Con frío y a la orden

Ser bombero es arriesgado. No sólo por el peligro de la tarea sino porque hay destacamentos casi en ruinas o rodeados de aguas servidas; muchos vehículos viejos y equipos de protección que no sirven para el fuego.

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SEBASTIÁN CABRERA

En el corazón de Carrasco, justo frente al Lawn Tennis y a una cuadra de Arocena y Rivera, hay un cuartel de la Dirección de Bomberos que no se amolda al lujoso entorno. Adentro, sus habitantes -es decir, los bomberos- duermen con frío y viven en condiciones precarias. "Ahí está todo mal, es crítica la situación", dice el director de Bomberos, Roque Alvez.

Desde la calle lo primero que se ve es un viejo y derruido galpón. Y, al lado, varios camiones de distintos colores y tamaños. "Pero ninguno funciona", dice un efectivo de turno. En este destacamento hay 14 camiones: 11 de ellos no marchan o no es rentable hacerlos funcionar, dos están "casi fundidos" y uno solo está en muy buenas condiciones y al servicio de los vecinos de Carrasco, Punta Gorda, Malvín y Buceo, además de ayudar en Ciudad de la Costa en el verano.

Ese camión, el que funciona bien, es uno de los 40 "de segunda mano" que el gobierno compró en los últimos años a la Unión Europea. Este año llegarán 15 más. Pero son vehículos que tienen un pequeño gran problema: es muy difícil conseguir repuestos y las cubiertas tienen medidas que no existen en Uruguay.

El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, admitió en mayo de 2010 en un informe al diputado colorado Gustavo Espinoza que el 70% de la flota "tiene más de 20 años de servicio, por lo que a su obsolescencia debe agregarse el costo de mantenimiento y reparación, cada vez mayor".

Pero lo que más preocupa a Alvez es el estado de parte de los 18 cuarteles de Bomberos de Montevideo. "Hay problemas graves y situaciones críticas en destacamentos como Carrasco y Melilla", dice el director, que no son habitables "para estar 24 horas adentro" y donde los bomberos "no viven en forma decorosa".

El sindicato de bomberos dice que en Montevideo hay unos 10 destacamentos "en crisis" por problemas de infraestructura que inciden en el trabajo de los efectivos: instalaciones eléctricas precarias, estructuras deterioradas, aguas servidas y hasta peligros de derrumbe.

Lo de los vehículos es un tema aparte. Bonomi informó que en los países desarrollados la vida útil de la flota "no supera los 10 años", pero en Uruguay -sin contar la última compra realizada- los coches más nuevos son de 1987.

"Hay vehículos fuera de servicio o que no admiten reparación y, si fuera posible, el costo la tornaría inviable", dijo Bonomi en su informe. Y agregó que la descentralización, con la creación de nuevos destacamentos, comprometió la "capacidad operativa de los puestos a los que se le retiraron vehículos". Alvez, en cambio, dice que "hoy existe buena respuesta" pero que al menos llevará cinco años más renovar toda la flota vieja.

Al fondo del galpón en Carrasco hay viejos camiones Mercedes Benz y Ford, casi todos fuera de servicio. Y en el frente llaman la atención tres enormes camiones verdes Bedford de la época de la Segunda Guerra Mundial, producto de una donación británica. Tienen el volante del lado derecho y nunca fueron usados ya que además consumen mucho combustible: un kilómetro por litro. Unas cuantas telarañas en los vidrios confirman que los vehículos no se han tocado en mucho tiempo.

Hace unos años el bombero Roberto Barolin sugirió a un director la posibilidad de rematar esos viejos vehículos que fueron donados y que hoy juntan polvo. "Es una buena idea", respondió el jerarca, "pero todo lo que se recaude irá a Rentas Generales y no vamos a ver un peso".

ASÍ VIVEN. Aquellas imágenes que se ven en las películas estadounidenses, con la sirena sonando y los efectivos bajando por el caño, siempre listos, distan mucho de la realidad de los bomberos uruguayos.

Son las dos de la tarde y el frío se siente en forma cruel dentro del destacamento de Carrasco, un enorme galpón que antiguamente funcionaba como caballeriza municipal. Tiene ventanas semitapadas con bloques y agujeros en el techo de lata. Y adentro del galpón hay una estructura de techos de dolmenit, con un par de habitaciones, baño y cocina.

El cuarto donde duermen los efectivos tiene los cables de electricidad a la vista y el enchufe quemado. No pueden conectar calefactores eléctricos: la conexión es precaria y "salta" la instalación, dicen. "Ya lo reclamamos mil veces", cuenta el sindicalista Garrison López. Otro bromea: "De noche hay que acostarse de a dos para bancar el frío".

