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GUALEGUAYCHU | R. ROSSELLO

Bajo un cielo cargado de nubes y ante una muchedumbre enfervorizada, el presidente Néstor Kirchner habló ayer de unidad para defender el medio ambiente.

También dijo que la ciudad de Gualeguaychú "no estaba sola" y que el suyo era, a partir de ayer, un reclamo nacional. Kirchner prefirió hablar de un conflicto norte sur, o de países desarrollados contra países en desarrollo, antes que de confrontación con una nación vecina.

Para muchos de los gualeguaychuenses, en particular para los integrantes de la Asamblea Ciudadana Ambiental de esa ciudad entrerriana, el discurso de su presidente no fue todo lo contundente que esperaban.

La consigna "No a las papeleras" no estuvo, ni por un instante, en ningún pasaje de su alocución. De todas formas Gualeguaychú festejó.

El de ayer fue un día de bombos, banderas argentinas y también banderas peronistas. Aunque Kirchner se cuidó de aclarar que aquél no era "un acto político", todos los ingredientes estuvieron presentes. Kirchner consiguió que 19 de los 25 gobernadores provinciales lo acompañaran, entre ellos los cuatro pertenecientes a la opositora Unión Cívica Radical. También consiguió que los mandatarios provinciales firmaran un compromiso por la defensa del medio ambiente. En el palco de la prensa, sin embargo, algunos periodistas locales comentaban por lo bajo: "claro, con toda la plata que maneja el Estado, quién va a querer quedarse afuera".

Hubo cuatro oradores en el acto convocado ayer contra las plantas de celulosa. Los más aplaudidos fueron el intendente local, Daniel Irigoyen, el gobernador entrerriano, Jorge Busti, y el presidente argentino, Néstor Kirchner, que superó en ovaciones a quienes lo antecedieron.

FERVOR. A las 10 de la mañana el Corsódromo de Gualeguaychú rebosaba de personas. Alrededor de 50 mil personas colmaban las graderías y la pista central del escenario reservado a uno de los rasgos más distintivos del municipio ribereño: el Carnaval de Gualeguaychú.

Sobre las 10.40, cuando arribó al Corsódromo la delegación de la Asamblea Ambiental de Colón, las tribunas estallaron en aplausos y gritos de aliento. Todo estaba pronto para el arribo más esperado. Cuando finalmente Kirchner se hizo presente en el estrado, el escenario carnavalero pareció vibrar.

"Estamos aquí reunidos la totalidad de las distintas instancias de gobierno y pueblo, la suma plural de todos los idearios políticos comprometidos con la nación, con responsabilidad institucional, en un esfuerzo conjunto por superar divisas, y asumir sólido compromiso con el país y con nuestro pueblo", fueron las primeras palabras de Kirchner.

Detrás de sí, en el estrado, le acompañaban el vicepresidente Daniel Scioli, el jefe de gabinete Alberto Fernández, la senadora y Primera Dama, Cristina Fernández de Kirchner, el gobernador entrerriano, el canciller Jorge Taiana, los 19 gobernadores provinciales, así como legisladores nacionales y provinciales.

De esta manera el presidente argentino construía ayer una imagen de sólida unidad nacional con un solo norte: la lucha contra las plantas de celulosa. "Hemos venido a Gualeguaychú más allá de cualquier especulación", acotó casi de inmediato el presidente argentino.

"Hemos venido a Gualeguaychú a comprometernos a mantener los estándares de nuestro medio ambiente para que permanezca sano y salvaje", agregó. Kirchner aludía al compromiso que allí mismo rubricaron todos los integrantes del Gobierno Nacional argentino y los gobernadores provinciales, una declaración de propósitos para impulsar una normativa de preservación ambiental a nivel nacional.

De algún modo Kirchner reafirmó su idea de que el diferendo es de carácter bilateral al asegurar que "es una cuestión que atañe a uruguayos y argentinos, y que la Argentina asume como un problema propio".

"No estamos hablando de afectar la soberanía de ningún país, estamos hablando de defender el medio ambiente sano", aclaró de inmediato.

En este aspecto, Kirchner aludió a uno de los puntos centrales de la demanda que ahora está a estudio de La Haya y que tiene que ver con la supuesta violación cometida por Uruguay al aprobar la construcción de las plantas sin consentimiento argentino.