"Veo a Los Fatales como una marca, igual que cualquier empresario con su medio de vida"

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Foto: Julmart Bueno

Fabián "FATA" DELGADO

El hombre que creó una batería de hits que hacen bailar a todas las generaciones jamás pensó que haría de la música su profesión. Soñaba con actuar. Tiene la agenda completa de acá a abril. Se tomará 20 días en enero y lo usará para meterle cabeza al show que hará el 15 de mayo en el Teatro Solís.

—¿Por qué quisiste ser peluquero?

—Siempre tuve manualidad. Cuando era chico hacía flores con papel crepe cada vez que iba a lo de mi tía. Trabajaba en una papelería, salía en Los Carlitos, y ahí conocí a "Pichu" Straneo. Él me dijo que iba a ir a estudiar peluquería e hicimos el curso juntos.

—Dijiste que si no hubiera sido por Eduardo Rivero, productor de Karibe con K, seguirías trabajando en una peluquería, ¿no había en vos un interés por la música o por el escenario desde antes?

—Sí, por el escenario desde niño. Mi madre me llevó desde los cinco a los doce años a un curso de declamación y recitado en una academia del Cerro. Siempre quise actuar más que cantar. Mis hermanos yo cantábamos en los cumpleaños, pero no pensé que iba a ser mi profesión. Me gustaba más la actuación. En 1985 hice el primer curso de teatro en el Tinglado y en 1987 arranqué en Carnaval.

—¿Nunca te ofrecieron actuar?

—Después de ser más conocido por la música, sí. Me han invitado y no he tenido tiempo. Me llamaron Franklin Rodríguez y Nacho Novo, del Tinglado, con propuestas muy buenas. Pero estaba con mucho laburo y no pude. Es una asignatura pendiente.

—Karibe con K eran los Beatles de la música tropical, iban en limousine, firmaban autógrafos en las disquerías, ¿en qué momento caíste que estabas dentro de un fenómeno musical?

—Cuando sos joven y te viene todo de golpe no tenés tiempo de analizarlo. Tuvimos la suerte de encontrarnos con Eduardo Rivero, un productor con cabeza adelantada para lo que era el mercado: en esa época no se hablaba de marketing y él ya trabajaba en función de eso. Su casa era como una pequeña agencia de publicidad, de ahí salían las ideas y el repertorio.

—Y eso que aprendiste después lo volcaste en Los Fatales…

—Sí, yo trabajaba como DJ en una discoteca y pasaba música en inglés y rock argentino. Escuchaba música tropical, pero no sabía analizar cómo se tocaban los ritmos. En Karibe con K aprendí cómo se hacía un arreglo, un cover y qué características tenía que tener una canción para ser más comercial.

—Con la aparición de Los Fatales la plena dejó de ser considerada "grasa" y empezó a consumirse en todos los barrios, ¿abriste la cancha a otras bandas?

—En realidad, me abrí mi propia cancha y después no lo pude abastecer. Llamaban 40 personas por día. Era una locura. Vi que se estaba reconvirtiendo el género en algo más amplio. Llegaba el fin de semana y hacíamos 24 actuaciones, eso ya lo había vivido con Karibe con K y el training lo tenía. Con Los Fatales llegamos a hacer 80 actuaciones por mes, y quedaban muchos espacios que no podíamos cubrir. Yo saqué el grupo La 424, que era como la hermana de Los Fatales, y después los conjuntos que ya estaban haciendo plena le empezaron a meter ingredientes de candombe y salieron temas parecidos a los de Los Fatales. Tenía que haber como en el fútbol, un Peñarol - Nacional, así que Chocolate y Los Fatales en un momento fueron un contrapunto en las discotecas. La gente iba con las vinchas de uno y otro. Eso se generó porque se empezó a ampliar el laburo. Siempre quise que la música llegara a todos los públicos. Hasta hoy, toco en cualquier barrio de Montevideo y a las dos horas en Punta del Este. Es parte de mi ADN.

—¿Recordás la primera fiesta que hiciste con Los Fatales?

—No me acuerdo exactamente de la primera pero sí de una vez hicimos un show gratis en Kibon y había cuarenta mil personas. Íbamos mucho a los programas argentinos, principalmente al de Marcelo Tinelli, y nos potenció mucho la marca.

—¿Qué hacés apenas llegás a tu casa después de una maratón de fiestas?

—Me baño, me acuesto y como poco. Ya no ceno a las cinco de la mañana. Llego cansado pero no lo analizo mucho porque lo hago desde hace 27 años. Trabajar de madrugada los viernes y sábados es natural para mí. De lunes a jueves tengo otra vida: me levanto temprano, produzco, convivo con mi familia, cosas a las que en otro momento no les daba dedicación.

—¿Qué haces cuando tenés un sábado libre?

—Salgo a cenar con mi familia o hago asados en el fondo de mi casa con amigos. Es muy sencilla mi vida.

—Se dice que llegan Los Fatales y se arma la fiesta. Eso no pasa con todas las bandas, ¿qué tienen de especial?