En el piso del baño hay baldosas rotas, cae revoque del techo y de las descascaradas paredes, la precaria instalación eléctrica también está a la vista y los caños pierden agua. "Lo único bueno es el lavarropas", dice Barolin, mientras señala el aparato nuevo, que contrasta con la decadencia que lo rodea.

Los bomberos se pasan casi todo el día en la cocina mientras esperan alguna llamada telefónica. Este es el único lugar caliente y agradable del destacamento, gracias a la estufa a leña que está encendida.

El cuartel está pegado al viejo cine Carrasco y a un edificio ocupado por intrusos. La Dirección de Bomberos negocia con la intendencia un realojo a un predio del club Tanque Sisley, pero el proceso "llevará años". Mientras, acondicionarán el sitio "para que sea decoroso".

A pocos minutos de Costa Rica y Rivera está el destacamento del aeropuerto de Carrasco, que atiende solo incendios dentro de la terminal y es el mejor del país. Hecho a nuevo por Puerta del Sur, es un cuartel moderno, con medidas de seguridad y camiones nuevos. Tiene hasta una cancha de ping pong.

Pero el presidente del sindicato de Bomberos, Leonardo Franco, dice que la situación crítica no es exclusiva de Carrasco. "En otros destacamentos, como Melilla, los bomberos también viven como indigentes. Parecen cantegriles".

En Melilla las aguas servidas entran al galpón donde están los bomberos. "Es la materia, ¿eh?", reafirma López y muestra fotos. El director de bomberos dice que costó detectar cuál era el problema y, después de varios años, se comprobó que "las aguas no van al saneamiento".

Anuncia que el inconveniente se solucionará en uno o dos meses y que también arreglará la estructura, ya que el sitio se llueve. De hecho, en un informe de octubre de 2009, el encargado del departamento de Arquitectura de Bomberos, Marcos Lowenstein, indica que el destacamento de Melilla "no está en condiciones adecuadas de habitabilidad".

La idea era trasladar el cuartel de Melilla a un galpón del Ministerio de Transporte en Colón, pero "se robaron los techos y las chapas", dice Alvez.

El sindicato denunció al Ministerio de Trabajo las situaciones de Melilla y Carrasco. Y que en el cuartel principal de la calle Colonia hay una sola ducha habilitada para cincuenta personas, además que parte de la escuela de formación ubicada allí está en riesgo de derrumbe. Alvez niega que haya derrumbes pero sí que el edificio de 1930 tiene filtraciones de agua y caída de molduras, por lo que envió un oficio a la Comisión de Patrimonio pidiendo apoyo.

El sindicato también denunció que en el destacamento del subsuelo del shopping Punta Carretas, la salida es compartida con los camiones de proveedores y que el tubo de ventilación del local da al estacionamiento superior, por lo que por allí bajan gases de los vehículos.

Y en el destacamento de la Unión, que funciona en viejos baños públicos, los bomberos duermen en un cuarto pequeño donde las cuchetas apenas entran. En Tala el local se inunda "hasta las rodillas" cuando llueve y al destacamento de San Ramón se le voló el techo en 2010. "Todos piden y muchos destacamentos necesitan refacciones profundas", dice Alvez. Algo resignado, el director lamenta que la mano de obra de los bomberos "es pobre y poca" y que no hay recursos para contratar empresas particulares.

"A veces el Estado no controla al Estado", le dijo el ex director de Trabajo Julio Baráibar a un grupo de funcionarios hace unos años. Los bomberos saben de eso.

El sueldo y las tareas

El sueldo de los bomberos ronda los 12.000 pesos líquidos. Trabajan 24 horas seguidas y descansan las 24 o 48 siguientes. Algunos hacen servicio 272 (como el 222) para cobrar un extra de 6.000 pesos.

Equipos que no son para incendio

En una de las última compras de equipos para incendios, en 2009, hubo un problema: la tela no tenía la protección y el grado ignífugo necesario. "Ese equipo no está preparado para incendio. Uno lo acerca al calor y queda marrón", explica Garrison López, del gremio de Bomberos. En una de las primeras veces que se usó, un bombero salió de un incendio con parte del equipo quemado. Entonces el sindicalista Roberto Barolin hizo una prueba: puso un cigarro quince segundos sobre el viejo equipo y no pasó nada. Hizo lo mismo sobre el nuevo equipo y quedó una mancha marrón. Esos equipos todavía se siguen usando, pero el director Roque Alvez aclara que no toda la tanda vino mal. En los últimos días se recibió una compra de 300 equipos nuevos de protección personal.

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