La actualización trimestral de los indicadores de la balanza de pagos y del endeudamiento del sector público, ocurrida al cierre de septiembre, nos permiten contar con información reciente sobre algunos temas que siempre tienen relevancia, y, en algunos casos, además, actualidad. Me refiero, primero, al peso relativo de Argentina y Brasil en nuestra cartera de clientes; segundo, a la magnitud y la evolución de la deuda pública; y tercero, a los balances de los sectores público y privado y al de la suma de ambos, el saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Primero, entonces, veamos el peso relativo y absoluto de nuestros vecinos en nuestras exportaciones. Hay quienes, sesgados en análisis que solo tienen en cuenta a las mercaderías, muchas veces subestiman el peso de Argentina en nuestro "portafolios" de clientes. Ocurre que si solo se consideran bienes, ese país recién aparece cuarto o quinto en la escala de mayor a menor importancia. Pero los bienes son el 73% del total de nuestras exportaciones, siendo los servicios el 27% restante. En particular, se destacan los servicios turísticos (o gasto total de los turistas en nuestro país), que representan el 63% de las exportaciones de servicios, o sea US$ 2.222 millones en los 12 meses a junio, y el 17% de las exportaciones totales. Y resulta que en esas exportaciones de turismo, el 59% corresponde a gastos de argentinos dentro de nuestras fronteras, o, en otras palabras, a exportaciones de turismo a Argentina.
Si consideramos entonces el total de exportaciones a Brasil y Argentina, sumando mercaderías (exportadas desde territorio no franco) y turismo, resulta que las cifras absolutas se emparejan y la distancia que separa a Brasil de Argentina nada tiene que ver con la que surge de considerar solo las mercaderías. Veamos los números de bienes en los 12 meses a agosto y los de turismo en los 12 meses a junio, que son los últimos disponibles en cada caso. A Brasil le exportamos bienes por US$ 1.653 millones y a Argentina por US$ 544 millones, o sea que Brasil gana 75 a 25 por ciento. Pero en turismo, la situación es la opuesta, ya que los argentinos gastan US$ 1.300 millones y los brasileños (sumados a chilenos y paraguayos, ya que las cifras disponibles no los separa) US$ 439 millones. Por lo que, considerando bienes y turismo conjuntamente, el resultado es un "empate técnico" entre ambos vecinos en nuestras exportaciones.
Sin embargo, como hemos visto muchas veces en esta página, las exportaciones de turismo son mucho más intensivas en trabajo e impuestos que las de bienes, por lo que la "Argentina-dependencia" es en realidad, cualitativamente hablando, mucho mayor a la que tenemos de Brasil. Dicho sea de paso, más allá de cupos y cepos, los números vistos y sus proporciones son prácticamente similares a los del año pasado, por lo que por ahora la situación muestra estabilidad.
Segundo, veamos los últimos números sobre la deuda pública, los que expresados en dólares mostraron que en el segundo trimestre hubo una significativa baja debida al aumento del tipo de cambio, el que redujo la parte pesificada de la deuda. Como hemos visto antes acá, en esta oportunidad el "seguro" volvió a pagar, es decir el seguro anti devaluación implícito en la pesificación de la deuda.
La deuda pública bruta total al cabo de junio llegó al 55,8% del producto, pero si se deducen los activos externos (sin considerar en ellos los encajes bancarios, que no forman parte de la deuda), la deuda "neta" alcanzó al 34,0% del PIB, que es el menor valor desde el año 2000. No obstante, la actual proporción de deuda neta sobre producto es mucho más estable que entonces, precisamente por estar altamente pesificada. Cuando la deuda estaba muy dolarizada, la proporción entre ella y el producto era mentirosa, porque un salto en el tipo de cambio la hacía subir en forma inmediata. El 52% de la deuda bruta y el 85% de la neta están hoy denominados en moneda nacional.
A todo esto, si se consideran los siete años y medio de gobiernos del Frente Amplio, se observa que la deuda bruta subió en US$ 13.363 millones, y que al mismo tiempo los activos externos (sin encajes) subieron en US$ 9.038 millones, por lo que la deuda neta subió en US$ 4.325 millones. ¿A qué se debe esta variación, a razón de unos US$ 580 millones anuales? Una primera respuesta lógica se debería buscar por el lado de los déficits fiscales acumulados en el período, a los que habría que descontar el financiamiento debido al "impuesto inflacionario", que estimo en 0,5% del PIB anualmente. Esa cifra, la del déficit ajustado por inflación, arroja aproximadamente unos US$ 1.500 millones, una fracción menor del aumento de la deuda neta. La fracción mayor (unos US$ 2.500 millones) se debe al efecto sobre la deuda expresada en términos de dólares, de la inflación en dólares sobre la parte pesificada de la deuda. Es, siguiendo con el paralelismo utilizado, el costo del seguro incurrido, que oscila trimestre a trimestre en función de la evolución del tipo de cambio versus el IPC. Es, de ese modo, esencialmente transitorio, en la medida en que se comparta que el actual nivel del tipo de cambio real es inferior al de mediano y largo plazo y que, más tarde o más temprano, se habrá de ajustar.
En definitiva, por más que muchas veces la política se imponga sobre el análisis, esos son los números y ellos son claros en cuanto al buen trabajo realizado en los últimos años en esa área por parte del MEF. Hoy la deuda neta en relación al PIB está en sus niveles mínimos desde mediados de los noventa, ajustados el PIB y la deuda por tipo de cambio real. Y hoy día, habiéndose aprovechado la oportunidad que nos dio el mundo de pesificarla, ha dejado de ser una Espada de Damocles sobre nuestras finanzas públicas, tras haber sido una fuente histórica de vulnerabilidad ante eventuales ajustes cambiarios.
Tercero, y último, veamos la evolución reciente y la situación actual de los balances de los sectores público y privado y del de la suma de ambos, el saldo de la cuenta corriente. Cabe consignar que se dispone de información pública del balance fiscal y de la cuenta corriente, por lo que el balance privado se calcula por diferencia. Al cabo de los 12 meses a agosto, el ahorro neto del sector público, es decir el resultado fiscal, fue de -2,2% del PIB, mientras que en el caso del sector privado fue de -0,9% del PIB. De este modo, la economía en conjunto tuvo un ahorro neto negativo, por lo que hubo un déficit en cuenta corriente de 3,1% del producto. Se puede decir, grosso modo, que algo más de dos tercios del déficit externo se debe al sector público y que algo menos de un tercio se debe al privado, pero que ambos están consumiendo e invirtiendo por encima de los que producen (en el caso del sector público, lo que produce son impuestos).
¿Cuál era la situación de esos conceptos un año atrás y por lo tanto cuál fue su evolución en los últimos 12 meses? El resultado fiscal era de -1,4% del PIB y el saldo de la cuenta corriente de -3,8% del PIB, por lo que el desahorro privado se ubicaba en 2,4% del producto. Entonces, mientras que el sector público ha aumentado su déficit, el sector privado lo ha venido reduciendo más que proporcionalmente, dando lugar a una reducción del déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos. El aumento del tipo de cambio, su inestabilidad y su consiguiente menor previsibilidad, han de haber jugado un papel importante en el comportamiento referido del sector privado.