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Paul se presenta como sommelier y es el protagonista de la última campaña de Coca-Cola Light en Argentina. Con humor y un tono paródico, la marca de gaseosas busca subirse a la experiencia gourmet y a la multiplicación de la figura del sommelier en todo tipo de alimentos y bebidas.

Desde vinos hasta bebidas espirituosas, pasando por quesos, yerba mate, aceite de oliva, té, café y hasta el agua mineral, cada vez son más los rubros que deciden incorporar la figura del catador como un modo de acercar información al consumidor y de paso dotar de glamour al consumo de sus productos.

La figura del sommelier -o sumiller, en su traducción al español- es relativamente nueva en Argentina y su llegada está ligada al boom del vino fino que se vivió a partir de la década de 1990. En ese país, la primera camada de sommeliers profesionales egresó en 2000 y un año después se constituyó la Asociación Argentina de Sommeliers, que tiene más de 320 miembros.

"En apenas diez años logramos imponer el término de sommelier y hoy la gente común tiene al menos una idea de qué se trata ", explicó el presidente de la Asociación Argentina de Sommeliers, Andrés Rosberg. "Igualmente, la contracara es que el término no está protegido, con lo cual surgen figuras como el sommelier de queso", agregó.

En la asociación precisan que un sommelier es especialista en diversas bebidas, cuyo campo de acción incluye aguas, infusiones, destilados, licores y, sobre todo, vinos.

Pero la popularización del concepto en Argentina se inscribe dentro de una tendencia que trasciende las fronteras locales. "Más que una moda, yo prefiero hablar de una evolución del consumidor a nivel mundial", dijo Valeria Trápaga, una sommelier especialista en la cata de yerba mate. "La gente quiere conocer más sobre lo que consume y nuestra tarea es brindarle información, para que disfrute más de lo que está tomando o comiendo", añadió la experta. LA NACIÓN, GDA