Tetrapléjico luego de un asalto

| El legislador Jorge Rivas estaba en el mejor momento de su carrera política cuando un robo callejero lo dejó cuadripléjico y sin poder hablar. Hoy diputado en ejercicio, y ya candidato para el próximo período, reflexiona de la inseguridad, entre otros temas.

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GABRIELA VAZ | BUENOS AIRES

En noviembre de 2007, Jorge Rivas era vicejefe de gabinete nacional de Néstor Kirchner, secretario general del Partido Socialista bonaerense y diputado electo. Abogado, esposo de Sandra, padre de Sebastián (que hoy tiene 12 años) y de María del Pilar (quien ya cumplió 8), a sus 46 años era también, para muchos, una de las figuras con mayor proyección en el ámbito político argentino.

Pero el fluir natural de ese futuro auspicioso cambió abruptamente la noche del 13 de aquel noviembre. Ese día, Rivas fue a cenar junto a dos compañeros a la parrilla La Picassa, en la ciudad de Temperley (Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires). Al terminar el encuentro, alrededor de la 1 de la mañana y ya de camino a su casa, paró en una farmacia para comprar una crema para la piel que le habían recetado ese mismo día. Pero no llegó a ingresar. En la puerta, dos jóvenes lo abordaron y golpearon hasta dejarlo inconsciente para robarle el maletín, el celular, la billetera y el auto, un VW Gol Country (Rivas tenía a su disposición un coche oficial con chofer que había utilizado muy poco y custodia policial que nunca aceptó).

Al verlo tendido en el piso, alguien llamó a la policía y los efectivos lo trasladaron al Hospital Gandulfo de Lomas de Zamora como NN. Allí le salvaron la vida. Tras ser identificado fue trasladado al Sanatorio Itoiz de Avellaneda primero y a la Clínica Fleni de Belgrano después, en estado de coma. Dos días más tarde, al despertar, apenas movía los ojos. Uno de los golpes recibidos en el asalto, que los médicos describirían como "más punzante que cortante, sólo un puntito, en la zona del malar derecho", le astilló un pequeño hueso y causó una hemorragia que se alojó en el tronco encefálico, más precisamente en la protuberancia, afectándole toda la movilidad del cuerpo. Había quedado cuadripléjico y sin poder hablar.

Se le realizó una traqueotomía para la respiración y le colocaron un botón gástrico en el estómago para que se alimentara en forma directa, ya que era incapaz de ingerir comida. Con rehabilitación y operaciones -la última en enero pasado-, logró varios avances (ver faldón). Ha recuperado cierta movilidad en la cabeza (consigue asentir o negar) y puede alimentarse por vía oral, por ejemplo. A su vez, un militante del Partido Socialista (PS), ingeniero en computación, le creó un sistema para que pueda comunicarse. Una web cam capta el movimiento de sus ojos sobre la pantalla que despliega las letras tal como están ubicadas en cualquier teclado. El cursor se desplaza al seguir su mirada y cuando Rivas lo ubica sobre la letra que quiere utilizar, clickea con su dedo (es todo el movimiento que logra sacarle a su mano) en el mouse y va escribiendo. Al terminar, la computadora reproduce lo escrito con un sintetizador de voz.

Con este método, el diputado argentino - quien asumió su banca en 2009, convirtiéndose en un caso único en el mundo- conversó con Domingo en una residencia de Del Viso, a 45 minutos de Capital Federal, donde se hospedó tras su regreso de Cuba semanas atrás, alternando rehabilitación con las tareas propias de su cargo.

