HORACIO BAFICO/GUSTAVO MICHELIN
Los resultados en dólares que generan las empresas extranjeras en nuestro país igualaron el pago de intereses de la deuda externa en el último año, por el momento se reinvierten pero en algún momento generarán un flujo de salida.
La participación creciente de este rubro en la balanza de pagos implica un cambio estructural que está para quedarse y se profundizará en los próximos años. En la segunda mitad de los 90 las utilidades de las inversiones directas (IED) realizadas por no residentes representaban menos del 8% de los pagos que se hacían por intereses al exterior. El último dato disponible, que llega al año terminado en junio de 2011, muestra que se revierte esta relación, ya que se generaron US$ 1.050 millones y los intereses de deuda externa (pública, privada y depósitos de no residentes) sumaron US$ 860 millones.
Una de las características del crecimiento de la economía uruguaya en los siete últimos años fue el impulso generado por la IED. Parte de la estrategia de la política económica de las dos administraciones más recientes ha sido fomentar las inversiones productivas directas. El resultado es visible, si se acumulan los registros de la balanza de pagos desde mediados de 2005 hasta mediados de 2011, la inversión total es de US$ 11.000 millones.
Para ello se han establecido mecanismos de promoción de inversiones con un especial tratamiento para las que tienen un gran porte, que por lo general son extranjeras y orientadas a la exportación para lo cual necesitan gran escala. Algo similar ocurre con la modalidad de asociación público - privada para complementar las obras de infraestructura que desea realizar el Estado. En estos momentos se está promocionando por todo el mundo un conjunto de inversiones en nuestro país, para las cuales el gobierno invita a empresas internacionales.
Mientras la deuda pública siga bajando y las tasas de interés no suban el proceso de participación creciente de las utilidades de la IED en el total de rentas propiedad de no residentes seguirá avanzando.
DIVIDENDOS. Las utilidades que genera la inversión puede tener diferentes destinos, uno de ellos es la reinversión en la propia empresa o en otros negocios en el país. El otro es el pago de dividendos a los accionistas, que en el caso de las IED residen en el extranjero. Este es el fin último de toda inversión, obtener una rentabilidad del capital. Quienes viven afuera del país y deciden invertir en comprar o instalar una empresa en Uruguay lo que esperan es poder juntarse en el futuro con los frutos de dicha inversión. Salvo que se vengan a vivir a Uruguay (lo que puede suceder en unos pocos casos) lo que van a pretender es la disponibilidad en moneda extranjera de sus utilidades.
Una de las claves por las que nuestro país es atractivo para los inversores es que hay una tradición de respetar el derecho de propiedad y un marco legal aprobado y utilizado por los tres partidos políticos que han estado en el gobierno que asegura que: "El Estado garantiza la libre transferencia al exterior de capitales y de utilidades, así como de otras sumas vinculadas con la inversión, la que se efectuará en moneda de libre convertibilidad".
Por las magnitudes involucradas y las propias características de la IED que está recibiendo Uruguay, se trata de proyectos en su mayoría de larga maduración, orientados a la exportación, y que están contribuyendo a la diversificación de la matriz productiva del país. Las utilidades de esa inversión constituyen un flujo que hoy supera los US$ 1.000 millones anuales de los cuales una parte muy pequeña sale del país (US$ 230 millones). El resto se reinvierte o por lo menos no se distribuye a sus accionistas y por lo tanto engrosa la cifra de inversión extranjera directa del año que ronda los US$ 2.300 millones.
MALA SEÑAL. Este cambio estructural se va a profundizar en los próximos años ya que la estrategia del gobierno para sostener el crecimiento de la economía es apostar a la inversión extranjera directa en los mega-proyectos exportadores y en las inversiones de infraestructura. Por lo tanto en los próximos cinco años las partidas que más incidirán en el saldo de la cuenta corriente con el resto del mundo serán la diferencia entre las exportaciones e importaciones de bienes y servicios por un lado y un fuerte pago de dividendo a los accionistas de las empresas extranjeras. Tomando en cuenta el volumen de inversiones registradas no sería de extrañar que esta última supere en algunos años los US$ 2.000 millones anuales.
La pregunta que surge cuando se miran estas cifras tan grandes es si nuestro país está listo para esta realidad. En su momento, en un contexto de crisis de balance de pagos con el exterior, la consigna del no pago de la deuda externa, si bien no llegó a materializarse, tuvo respaldos importantes. Por lo tanto cabe preguntarse si en el futuro hay dificultades hasta donde se seguirá cumpliendo la promesa realizada cuando se invitó a los inversores.
Para ello no basta con tener un marco legal. Hay que sostener una tradición de respeto e institucionalizarla a través de los distintos gobiernos en una política de Estado. En este sentido la violación de la invitación que se realizara a los inversores forestales con el proyecto de impuesto a la concentración de los inmuebles rurales es un muy mal antecedente.