Después de 17 años de dar noticias por la pantalla de Monte Carlo TV, Viviana Aguerre recibió la novedad que más esperaba: en noviembre será mamá por primera vez. Más tarde se fue ampliando la información: el retoño será varón y se llamará, de acuerdo a lo decidido con su pareja, Valentino.
Aguerre tiene 36 años y cursa su quinto mes de embarazo con un estado óptimo y desestresado y la panza apenas perceptible. De hecho, cada mediodía en la conducción de Teledía junto a Daniel Castro, el estado de gravidez apenas se percibe por la pantalla. Ella sí que lo ha notado y de un modo hasta anecdótico: "A veces siento movimientos, como burbujas en la panza, y dos veces me pasó con Teledía al aire. Capaz que a Valentino le gusta el noticiero", relata la periodista .
Ilusionada, feliz, casi sin síntomas molestos, Aguerre dedica estos tiempos a la planificación de la llegada de su primer hijo. Acondicionar la casa, comprar y recibir regalos. Junto a su pareja, Víctor Gammella, un empresario del rubro gastronómico, esperaban esta noticia hace un año y llegó casi sin aviso. "No tuve síntomas al principio", asegura. El test, sin embargo, dio positivo.
Apenas se enteró del embarazo, y como buena periodista, se metió de lleno a buscar información. Todo lo que Aguerre lee, de cinco meses a esta parte, tiene que ver con la gestación y la maternidad. Solo hace una excepción con Internet. "Al principio me metía en todas las páginas, pero Internet no tiene filtro, sale lo bueno, lo malo y lo inexacto también. El ginecólogo me prohibió que me guiara por Internet, me recomendó libros", cuenta.
En su casa y acompañada por la futura madrina de Valentino, Natalia Gemelli, también periodista y ex compañera de Telenoche, Viviana Aguerre recibió a Sábado Show y contó cómo se siente en esta nueva etapa de su vida.
-¿Cómo te enteraste del embarazo?
-Hace un año que lo buscamos con mi pareja. Al principio, no tenía síntomas más allá del atraso y de verdad que no creía. Hasta que me hice el test y dio positivo. No lo podía creer, fue una emoción impresionante. Salí a los gritos a decirle al papá del niño y arrancamos con los controles, el proceso normal.
-Y hace unas semanas se enteraron del sexo...
-Sí, es un varón. Desde el comienzo del embarazo sabía que era varón. Lo trataba como varón: yo me decía, si es una nena va a tener algún problema de personalidad.
-¿Elegir el nombre fue difícil?
-No. En principio pensamos en Agustín, pero un día llegó el padre y me dijo: ¿qué te parece Valentino? Me encantó. Natalia, la madrina del bebé, me regaló el libro de los nombres con los significados de cada uno como para que ya vaya ojeando, buscando nombres, pero no fue necesaria tanta investigación.
-Más allá de lo físico, ¿cuál es el principal cambio que experimentás?
-Estoy mucho más sensible, pero, a la vez, en un estado de gran tranquilidad. Hoy, es muy difícil que me estrese, no me altera nada. Y eso que yo tengo carácter, soy vasca, pero no hay caso: todo es amor y paz. En un principio, los cambios se dieron como más desordenados. Te cambia el estado de ánimo: un día te dan ganas de llorar, sin motivo alguno. Y otro día, estás loca de la vida. Es un desorden hormonal, tu cuerpo, tu organismo cambia. Otra cosa que me alteró es que duermo mal; me despierto muchas veces en la noche. Tal vez Valentino me lo hace para enseñarme lo que va a ser después de que nazca, que me vaya acostumbrando.
-Tu trabajo, en la conducción de Teledía, es estresante. ¿Estos días te pone igual de nerviosa?
-Me estresa menos. En mi profesión se viven muchas tensiones, la salida al aire, los cambios, el móvil, pero yo estoy muy tranquila. Es más, mis compañeros me lo han dicho: Viviana, qué tranquila que estás (risas).
-¿Cuándo decidiste contar la noticia?
-Demoré un tiempo para contarlo, por los miedos de la primeriza. Cada cosa que me pasaba y cambiaba en mi organismo, como que me lo cuestionaba, buscaba mucha información. Empecé con Internet, que es muy bueno, pero tiene sus contras: está la bueno, lo malo y también lo inexacto. El ginecólogo me prohibió Internet. Desde entonces leo y leo libros.
-¿Y en el canal, ¿cuándo contaste de tu embarazo?
