Cuando la murga se vistió de civil

El 8 de abril, entre murguistas y otras yerbas, se realiza por cuarto año consecutivo el concierto MPU en el Teatro de Verano

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Por: Ximena Aleman

Ensayan. Durante once meses se preparan. Un mes al año los invade el personaje. Febrero llega: se disfrazan y se pintan la cara. Entonces recorren la ciudad con sus canciones. Pero febrero es cada vez más corto. Ese mes cada vez alcanza menos. Dispuestos a cantar todo el año, los murguistas sin maquillaje abandonan los personajes y ocupan los escenarios con su propia identidad. El 8 de abril se los podrá ver en el Teatro de Verano.

Bajo el nombre de Música Popular Uruguaya (MPU) se juntan para la ocasión: Alejandro Balbis, Emiliano Muñoz y El Zurdo Bessio, Edu "Pitufo" Lombardo, Los Mareados, Damián Salina, Pablo Milich, Nico Arnicho, Ricardo Villalba, El Alemán, Pinocho Routín, Jorge Nasser, Larbanois-Carrero, Ana Prada, Francis Andreu y Lea Ben Sasson. Algunos oficiaran de invitados y otros de anfitriones.

MPU. La grilla del concierto engloba cantores de distinta talla y generación. Incluso artistas que transitan distintos géneros y que comparten más que nad+a el sello discográfico que oficia de organizador, Montevideo Music Group. Sin embargo, se puede rastrear debajo de los nombres más sonados, un grupo de cantores en su mayoría emergentes, en muchos casos con uno o ningún disco editado, y para quienes el concierto MPU, que se realiza anualmente desde 2008, es una plataforma de lanzamiento.

Dentro de este grupo probablemente se encuentre lo más característico de MPU: cantores provenientes de carnaval, que aprendieron en tablados y murgas y que se animaron o fueron alentados a iniciar una carrera independiente de la agrupación. Ese sería el caso de: Alejandro Balbis, Nico Arnicho, El Alemán, Pinocho Routín, Edu Lombardo, Emiliano y El Zurdo, Damián Salina y Pablo Milich.

La murga canción. La relación entre carnaval y canción tiene una tradición fecunda. El Sabalero, Zitarrosa, Rumbo son algunos de los ejemplos que surgen. "Pinocho" Routín, cupletero de A Contramano, los tiene presente y le pesan. "Cuando me siento a componer siento una gran responsabilidad", dice. "La murga es un género que se fue abriendo con músicos como Jaime Roos, Jorge Galemire, Los Olimareños. Hay antecedentes de la murga-canción muy grandes, muy fértiles, muy prendidos en el colectivo. Nosotros vamos abriendo esa puerta, que estaba entornada." Como profundizando en esta relación aparece la vertiente de MPU, donde los músicos que provienen del carnaval se lanzan a otros géneros. Pablo Milich, solista e integrante de la murga Curtidores de Hongos explica cómo surge. "El carnaval le facilita al sello una ventana enorme de exposición y un semillero natural de artistas. En carnaval hay un montón de pibes, hasta está el carnaval de las promesas. Es un reducto natural de gente que escribe, canta, baila, toca. Además tiene el plus de que durante tres meses hay un ventana de exposición que son los tablados, donde nos ve mucha gente. La gente a la que le gusta el carnaval está familiarizada con los cantantes y eso le da más publicidad al artista".

la escuela del carnaval.

"El carnaval me dio todo, me doy cuenta últimamente. Éste año me golpeó la idea de sentir que el agradecimiento es realmente profundo. Me llenó de humanidad, de posibilidades. Me dio herramientas para subirme a un escenario con una generosidad tremenda", dice Routín. Lo dice casi en el mismo tono de resignación que Damián Salinas, ex integrante de Curtidores de Hongos y solista, cuando afirma: "El carnaval te da. Yo no siento que le haya aportado nada". "Si estuviste en carnaval, alguna vez te subiste al escenario, alguna vez te enfrentaste al público, alguna vez cantaste frente a un micrófono", remata Pablo Milich.

Aunque para ellos el carnaval haya sido una escuela, no todos recurren al ritmo de la murga, tal vez sí a su estrategia. "Una de las características que tiene la gente del MPU es que cuando le pinta un rock and roll lo hacen y cuando les pinta una salsa también la hacen. Eso lo tiene mucho la murga y uno se acostumbra. Yo para componer no tengo predeterminado un estilo. Se me complica mucho ver qué hago. Hago canciones." Routín afirma lo mismo y agrega: "Me parece que enriquece. La murga es una gran fusión a través de las formas de canto, o de batería, o de los pregones de los textos. Es una gran mixtura de muchos géneros musicales. Son unos afortunados los que pueden salirse del género y transitar otros, los que pueden apropiarse de la murga y soltarla. Me gusta que eso pase."

Sin la murga. Gerardo Dorado, El Alemán, siempre quiso ser solista. Con diez años respondía entrevistas que él mismo se hacía en el baño. "Hay que tener una fe inmensa para eso de entrevistarse. Sino decís ´¿qué voy hacer yo, un pibe de Playa Pascual? ¿qué me puede pasar a mí?", comenta Pinocho Routín. El comentario es autorreferencial. "Yo siempre quise ser cupletero", afirma. Con o sin intención de ser solistas, hoy por hoy tocan solos. Sin embargo entienden que hay una herencia compartida. "Entre nosotros tenemos poco contacto como solistas, pero históricamente tuvimos mucho contacto. Yo salí con Pinocho en 2006 y aprendí un montón. Aparte tengo pila de cosas de Alejandro Balbis, y lo admito. Creo que cada uno tiene cosas de otros compañeros. Es el mismo código que se maneja en el carnaval"

Sin maquillaje. "Yo escucho a Lenine y me dan ganas de hacer otra cosa, o escucho a Caetano y digo, ¿qué estoy haciendo? Si escucho a Caetano antes de ir a MPU capaz que ni voy", comenta entre risas Pinocho Routín.

Cuando están solos la autocrítica es mayor, y el escenario da un poco más de miedo. Aparte no está el concurso, no hay vestuario que juzgar y no existe la responsabilidad del grupo. Sin embargo "La mayor diferencia es la exposición. No solo porque paso de ser un grupo a ser uno, sino porque habitualmente yo no compongo. Alguna cosa puedo poner en una letra, pero nunca el compromiso es tanto como cuando escribo una canción mía", comenta Damián Salina. La diferencia es sustancial para los cuatro. Para El Alemán la autoría es determinante: "En mi murga casi siempre estoy de acuerdo con lo que se dice, pero me ha pasado de discrepar mucho y no tener ganas de decirlo. Pero tengo que decirlo igual. Cuando escribo soy directamente responsable, y está bueno cargar con la responsabilidad."

La responsabilidad de ser autores los obliga a dejar a Momo en el vestuario y salir a cara lavada. En palabras de Routín "un tablado es una construcción más de fantasía, el carnaval es más ficción, es más personaje, más actuación. Escribir canciones es mostrar partes tuyas e imaginar cosas que te podrían suceder. Cantar canciones te hace mostrar una parte tuya que tiene que ver con lo autobiográfico, te pone más cerca de tu perfil de civil"

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