Encono peligroso

Irán estaría buscando su bomba atómica. Estados Unidos contiene a Israel, que se ve amenazado, pero la mecha está encendida. En Medio Oriente hay demasiadas rivalidades y demasiado petróleo.

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MIGUEL ARREGUI

Desde mediados del siglo XX buena parte de los grandes terremotos políticos del mundo se gestan en Medio Oriente, o Próximo Oriente, una región del sudoeste de Asia incandescente a perpetuidad. Para recordarlo basta con enumerar algunos estados del área: Israel, Irak, Irán, Turquía, Arabia Saudita. En Medio Oriente y en Asia Central hay demasiado petróleo, demasiados gobiernos y sociedades inestables, demasiados conflictos en curso o en gestación, demasiadas diferencias económicas, culturales y religiosas, demasiadas armas en uso o en producción.

Y desde hace un buen tiempo una mecha lenta arde con rumbo a Irán.

Para Estados Unidos, primera potencia del orbe y gendarme de status quo en el Golfo Pérsico, por el que fluye el 20% del tráfico mundial de petróleo, Irán es una amenaza de bloqueo, un foco revolucionario, un propagador del fundamentalismo religioso e ideológico en el burbujeante universo musulmán, uno de esos Estados que alientan el terrorismo.

Irán es un país enorme, posee grandes reservas de petróleo, un régimen autoritario y resuelto, es enemigo declarado de Israel y propagandista de la desaparición del Estado hebreo. Tal vez no tenga poder suficiente para controlar el estrecho de Ormuz y así asfixiar o comprometer a los productores petroleros del Golfo Pérsico (Irak, Kuwait, Arabia Saudita, Bahrein, Qatar, Emiratos Árabes); pero sí puede complicar el tránsito.

EL SUEÑO NUCLEAR. Desde hace unos años parece que Irán busca producir bombas atómicas, o al menos eso creen sus rivales, como Israel y Estados Unidos, y muchos gobiernos de Europa.

Irán enriquece uranio al 20% e insiste que es un programa nuclear pacífico con fines civiles, como la producción de energía eléctrica. Pero todos sospechan que desarrolla su capacidad industrial para enriquecer uranio al 90%, lo requerido para producir armas atómicas. También ha desarrollado misiles de alcance medio. Israel por su parte posee armas atómicas desde fines de la década de 1960 y la aviación militar más avanzada de la región.

La economía de Irán, un país con 78 millones de habitantes, se basa en el petróleo. Cuenta con el respaldo de Rusia y China, que son clientes y proveedores. Irán trata de construir oleoductos hacia los mercados asiáticos y puertos que le den salida al océano Índico, para evitarse el cuello de botella del Golfo Pérsico.

Israel es un Estado pequeño, con solo 7,5 millones de pobladores, pero esencialmente rico y con un poderoso aliado: Estados Unidos. Sus fuerzas armadas son extremadamente eficaces y han peleado sin vacilaciones durante muchas décadas.

Irán acusó a varios organismos de espionaje: entre ellos la CIA estadounidense, el Mossad israelí y el M16 británico, de actuar juntos para asesinar a científicos nucleares iraníes y así arruinar su programa atómico. Desde 2010 cuatro científicos nucleares iraníes han sido asesinados. Incluso el actual jefe del programa nuclear escapó a un intento de asesinato.

Israel mejoró su sistema defensivo de misiles anti-misiles Arrow II ante posibles ataques de Irán y Siria (en este caso con armas químicas). Pero, como es regla para un país pequeño, su principal defensa es un ataque rápido y devastador.

LA GUERRA BLANDA. El gobierno del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu tiene planes para un ataque contra las instalaciones nucleares iraníes y otros objetivos de significación militar. De hecho, en 1981 la aviación israelí destruyó un reactor nuclear que construía Irak con ayuda francesa. En 2007 los israelíes hicieron lo mismo con un reactor sirio. Pero esta vez no tiene por qué ser tan sencillo: las instalaciones de Irán son mucho más amplias y además se dispersaron y protegieron bajo tierra, al menos en parte.

En negociaciones largas y entrecortadas, un grupo de cinco potencias (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia, China y Alemania) pidió al gobierno iraní que cese el enriquecimiento de uranio al 20% y que cierre sus instalaciones especializadas. A cambio proponen suministrarle el uranio enriquecido que requiera con fines civiles. Irán rechaza la oferta.

Estados Unidos impuso a los bancos internacionales que no financien el comercio exterior de Irán. Las sanciones han aumentado el costo de las importaciones de Irán en un 20% a 30%.