delitos e impotencia. Jorge Rivas es socialista de cuna política. Militante desde que tiene memoria, a los 27 años fue secretario general de la Juventud Socialista (luego lo sería también del PS bonaerense) y con 35 asumió el primero de tres mandatos como diputado. Coherente con su formación, siempre profesó que, lejos de la "mano dura", la solución para el problema de la inseguridad se halla en el combate a la desigualdad social. Por eso, luego de la rapiña, la pregunta que retumbó en cuanto periodista se le presentó delante fue la misma: "¿Y ahora?" Y resultó que el ahora no cambió el antes; Rivas sigue pensando igual. Pocos lo entienden. Un repaso por todas sus apariciones mediáticas postasalto dejan sentado cómo, una y otra vez, se intenta rascar en busca de una reacción primaria que no aparece. ¿No siente la necesidad de rebelarse contra su ideología? ¿Entiende a los que piden pena de muerte? Incluso, como si faltaran más pruebas, se le ha preguntado si mantendría su postura en el caso de que el ataque lo hubiese sufrido alguien de su familia. Y una y otra vez, Rivas contesta lo mismo: que sostiene sus convicciones más allá de su suerte personal; que entiende a los que piden medidas más duras pero no cree que logren reducir el delito "mágicamente"; y que sí, que probablemente mantendría su postura. En el núcleo descansa el convencimiento, sin fisuras, de que nada se resuelve alentando inquisiciones.

No le molesta seguir explicándose. Aunque el asalto no lo volvió especialista en seguridad, sabe que es lo primero que se le pregunta. Su voz es requerida por su doble condición de protagonista de un episodio en extremo violento y legislador que, además integra en la Cámara de Diputados las comisiones de Seguridad Interior, Legislación Penal y Derechos Humanos.

A la sombra de un quincho, con sus dos hijos jugando dentro de la casa, sus padres al cuidado y la asistencia constante de Dolores, su enfermera, Rivas contesta paciente a lo largo de tres horas de entrevista. Con el sistema informático que utiliza, escribir cada respuesta le lleva un promedio de diez a quince minutos. En la primera, se despacha sobre el tema más recurrente. "Tanto en Montevideo, Buenos Aires, como en cualquier ciudad del mundo, el tema de la inseguridad es muy preocupante. Y sin dudas creo que es corrigiendo las causas que la generan como vamos a reducir su dimensión. También creo que estamos ante un fenómeno multicausal, por lo que pienso que sería un grave error atribuirle su incremento a una sola causa. La mayoría de los criminólogos del mundo coinciden en destacar que la desigualdad social es un caldo de cultivo propicio para que el nivel de inseguridad se incremente. Por supuesto que no sólo el Congreso puede dar su aporte para mejorar la situación, sino que debe ser el ámbito por excelencia donde trabajemos con seriedad sobre esta problemática".

-Ha hecho énfasis en la necesidad de atacar la desigualdad social como forma de resolver el problema, pero ese es un proyecto con frutos a largo plazo. ¿Se puede hacer algo para revertir la situación más inmediata?

-Sí. Como te dije, el problema es multicausal, por lo que me parece que al menos en Argentina deberíamos trabajar fuerte sobre las fuerzas de seguridad, preparándolas más sobre la prevención porque cuando el patrullaje llega muchas veces es tarde y el daño ya no puede repararse.

-En Uruguay en este momento hay un gran debate en torno a la edad de imputabilidad, debido a que un sector político quiere llamar a plebiscito para bajarla. ¿Qué posición tiene al respecto? ¿Cree que crear o reformar leyes puede ayudar en este sentido?

-Seguro que se puede aportar mucho desde lo legislativo, pero estoy seguro que no pasa por bajar la edad de punibilidad ni por endurecer penas, sino que detrás de esas propuestas suele esconderse la impotencia de un sector de la dirigencia política para aportar soluciones superadoras.

-¿Qué siente hacia quienes causaron su condición actual?

-La verdad es que no me despiertan ninguna sensación especial. Trato de no pensar en ellos.

-Tengo entendido que tampoco ha seguido sus causas judiciales. ¿Por qué?

-Es verdad. Sé que fueron condenados, pero es cierto que no me interesan mucho sus destinos y, la verdad, no sé por qué motivo. Inconscientemente creo que trato de tener lo menos presente posible el episodio del robo.

-¿No sentía un deseo de justicia?

-De justicia sí, de venganza no. Es más, sinceramente creo que por su marginalidad son tan víctimas de la sociedad como yo lo soy de ellos.

-Lo que sucedió, ¿le implantó algún temor por lo que le pueda pasar a sus seres queridos en la calle o a usted mismo nuevamente?

