Por paradójico que suene, mientras en Londres los deportistas uruguayos sueñan con obtener una medalla, en Maldonado hay uno que busca desprenderse de ellas. Se trata de Carlos Scanavino, ex nadador olímpico y referente de la natación nacional, quien pone a la venta su colección de medallas y premios obtenidos en 20 años de carrera.
Múltiple campeón nacional, representó al país en dos Juegos Olímpicos, siendo su mejor actuación en Los Ángeles 1980: décimo en la categoría 1.500 metros libres. Además, participó en varias competencias sudamericanas y mundiales.
Desprenderse de sus medallas le da un poco de nostalgia, "es toda una vida" , dice el ex olímpico. Pero no las vende por necesidad, dice, sino por motivos prácticos: no tiene dónde guardarlas. Antes su madre las cuidaba y pulía, pero ahora están encajonadas en una casa en Paysandú. "Prefiero que alguien las conserve y tenga en una vitrina antes de que se echen a perder", dice.
Su colección incluye más de 500 medallas, 30 trofeos y unas cuantas plaquetas. Entre los ítems más valiosos se encuentra la medalla plateada obtenida en los Panamericanos de Estados Unidos de 1987 y las cuatro medallas de oro obtenidas en el Sudamericano de Brasil de 1984. Incluye un premio Charrúa de oro y las medallas conmemorativas de los Juegos Olímpicos en los que participó. "Esas capaz que me las quedo yo", agrega arrepentido.
Su intención es vender la colección en conjunto y pretende un precio cercano a 4.500 dólares. Por ahora no ha tenido ofertas, aunque reconoce que no hizo mucha promoción sino que se limitó a publicar la oferta en internet. "Ahora capaz que le pongo un poquito de color en algún diario", agrega.
Hubo un llamado particular para instalar un museo en el Club de Remeros de Paysandú, pero la propuesta quedó en la nada. Scanavino es oriundo de ese departamento, pero hace 15 años que está radicado en Maldonado. Fue entrenador de natación en el Campus de Maldonado y hoy trabaja como guardavidas.
Sobre los Juegos de Londres, se decepcionó un poco con Phelps pero se maravilló con Ye Shiwen, la nadadora china de 16 años que es sensación. Y no le deja de impresionar cómo la natación avanza. Pese a la prohibición de los trajes de poliuretano (fueron prohibidos por la ventaja que ofrecían) igual se rompen récords. "Parecería que todo progresa y nosotros vamos para atrás", dice, refiriéndose a la falta de apoyo a los deportes amateur.
En los Scanavino, más que un deporte, la natación parece transmitirse por sangre. La hija de Carlos, Antonella Scanavino, compitió con 15 años en los Juegos de Beijing de 2008 y es una promesa de la natación nacional. Quizás, con esta oferta, los Scanavino buscan hacer espacio para una nueva colección de medallas. (FRANCISCO MARQUES)