Entre "El dinero no hace la felicidad" y "El dinero no es todo, ¡pero cómo ayuda!" hay un abismo. Pero lo cierto es que cada vez más surgen informes sociológicos que revelan que en el bienestar y la satisfacción personal hay factores que influyen mucho más que la plata.
El reciente Latinbarómetro 2011 es un ejemplo. Una de las consultas centrales sobre "satisfacción con la vida", muestra "claramente que ésta no está relacionada con el ingreso", según señala el reporte.
De hecho, 72% de los latinoamericanos está satisfecho con su vida (ver aparte). En Europa, donde la calidad de vida es muy superior, a la misma pregunta el Eurobarómetro muestra un índice de 79%; solo 7 puntos porcentuales más.
Y en momentos de crisis económica en ciernes (que hoy parece cebarse con Europa, como ayer con Estados Unidos, y como regularmente hace con América Latina), todavía es posible encarar la vida con una sonrisa sin pasar por loco o masoquista. "Los economistas de la felicidad plantean que la economía de los países desarrollados no está funcionando porque el nivel de vida fue subiendo, pero la felicidad de las personas quedó estable, lo que contradice los presupuestos de la economía clásica", señaló al diario argentino La Nación Luis Neto, psicólogo de la Universidad de Lisboa, Portugal, que participó recientemente en un Congreso de Psicología Positiva en la Universidad de Palermo, Buenos Aires.
Si la denominada "psicología positiva", que propone construir desde las posibilidades y no las carencias está anclando en las evaluaciones sobre el estándar de vida, tal vez aún sea muy temprano para asegurarlo. Pero parece que el mundo está caminando en esa dirección. La doctora Graciela Tonon, de la Universidad de Palermo, dijo a ese mismo medio que el concepto de calidad de vida, que engloba factores materiales, personales y sociales, sería la mejor manera de medir la felicidad de un pueblo.
En un artículo publicado el pasado sábado, La Nación pregunta cuál es el rol del dinero en todo este entramado social. Y enseguida se contesta: "Según estudios internacionales, el bienestar está relativamente divorciado de su histórico matrimonio con el dinero. La carrera por la supervivencia ocupa todos los espacios hasta que las necesidades elementales fueron satisfechas. Entonces, el dinero ya no aporta a la cuenta de la felicidad y la gente se lanza a satisfacer lo que está más allá. Es decir que las personas ponen la felicidad y el bienestar por encima del dinero". Sobre todo cuando ya lo tienen, agrega.
informe. ¿Salud, dinero y amor? No, salud, familia y amor. Al menos eso es lo que se desprende de un estudio realizado en Argentina, por TNS Gallup y la Universidad de Palermo, sobre qué es lo que la gente asocia a la felicidad.
De acuerdo con los resultados de ese estudio, publicados en esa misma nota de La Nación, los tres principales pilares de la felicidad son la familia (17%), el amor (13%) y la salud (10%). Según especialistas, esta es la misma tendencia que se cumple a nivel mundial.
Esa misma encuesta, realizada a 1.012 personas de toda Argentina, reveló que si bien el dinero no está asociado a la felicidad, su ausencia sí lo está a la infelicidad.
Es que los problemas económicos son señalados como la principal causa de la falta de bienestar por el 30% de quienes declararon ser infelices. Nuevamente, se respeta otra tendencia presente en el resto del mundo.
Uruguay: 79% ok
Costa Rica al tope. El ya mencionado Latinbarómetro indicó que Costa Rica está al tope de la felicidad en la región, con un 88% de sus habitantes que expresa satisfacción con su vida. Panamá, también ubicada en América Central, está segundo, con un 87%.
Uruguay está sexto. En ese ranking Uruguay ocupa la sexta posición. El 79% de sus habitantes está "bastante satisfecho" o "muy satisfecho" con su vida. Es exactamente el promedio de felicidad que hay en Europa. Además de los ya indicados, lo superan Colombia (83%), Brasil (82%) y Venezuela (80%). Y está por encima de Argentina (78%), Nicaragua (77%), México (76%) y Paraguay (75%).
Chile bastante abajo. Chile, siempre considerado como un ejemplo de desarrollo económico en América Latina, está en el puesto decimoquinto. Solo un 62% de sus habitantes declararon estar satisfechos con su vida.