Se enlentece el crédito al consumo

| Se debe al aumento de los encajes y a la crisis europea; de todas formas, crece a un ritmo que triplica la tasa de crecimiento de la economía

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El consumo de los privados es la variable que más está contribuyendo en estos momentos al crecimiento que muestra el nivel de actividad. Esta bonanza se sustenta en la particular coyuntura internacional, caracterizada por tasas de interés negativas en términos reales y elevados precios de los commodities. En el caso concreto de nuestro país, esa conjunción se traduce en un acceso prácticamente ilimitado al financiamiento externo y elevados niveles (nominales) de exportación, siendo estas las razones últimas en las que se sustenta y financia la pujante demanda interna.

Un elemento que contribuye a ese mayor gasto interno es el crédito. Al finalizar el año 2011, el saldo de los créditos concedidos por el sistema financiero al sector privado ascendió a US$ 10.388 millones, lo que representa un incremento de 20,3% respecto al valor registrado al finalizar el año anterior.

Ese incremento es levemente superior al que registró el PIB nominal medido en dólares en el mismo período (18,6%), lo que a primera vista no estaría indicando un aumento desmedido del crédito -de hecho, estaría en línea con el nivel de actividad- por lo que no estaría contribuyendo a un peligroso recalentamiento de la economía.

ENLENTECIMIENTO. De hecho, en los últimos meses del pasado año se produjo un freno en el ritmo de expansión del crédito al sector privado que estaba creciendo a tasas muy elevadas. Si se analiza la evolución de los préstamos concedidos por el sistema financiero a lo largo de los dos últimos años, se constata que entre junio y agosto de 2011, los saldos (medidos en dólares) superaban a los del mismo período del año anterior en un 36%, el doble del crecimiento del PIB, enlenteciéndose en el último cuatrimestre.

El crédito a las familias es el que explica tanto el fuerte incremento registrado hasta el tercer trimestre como el posterior enlentecimiento. El endeudamiento de las familias tiene dos destinos principales, préstamos para vivienda y préstamos al consumo. El financiamiento bancario para la adquisición de viviendas no se ha mostrado particularmente dinámico en los últimos tiempos. Si bien la actividad inmobiliaria sí lo ha hecho, una de las particularidades que ha mostrado es precisamente el bajo nivel de financiamiento bancario. De hecho, la compraventa de inmuebles ha tenido en la inversión extranjera directa (IED) una de sus principales fuentes de financiamiento (como resultado de las tasas de interés reales negativas). No debemos olvidar al propio ahorro interno que, ante los bajos rendimientos que se obtienen por las colocaciones en el sistema financiero, se volcó hacia emprendimientos reales destacándose particularmente los inmobiliarios.

Distinto es el caso del crédito al consumo que mostró gran dinamismo. Como los demandantes de estas líneas de crédito son ciudadanos cuyos ingresos provienen de su trabajo que está remunerado en moneda nacional, se trata de créditos concedidos en pesos. En tal sentido, se los puede analizar en términos reales, lo que se muestra en el Gráfico N° 1. Se observa la aceleración que mostraron hasta el primer semestre del pasado año, cuando se incrementaron 50% en términos reales (medidos en dólares crecieron 80%), tasa muy elevada que estaba llevando a la economía a un destino peligroso. Debido a ello, las autoridades aumentaron los encajes bancarios en julio. Desde entonces, las tasas de expansión se han venido reduciendo hasta el 19% del cierre de año. Es probable que en ese enlentecimiento haya incidido, además, la incertidumbre derivada de la crisis europea. Se trata, de todas formas, de una tasa importante que triplica a la del PIB en el último año y que contribuye al incremento del consumo interno. En el último año, el saldo de los créditos al consumo se incrementó en más de un punto porcentual del PIB, tal cual se muestra en el Gráfico N° 2.