A partir del 1º de julio la Unión Europea puso en práctica un embargo total de compra de petróleo iraní y prohibió a las empresas de seguros europeas, que cubren el 90% del tráfico marítimo petrolero mundial, que aseguren a los petroleros iraníes. Las ventas iraníes cayeron.

La amenaza más grande para Irán es la "guerra blanda", admitió el comandante de la Guardia Revolucionaria, un cuerpo iraní de elite. Se refería a medidas como sanciones económicas, espionaje y venta de equipos defectuosos, así como los virus informáticos que han afectado en varias ocasiones el programa nuclear iraní.

CONTENCIÓN ESTADOUNIDENSE. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon E. Panetta, de visita en Israel, admitió implícitamente el miércoles 1º que su país podría atacar Irán si desarrolla un arma nuclear. A su lado estaba Ehud Barak, ministro de Defensa israelí. Según The New York Times, los funcionarios de Defensa "no tienen ningún indicio de que la dirigencia israelí esté cerca de resolver un ataque" militar por su cuenta, pero admitieron que hay muchas cosas que el gobierno israelí no avisa ni consulta.

De hecho, el gobierno israelí está en un gran dilema: atacar o esperar. Los principales responsables israelíes, con Netanyahu a la cabeza, ponen en duda la eficacia de las sanciones contra Teherán.

La desintegración en curso del poder central en Siria es un nuevo factor de inestabilidad y riesgos. Siria, vecino de Israel y enemigo irreconciliable, posee un ejército poderoso y armas químicas, que ahora podrían caer en manos de vaya a saberse quién.

Estados Unidos lleva más de tres décadas de frustración con el régimen iraní. En apariencia Washington ha contenido a Israel que, desde por lo menos 2006, considera un ataque aéreo devastador contra Irán para privarlo de su capacidad nuclear. Pero por ello Estados Unidos se compromete aún más a respaldar la seguridad de Israel. Y las opciones no son sencillas. Tocar a Irán implica avivar más el avispero de Medio Oriente y el odio del Islam contra Occidente. La guerra contra Irak demostró que Estados Unidos puede vencer a una potencia de esa índole muy fácilmente en una guerra convencional. Pero eso es lo de menos. Lo improbable es mantener luego la paz, crear algo a cambio y sostenerlo.

Por su parte el gobierno de Irán juega a ser el loco suelto e inquebrantable de la región, una estrategia que le ha dado réditos a Corea del Norte. A nadie le gusta meterse con un loco suelto.

Pero la olla se calienta a fuego lento y en cualquier momento puede hervir.

Una teocracia

Irán, que encarna lo que queda del antiquísimo imperio persa, que desde tiempos remotos compitió con Europa y sus vecinos asiáticos, durante la Guerra Fría fue pieza importante y un firme aliado de Estados Unidos en Medio Oriente. La monarquía parecía bien arraigada. Pero un buen día fue expulsada por una auténtica revolución de masas sin vínculo alguno con la rivalidad soviético-estadounidense: fue la reacción popular a un programa acelerado de modernización e industrialización que arruinó a los campesinos y amenazó a los creyentes. El sha Reza Phalevi huyó de Irán en enero de 1979 mientras el ayatollah Jomeini, líder religioso musulmán chiíta, regresaba de su exilio en Francia. Poco después Irán era una república islámica, en la que el clero musulmán se reserva las palancas fundamentales del poder. Estudiantes iraníes tomaron la embajada de Estados Unidos y secuestraron durante mucho tiempo a su personal. Un intento de rescate aéreo de tropas estadounidenses fracasó miserablemente. "La novedad de esta revolución era ideológica", señala el historiador Eric Hobsbawm. "Fue la primera realizada y ganada bajo la bandera del fundamentalismo religioso y la primera que reemplazó el antiguo régimen por una teocracia populista". El historiador Paul Johnson afirma que el Sha se "autodestruyó cuando sucumbió a la fatal tentación de los tiempos modernos: la atracción ejercida por la ingeniería social. Cayó porque intentó ser un Stalin persa". En 1980 Saddam Hussein, caudillo de Irak, inició una guerra contra Irán en procura de más costas sobre el Golfo Pérsico. Fue un conflicto sangriento. Occidente sostuvo a Irak, que estuvo cerca de caer derrotado. Más tarde, en 1990, Saddam Hussein ocupó a su vecino Kuwait. Fue el fin de la colaboración con Occidente y, a la larga, de su régimen y de su vida.

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