Invadidos por los animales

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Rana toro. Foto: Wikipiedia

En Uruguay hay más de 50 especies exóticas que se comen las autóctonas y dañan represas y edificios.

Mejillones dorados que tapan cañerías sobre el río Negro y el río Uruguay, cabras salvajes que se comen las palmeras de la Quebrada de los cuervos, termitas que se alimentan de zócalos y construcciones de Punta del Este, Montevideo y Canelones; ranas que se comen a otras y llevan enfermedades a tajamares, charcos y bañados en la frontera con Brasil…

Son solo algunas de las más de 50 especies exóticas invasoras que tiene Uruguay y que están provocando cambios y alteraciones en los ecosistemas naturales del país.

Hay "una serie de organismos que se están moviendo por el mundo con una tasa de movimiento mucho mayor a la histórica", señaló a El País Gabriel Laufer, biólogo e investigador del Museo Nacional de Historia Natural.

La movilización de animales, insectos y todo tipo de seres vivos ha existido desde siempre. De hecho se cree que los primeros mosquitos Aedes aegypti llegaron a América Latina a bordo de barcos que trasladaban esclavos desde África. Sin embargo, en los últimos años, el aumento de los traslados de las personas entre países y continentes, las migraciones y el envío de mercaderías de un punto a otro del planeta, potenciaron el fenómeno.

En el agua de los barcos, en los cargamentos de los camiones, en liberaciones hechas por comerciantes que las importan y luego fracasan en sus negocios, miles de especies están cruzando las fronteras y llegando a sitios donde no hay depredadores que las frenen. Está sucediendo en todo el mundo y Uruguay no ha permanecido ajeno a tanto traslado.

Simpáticos pero dañinos.

Sobre el río Negro, las estructuras hidráulicas de las represa de Rincón del Bonete (Durazno), Palmar (Soriano) y Baygorria (Durazno) fueron colonizadas por una especie de mejillón que es distinto al que se conoce popularmente. Se lo llama "mejillón dorado".

"Vienen de Asia; probablemente sus larvas cruzaron el océano dentro de los barcos, con el agua de lastre", ilustró Laufer, quien integra el Comité Nacional de Especies Exóticas Invasoras (CEEI).

El agua de lastre es utilizada en navegación para procurar la estabilidad de un buque. La técnica consiste en tomar agua del entorno en el que se encuentra el barco para llenar tanques especialmente diseñados en el interior del casco. El proceso puede invertirse y el agua ser expulsada cuando se llega a destino.

Un trabajo realizado en 2012 por el CEEI indicó como principales problemas ocasionados por el mejillón dorado "la oclusión de filtros, tuberías y estructuras civiles; el aumento de corrosión de superficies debido a los asentamientos y la contaminación de agua por mortandad masiva". El estudio fue desarrollado con el apoyo de la Unesco; pero estos problemas fueron detectados por UTE.

Ana Aber, doctora en Ciencias Biológicas y coordinadora del CEEI, dijo a El País que es importante entender que las especies invasoras son un problema, que no puede detenerse pero sí controlarse.

"Hay que tener cuidado cuando se compran especies por correo electrónico, como se hace, o cuando se introducen mascotas de forma ilegal... hay que hacer una evaluación de los riesgos", remarcó.

Actualmente se teme que ingrese a Uruguay una especie de roedor conocido como "ardilla de vientre rojo", que se encuentra en Buenos Aires.

Procede del sudeste asiático y tiene especial habilidad para vivir en ciudades. Sin embargo, no es solo un animal de aspecto simpático: come los cables y genera daños en instalaciones. Piden a turistas y viajeros que no ingresen al país con ellas si las encuentran al viajar.

La rana toro, una mala idea.

La rana toro fue introducida en Uruguay a fines de la década del 80 con el objetivo de ser producidas para la venta, especialmente para la utilización de las ancas de rana en platos exóticos. La importación fue estimulada entonces por la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos y hasta por la Facultad de Veterinaria. Sin embargo, el negocio no prosperó y los criaderos liberaron sus poblaciones. Estas pasaron al medio agreste y con el paso de los años invadieron bañados, tajamares y diversas fuentes de agua. Donde se encuentran desaparecen decenas de especies de ranas autóctonas; además les transmiten enfermedades y toda la fauna que vive en torno a ese espacio disminuye notoriamente. El control de esta especie preocupa, especialmente en la zona de Aiguá, en el departamento de Cerro Largo, en las cercanías con Brasil.

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Rana toro. Foto: Wikipiedia

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