Salud
Expertos piden mantener la prevención para evitar rebote de una enfermedad que causa 35 millones de muertes.
Más dinero, más prevención y menos represión a la población en riesgo: estos mensajes se repetirán con insistencia a partir de ayer lunes en Ámsterdam durante la Conferencia Internacional sobre el Sida para evitar un rebote de esta epidemia, que provocó 35 millones de muertes (la cifra es diez veces la población de Uruguay).
Este gran encuentro, que se celebra cada dos años, espera entre el lunes y el viernes a celebridades como el príncipe Enrique, la actriz Charlize Theron o el cantante Elton John, además de a 15.000 expertos y militantes.
En la actualidad 36,9 millones de personas viven con el virus VIH, esperando que no se agrave convirtiéndose en sida. Casi tres de cada cinco siguen tratamientos antirretrovirales para evitarlo, la proporción más alta jamás alcanzada.
Según los expertos, la cantidad de personas infectadas está aumentando en Europa del Este, en el Norte de África, Medio Oriente y Rusia, lo que supone una desaceleración del progreso en la reducción del síndrome de inmudeficiencia.
"Hacerse la prueba para conocer su estado y acceder al tratamiento es un desafío en nuestra región, especialmente para los jóvenes como yo", afirmó Yana Panfilova, fundadora de la organización de defensa de la juventud en Ucrania.
Por ello, el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedro Adhanom Ghebreyesus, advirtió de que "nadie debería dejar de recibir tratamiento o morir a causa del VIH, debido a la falta de acceso a atención médica básica".
El número de infecciones se reduce y, por primera vez desde que comenzó el siglo, el total de muertes anuales fue inferior al millón en 2016 (990.000) y de nuevo en 2017 (940.000).
Pero paradójicamente, estos avances conllevan una relajación en la prevención, lo que, unido a una reducción de la financiación internacional, hace temer un rebote de la epidemia.
"La última vez que hablé aquí, en 1992, no me podía imaginar que volvería 26 años después, vivo y en buen estado de salud", manifestó David Barr, un activista estadounidense seropositivo, durante un coloquio organizado en la víspera de la Conferencia.
Pero este éxito es "increíblemente frágil", advirtió, temiendo un retorno "al horror de 1992", cuando se produjo una oleada de infecciones y de muertes.
Una de las principales preocupaciones es la cuestión de la financiación. "Vamos a tener problemas si no tenemos más dinero", aseguró el investigador estadounidense Mark Dybul, exdirigente del Fondo Mundial de Lucha contra el sida. El peor escenario, en su opinión, sería que la falta de financiación se sume a una explosión de nuevas infecciones debido a la creciente demografía en algunos de los países más afectados, especialmente en África.
"Mezclen esos dos elementos y tendrán una gran crisis", advirtió, con el temor de que "el mundo pierda el control de la epidemia".
El año pasado se dedicaron 20.600 millones de euros a programas de lucha contra el sida en países con ingresos bajos y medios, que financiaron por sí mismos un 56% de los programas, según Onusida.
Pero el organismo de la ONU de lucha contra el sida calcula que faltan 7.000 millones de dólares por año para que esta enfermedad deje de ser una amenaza para la salud pública mundial para 2030.
La comunidad de investigadores y de asociaciones temen sobre todo que se reduzcan los aportes estadounidenses.
Y la mejora generalizada en el mundo de la situación de la epidemia esconde las fuertes disparidades existentes.
Las infecciones están al alza en una cincuentena de países, ya sea por la falta de prevención o debido a las represivas legislaciones contra las poblaciones de riesgo, como homosexuales o toxicómanos.
Por eso, las asociaciones presionan a los responsables políticos internacionales para que dejen de reprimir la toxicomanía y privilegien los programas de reducción de riesgos, proporcionando por ejemplo jeringuillas estériles o las salas de consumo.
"Di no a la guerra contra las drogas", pide la agrupación de asociaciones Coalition PLUS en una campaña que modifica un lema antidrogas de la era Reagan, en los años 1980, que rezaba "Di no a la droga".
La guerra contra la droga es "la mejor aliada de las epidemias de VIH y de hepatitis virales" y "condujo a una verdadera catástrofe sanitaria", según estima Coalition PLUS.