de no haber podido hacerte feliz. Hubiera querido tener un hijo tuyo, como siempre lo quisiste. Te pido que después de la guerra te cases y tengas un hijo, en mi honor y para cumplir mi última voluntad. Cásate con alguien que pueda hacerte feliz. (...) Con la ayuda de los amigos que quieran recordarme haz editar aquellos de mis poemas y escritos que valgan la pena ser leídos.

Moriré con mis 23 camaradas con el coraje y la serenidad de un hombre que tiene la conciencia tranquila pues personalmente no hice daño a nadie y si lo hice fue sin odio. Hoy es un día soleado. Mirando el sol y la hermosa Naturaleza que tanto he amado diré adiós a la vida y a tí mi bien amada y a mis queridos amigos. Perdono a todos los que me hicieron mal o que quisieron hacerme mal salvo a quien nos traicionó para salvar el pellejo y a aquellos que nos vendieron. Te abrazo fuerte, así como a tu hermana y a todos los amigos que me conocen de cerca o de lejos, a todos los aprieto contra el corazón. Adiós. Tu amigo. Tu camarada. Tu marido Manoukian Michel.

Fresnes, 21 de febrero de 1944

Las películas

La batalla del rail (ficción, 1946), René Clement.

Noche y niebla (documental, 1954), Alain Resnais.

Un condenado a muerte se escapa (ficción, 1956), Robert Bresson.

El viejo y el niño (ficción, 1967), Claude Berri.

El ejército de las sombras (ficción, 1969), Jean Pierre Melville.

La pena y la piedad (documental, 1969), Marcel Ophüls.

Los violines del baile (ficción, 1974), Michel Drach.

Lacombe Lucien (ficción, 1974), Louis Malle.

El cartel rojo (ficción, 1975), Frank Cassenti.

El otro señor Klein (ficción, 1976), Joseph Losey.

El último metro (ficción, 1980), Francois Truffaut.

Shoah (documental, 1984), Claude Lanzmann.

Des terroristes ala retraite (documental, 1985), Mosco Boucault.

Adiós a los niños (ficción, 1987), Louis Malle.

Hotel Terminus (documental, 1988), Marcel Ophüls.

El ojo de Vichy (documental, 1993), Claude Chabrol.

Lucie Aubrac (ficción, 1997), Claude Berri.

L`armée du crime (ficción, 2009) Robert Guédiguian.

La rafle (ficción, 2010) Rose Bosch.

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