DANIELA BLUTH
Ecuador es el país más densamente poblado de América del Sur. Es el principal exportador de bananos del mundo. Es el que tiene la tasa más alta de concentración de ríos por kilómetro cuadrado. Es, además, gracias a su posición geográfica, el territorio que alberga la curiosa Mitad del Mundo, una ciudad de fantasía cercana a la capital, Quito, en la provincia de Pichincha. Justamente allí, donde hasta ahora la principal atracción turística es una línea amarilla pintada en el suelo, que simboliza la línea ecuatorial pero curiosamente está unos 200 metros corrida del lugar por el que pasa realmente, el gobierno local proyecta levantar una torre de 1.500 metros de altura, obra para la que eligió al arquitecto uruguayo Rafael Viñoly.
Cada año, cerca de un millón de turistas llegan hasta esta urbe ficticia para experimentar qué se siente al tener un pie en el hemisferio Sur y el otro en el Norte. Esa es la foto que no puede faltar en el cuaderno de bitácora de cualquiera que viaje hasta allí. Por ahora, en esta especie de predio turístico también hay un monumento construido a principios del siglo XX y modificado hace poco más de 20 años, algunos museos y el marco de un valle devastado por el progreso que llegó sin demasiada planificación. Con ese contexto como telón de fondo, las autoridades pensaron que el lugar merecía una renovación con un monumento que lograra conjugar los valores de la cultura ancestral de la zona con una fuerte carga simbólica contemporánea, convirtiéndose en un hito no solo geográfico, sino también turístico. "El prefecto Gustavo Baroja y la viceprefecta Marcela Costales decidieron contactar a un arquitecto que garantizara el carácter monumental de la obra, al mismo tiempo que la propia marca del arquitecto en el proyecto le otorgara a éste el nivel de relevancia internacional buscado", relató a Domingo el arquitecto ecuatoriano Rómulo Moya, editor de la revista Trama y consultor del proyecto. Y así surgió el nombre de Viñoly, considerado uno de los mejores arquitectos del mundo y con el plus de ser latinoamericano. "Pensamos que eso iba a ayudar a que entendiera de mejor manera la cultura, el lugar y la necesidad del encargo", dijo Moya, quien viajó al estudio del uruguayo en Nueva York para plantearle la idea.
Fue un encuentro "sui generis", reconoció Moya. Pero funcionó. En menos de 24 horas Viñoly tuvo lista una propuesta: una torre de cables tensados de 1.500 metros con tres anillos de diferentes alturas y un ascensor presurizado para subir hasta la cima. No se trata de un edificio, sino de una torre vacía, un monumento gigante que se emplazará en el lugar exacto por el que surca la línea equinoccial. Por su altura, superará los cerros que flanquean el lugar y desde la cumbre, teóricamente, se podrá ver el mar y la selva al mismo tiempo. Aunque no existe una "valoración final" del costo, se estima una inversión de 250 millones de dólares.
El proyecto se presentó ante las autoridades, los medios de comunicación y los gremios profesionales locales en Quito el último febrero. Ocho meses más tarde, "todavía se encuentra en fase de discusiones", explica Moya. Rolando Goldstein, mano derecha de Viñoly y arquitecto a cargo del proyecto en el estudio neoyorquino, confirmó a Domingo que la idea existe, pero dijo que prefieren no hacer declaraciones hasta que haya un contrato firmado.
Un proyecto de "esta naturaleza", dijo Moya, "es absolutamente polémico en cualquier parte del mundo", por lo que el equipo de trabajo decidió organizar foros y debates donde los profesionales locales -arquitectos, pero también sociólogos e historiadores- vuelquen sus opiniones y dudas.
Viñoly, nacido en Uruguay pero radicado en Estados Unidos desde los años `70, tiene una destacada trayectoria internacional, con obras como el Foro Internacional de Tokio y el Jazz at Lincoln Center de Nueva York; también fue finalista en el concurso para la reconstrucción del Ground Zero, donde estaban las Torres Gemelas destruidas en septiembre de 2001. En Uruguay, es autor del nuevo Aeropuerto Internacional de Carrasco y el edificio Acqua, en Punta del Este.
CAMBIOS. Con el nuevo escenario, las autoridades de Pichincha estiman que el número de turistas podría ascender a 2,5 millones al año. Pero para recibir la torre el entorno también debe cambiar. Para ello, se conformó un Comité de Apoyo Técnico con las entidades gubernamentales vinculadas al proyecto desde distintas áreas: Ministerio de Patrimonio, de Cultura, de Turismo y, principalmente, el Municipio del Distrito Metropolitano de Quito. Según dijo la viceprefecta de Pichincha a la revista Clave, "este último tendrá que hacer los estudios de infraestructura y dotar de los servicios básicos necesarios a todo el sector; además debe proveer de sistemas viales y transporte público para abastecer las nuevas necesidades de la zona".
Hoy, cada turista deja en la mitad del mundo una renta de entre seis y ocho dólares. "Esto se entiende a la luz de la escasa propuesta turística, cultural y recreativa, así como de los diferentes servicios que dan soporte a lo anterior", reafirmó Moya. El gobierno local planea impulsar el desarrollo inmobiliario, con la construcción de viviendas, hoteles y centros comerciales.
Además, ya se implementaron una serie de concursos a nivel universitario para lograr la conexión entre el emblemático proyecto de Viñoly y la ciudad de Quito. "Se establecería así una importante relación entre pasado, presente y futuro, con dos grandes polos: el Centro Histórico de Quito y el proyecto para Ciudad Mitad del Mundo", resumió Moya. "Un elemento de ciencia y tecnología de futuro que aporta al desarrollo y lo moviliza, fortaleciendo a su vez las raíces culturales y los valores históricos y de identidad. Y en ambos casos, el paisaje natural es un componente significativo."
MUSEO DE CIENCIA A CIELO ABIERTO
Como si fuera un museo de ciencia al aire libre, la Ciudad Mitad del Mundo tiene muchos atractivos para los turistas que se acercan hasta allí con ganas de experimentar de primera mano. Por ejemplo, los cuerpos pesan menos que en el resto de la Tierra y para comprobarlo uno de los bares del complejo presta su balanza. También se puede desafiar la gravedad haciendo la prueba que más visitantes curiosos convoca: parar un huevo sobre un clavo. Otro clásico es confirmar que, efectivamente, el agua gira en sentido contrario en el hemisferio Norte que en el Sur.
Una de las visitas más recomendadas es la del museo privado Inti Ñan (camino del Sol), que recopila elementos de la cultura preincaica y está ubicado casi en el lugar exacto de la mitad del mundo.
Aunque todo esto se mantenga, la torre de Rafael Viñoly traerá consigo muchos cambios. Para empezar, porque en la misma zona se está construyendo el complejo de la Unasur. Pero además, la viceprefecta de Pichincha Marcela Costales adelantó que se está evaluando hacer un Museo de Arte Latinoamericano y del Caribe, "una concha acústica que albergue a miles de personas donde puedan realizarse festivales artísticos incomparables y un centro de convenciones que Quito aún no tiene".