Esta evolución es consistente con la del saldo en cuenta corriente. De hecho, éste es consecuencia en parte de aquella. Recordemos que en los doce meses finalizados en septiembre de 2010 la cuenta corriente se mostró equilibrada, pasando a un déficit equivalente al 2,3% del PIB a junio de 2011, que se deterioró levemente a septiembre (2,4%). El sector privado es quien explica tal deterioro, al pasar de un superávit del 1,3% del PIB a un déficit del 1,6% en el período considerado.

Ese exceso de gasto privado se financia con ingreso de capitales. Están retornando colocaciones que los residentes tenían en el exterior ante los bajos y hasta nulos rendimientos que obtienen fuera de fronteras, al tiempo que la inversión extranjera directa sigue muy dinámica y que el efecto de los términos de intercambio es favorable. Al interior de la economía ello se ve reflejado en una mayor liquidez del sistema bancario que, ante la mejora en el ingreso de los hogares, está dispuesto a aumentar los préstamos que concede a las familias.

EMPRESAS. Pero los préstamos no están dirigidos solo a las familias; de hecho, el sector empresarial es el principal demandante de fondos.

El crédito al sector empresarial también se enlenteció en los últimos meses, aunque su desaceleración no es tan notoria como en el caso del destinado a las familias. A diciembre de 2011, su saldo ascendía a casi US$ 6.200 millones, lo que representa un incremento del 26,1% (en dólares corrientes) respecto al cierre del año anterior. El pico de crecimiento lo había alcanzado en agosto cuando se expandió 33,8% en relación a igual mes de 2010.

Si se ordenan los créditos a las empresas según rama de actividad, la construcción es el destino empresarial que presenta el mayor crecimiento, 66,7% en el último año, siguiéndole en orden de importancia el comercio (38,4%). La industria y el agro presentaron tasas de crecimiento más moderadas, en el entorno del 20%.

DEPÓSITOS. Al igual que lo que aconteció con el crédito, los depósitos del sector privado en el sistema bancario también han mostrado un enlentecimiento en su ritmo de expansión en el último cuatrimestre del pasado año, aunque más moderado.

Los bajos rendimientos que ofrece el sistema financiero no lo hacen particularmente atractivo a los ojos de los inversores. De todas formas, en los últimos tiempos se observó un incremento importante en el saldo de los depósitos en moneda nacional, debido a la apreciación del peso frente a la divisa estadounidense, por lo que en esa moneda se pudieron obtener rendimientos interesantes.

Las cifras que divulga mensualmente el BCU están expresadas en dólares al cierre de cada mes. En este caso, es el comportamiento del tipo de cambio el que explica el ritmo al que se expanden los depósitos. En tal sentido, al convertir esos depósitos en moneda nacional en dólares equivalentes, su saldo aumentaba a un ritmo aún mayor. Sin embargo, al desatarse la crisis financiera en Europa hacia el tercer cuatrimestre del pasado año, se revirtió el proceso de apreciación del peso (el peso se devaluó 8,2% entre julio y diciembre), generándose el fenómeno opuesto.

Para superar estos inconvenientes y analizar correctamente la evolución de los depósitos en moneda nacional, los convertimos a pesos y los deflactamos por el IPC. Una vez efectuadas estas correcciones se puede constatar que los depósitos en términos reales se han ido enlenteciendo a lo largo del último año. En tal sentido, el comportamiento del tipo de cambio y la incertidumbre que reinó en aquellos meses influyó de manera decisiva al respecto.

En lo que refiere a los depósitos en moneda extranjera, hay que distinguir dos situaciones bien distintas, los depósitos a la vista y a plazo. Los primeros aumentaron 16% (medidos en dólares corrientes) mientras que los últimos cayeron 6,6%.

Al ser mayor el incremento de los depósitos en moneda nacional, continúa lentamente el proceso de pesificación. De todas formas, el grado de dolarización es alto y casi las tres cuartas partes del total de depósitos en el sistema están en moneda extranjera. El fenómeno que no se revierte es el de la alta participación de los depósitos a la vista, que se incrementó en el último año al 84% del total.

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