-Lo dije casi a los cuatro meses. Fue por etapas, en realidad. Al gerente se lo conté al poco tiempo por un cuestión lógica: había momentos en que necesitaba ir al médico, hacer una ecografía y él tenía que saberlo porque tenía que salir del trabajo. Pero pasó algo muy gracioso. Un día, yo estaba en maquillaje y llegó Sara Perrone, que yo no sé cómo, pero se entera de todo y me dice: "¡Felicidades, estás embarazada!". Yo me quedé colorada, porque, claro, nadie sabía. "Muchas gracias, Sara", le dije, "pero te pido discreción, porque me parece que todavía es pronto." Ella cuidó bien el secreto y casi al cuarto mes le conté a mis compañeros. Ya tenía ganas de contarlo, ganas de entrar a los gritos y decir que estaba embarazada.
-¿Y sigues trabajando con normalidad?
-Sí, totalmente. Me ha pasado de sentir algunos movimientos, burbujas en la panza. Y dos veces me pasó con Teledía al aire… rarísimo. No sé, capaz que a Valentino le gusta el noticiero.
-¿Va a ser periodista?
-Bueno… no sé si quiero que sea periodista (risas). No, que sea lo que tenga ganas de ser. A ver, yo amo mi profesión, así que es muy difícil que le diga a mi hijo que no lo haga. La profesión de periodista se lleva en el alma, te sale de adentro. Es mi vida y si es la vida de él, lo apoyaré.
-¿Para cuándo tiene fecha?
-Los primeros días de noviembre. Ya estamos acondicionando un cuarto para él. No hemos comprado mucho… yo le decía a mis amigas que era una mala madre, porque no había comprado nada para mi hijo. Es que hasta hace dos semanas no sabía el sexo. Ahora sí, compré ropa y mucho me han regalado. El padre regaló sin saber el sexo, mi suegro, la madrina, mis padres… como que ahora empieza la época de compras. Estoy copadísima. Es lo que me queda: esperar y comprar. Mi idea es trabajar hasta que pueda. Si fuera por mí, iba con contracciones al canal para tomar la licencia maternal lo más cercano al parto posible. La idea es disfrutarlo a él, más en una época tan linda.
-¿Cuánto deseabas ser madre?
-Muchísimo. Hace cinco años que estoy en pareja y un año atrás nos vinieron las ganas. También por mi edad, tengo 36 años. Era el momento justo. El papá tiene dos varones y ahora le viene el tercero. Entonces era el momento. Yo tenía muchas ganas de ser madre.
-Una vez que nazca, ¿cómo imaginas esos primeros contactos?
-Muerta de nervios… porque si bien tengo una sobrina de seis meses, y tuve siempre niños alrededor en mi familia, tener un hijo es otra cosa. No es lo mismo. Así que con mucho nervios y pidiendo a mis amigas, a mi mamá, a mi suegra que vengan, que me den consejos.
-¿Esperabas un varón?
-Esperaba un hijo, no me importaba. Pero que sea varón me encanta. Yo soy re varonera. Juego con los hijos de mi pareja como si fuera un varón más; juego a la pelota, a lo que sea. Mis padres tienen bodega, yo nací en una casa de campo: me críe con caballos, muchos juegos al aire libre, hice gimnasia olímpica toda mi vida.
-¿Cuándo comenzaste en el periodismo?
-Cuando entré al Canal, en 1994. Me había recibido en el Ipep, hice una pasantía y al poco tiempo me llamaron. Es mi primer y único trabajo. Entré como asistente de producción del noticiero. Luego hice notas de espectáculos mucho tiempo: me encantaba, me dio la oportunidad de conocer mucha gente. Un día empecé a hacer una nota de otra cosa y pasé a ser una periodista regular de Telenoche. En 2005, fui al Congo, una cobertura que me cambió la cabeza; hicimos un programa especial.
-¿Y en Teledía?
-Entré a la conducción cuando se fue Fernando Blanco. Ahí, el Canal apostó a que el noticiero sea conducido por dos mujeres y empezamos con Gabriela Lavarello. Luego se fue ella y lo conducíamos con Elsa Levrero. Después vino Yisela Moreira y ahora Daniel Castro.
-¿Cómo es la relación con Daniel Castro?
-Bárbara. Al principio, como todo, nos costó un poco entendernos. Claro, yo había generado mucho feeling con Yisela, nos entendíamos con miradas, gestos. Todo cambio de compañero genera construir todo eso de nuevo. Es práctica y tiempo al aire. Ahora ya con Daniel lo hacemos de taquito.