-No, no vivo con miedo, aunque trato de ser prudente.

el gobierno y el rejunte. Mientras estuvo internado, el PS bonaerense -del que Rivas era secretario general- fue intervenido por las autoridades nacionales del Partido debido a una alianza que el senador Ruben Giustiniani, líder del sector, realizó entonces con Elisa Carrió. En su vuelta al ruedo político, el diputado integró un bloque de centroizquierda por fuera del PS bajo el nombre Nuevo Encuentro Popular y Solidario -integrado además por Martín Sabbatella, Carlos Heller, Ariel Basteiro y Vilma Ibarra- que es aliado al kirchnerismo. Hoy Rivas está terminando su tercer mandato como legislador y piensa candidatearse para el próximo período. La tarea no es fácil. La rutina diaria del diputado consta de levantarse a las 6.30, leer los diarios y ya a partir de las 8.30 iniciar sus ejercicios de kinesiología y fonoaudiología hasta las 17 horas cuando comienza el trabajo en la oficina hasta avanzada la noche, "lo que me hace ganar algún reto, pero te aseguro que para mí el trabajo también es terapéutico", señala él. ¿Qué lo impulsó a asumir la banca? "Creo que fundamentalmente fueron las ganas. Mi país estaba, y está, atravesando un momento histórico extraordinario y no quería ser sólo un observador o comentarista de esta etapa".

-¿Qué define ese momento?

-Sería una respuesta larga, pero brevemente te diría que es para mí muy importante cómo la política volvió a tener poder decisorio sobre el poder corporativo y, por lo tanto, la militancia política volvió a llenarse de sentido.

-En una nota dijo notar que hoy existe "cierta desvinculación entre lo que se debate en la superestructura política y los problemas cotidianos de la sociedad".

-Sobre todo lo noto en mi ámbito, el Congreso, donde la oposición tiene mayoría y es común que trate de impulsar temas que están alejados de los problemas concretos, como podrían ser trabajo, salud, educación, seguridad, y otros que podrían abordarse con seriedad y no haciendo con cada uno una patética rencilla electoral.

-Usted fue primero opositor parlamentario del gobierno de Néstor Kirchner. Luego dijo haberse "rendido ante la contundencia de los hechos" y terminó como su vicejefe de gabinete. Después del accidente, bromeó en una entrevista diciendo que lo que más lo entusiasmaba de este gobierno eran "los enemigos" y cuando le preguntaron a quién veía como sucesor de Cristina, usted solo nombró a Néstor y acotó: "Mirá lo que serán las alternativas que hasta lo veo lindo". Su apoyo actual a la reelección de la presidenta, ¿es más por descarte que por convicción?

-No. Claramente creo que es un proyecto transformador, como también claramente en el escenario político argentino no se visualiza un proyecto alternativo superior. Siendo franco, no se ve un proyecto alternativo, ni mejor ni peor. Veo solo al gobierno y a sus costados un rejunte que hace ruido.

-Si tuviera que elegir un hecho, ¿cuál cree que fue el mayor acierto del proyecto actual?

-Es muy difícil sintetizar en un hecho más de siete años de gobierno, si sumamos los dos, pero haciendo esa salvedad creo que lo mejor fue la asignación universal por hijo.

-En caso de que la población reelija esta administración, ¿qué haría distinto?

-Creo que en el futuro se debe construir una nueva fuerza política más "confiable" (las comillas son de Rivas) que el PJ para sostener el proyecto que encarna Cristina.

-El político Pino Solanas, también socialista, aseguró que este gobierno "le hizo creer a la gilada que es de izquierda", pero que no es así.

-Este es un gobierno sostenido por una masa crítica diversa y es natural que tenga contradicciones, pero sin dudas es de avanzada. Le dejo a Pino el izquierdómetro.

-¿Cambió en algo su visión de la política?

-Obviamente me cambió mucho la vida, pero creo que mis principios políticos se mantuvieron inalterables.

-¿Y su perspectiva de la vida en general?

-Es inevitable ver muchas cosas desde otro lugar. Pero, sin ponerme demasiado profundo, en estos últimos años aprendí a distinguir entre los verdaderos problemas y las simples molestias cotidianas.

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