—Sé que hay otros grupos que agitan a la gente también pero Los Fatales es un clásico que tiene varias generaciones arriba. Hay gente que tiene 30, se está casando y bailaba con Los Fatales en una matinée cuando conoció a su novio/a. Hay una generación entre los 25 y los 35 que agita el "¿Querías Fatales? Tomá", "sí, sí, Fatales, sí, sí". Ya gritan desde afuera. Entonces entrás a una fiesta sabiendo que el show lo van a vivir y disfrutar. En los boliches no me pasa eso porque Los Fatales son un clásico, siempre están vigentes, pero en una discoteca donde están de moda tres grupos de gente joven, como nosotros lo fuimos hace 20 años, conocen las canciones pero no son las que explotan. Les gustan más otro grupos. Por eso, a veces me siento más cómodo en una fiesta.

—La mayoría de las bandas del 2000 se disolvieron (Chocolate, Nietos del Futuro, La Furia), ¿cómo se explica?, ¿hay una cuota de suerte?

—Los Fatales es una marca que nunca dejó de estar. Ese es el secreto de mi trabajo. Pude tener épocas de tres fiestas por semana, dos, una o ninguna, pero siempre estuve. Hubo momentos que levantó el trabajo, otros que bajó, y después se estabilizó: hoy estamos en la lista de los cinco espectáculos para llevar a una boda o una despedida empresarial, que es lo que más hacemos. Lo he ganado en estos 22 años.

—¿Le ponés mucha cabeza?

—Siempre estoy pensando. Desde 1997 me tomo libre 20 días en enero por una cuestión de salud, y ahí planifico con la mente tranquila qué voy a hacer en el año. El 15 de mayo tengo el show en el Solís y en enero voy a trabajar con Coco Rivero, director del espectáculo, en la parte artística. Tengo todo en la cabeza pero no tuve tiempo de sentarme tranquilo a darle forma.

—¿Por qué no pasan de moda Los Fatales?

—Hay canciones como Pizza Muzzarella o El baile del pimpollo que quedaron en el oído de distintas generaciones. De hecho, la baila gente de 15 años en los casamientos. Siempre fuimos fieles al estilo. Nunca cambiamos. El show actual ha mejorado la parte técnica porque evolucionó la tecnología y tenemos mejores cajas y micrófonos, pero el toque es el de siempre: combinar ritmos, pasar de la plena al candombe. Nunca hicimos reggaetón, ni dijimos, "vamos a cambiar".

—¿Cuánto le debés a canciones como el Bicho, bicho, Comadre y compadre o Pizza Muzzarella?

—Las compuse en la época donde tenía todas las ilusiones de integrarme al bando de la música popular uruguaya. Era mi sueño. Tenía la adrenalina y la energía. Todas las semanas se me ocurría una canción y le buscaba la vuelta. La primera vez que entró un tema de plena al oído de un argentino fue Comadre y Compadre, y de ahí en adelante vino todo lo demás. Fue la canción que abrió camino. Era raro que el ritmo de plena entrara en un argentino, pero íbamos a una discoteca y todos la cantaban. No nos dábamos cuenta el valor que eso tenía.

—¿Puede pasar lo mismo que le pasó a Los Fatales con bandas como Márama y Rombai?

—Sí, les va a pasar, principalmente a Fer Vázquez y Agustín Casanova. Ellos tienen una generación de gente que cuando se case va a querer tenerlos en su fiesta. Les va a pasar lo mismo que a mí. Es un sonido más argentino que uruguayo pero lo hacen bien. Cuando tengan 45 van a vivir cosas que ahora ni las ven porque te pasa por arriba el éxito. El éxito es pensar que un día se va a terminar y que vas a tener menos. No es que no vas a laburar más de esto, pero salvo que seas Ricky Martin, todo artista tiene un ciclo más bajo que otro.

—¿Vos lo pensás?

—Yo lo pienso desde que tengo Los Fatales. Cuando algún joven me pide un consejo le digo, "vos pensá que un día no vas a tener el éxito de hoy y ahí vas a ver potenciado tu futuro económico". Vivir de la música no es fácil en este país porque es un mercado chico, pero es más fácil si pensás que un día se va a terminar e invertís cuando se te da el gol. Uno graba los temas con el mismo amor pero pegar una canción es un accidente, no una provocación. Es elección de la gente, no nuestra.

—¿Pudiste invertir?

—Sí. Todo lo que tengo lo he ganado con muchos años de trabajo. Un amigo madrileño que es un gran empresario me dijo, "vos no cobrás por lo que hacés en 45 minutos o en un comercial que sale 20 segundos al aire, vos cobrás por 25 años".

—¿Hace 25 años tu cachet no era el mismo que el de hoy?

—No sé si es un tema de cantidad de plata porque el dinero no es lo más importante en mi vida. Lo principal es disfrutar de cantar y estar arriba del escenario. La plata no es la felicidad. Te calma los nervios. Pero cuando no tenía nada era feliz con poco. Si tenés más disfrutas de otras cosas. Pero creo que soy feliz con menos. Por eso cuando tengo lo vuelco en la educación de mis hijos que es vital en el futuro.

—¿Sos consciente de que la gente compra el show del Fata?

—Sí, también estuve 21 años dando la cara por esta marca, entonces es imposible que acepten el grupo sin mi cara. Valoro a todos los que cantaron conmigo pero cada uno buscó su camino y yo seguí porque la empresa es mía. Al grupo lo miro como una empresa porque es una marca: desde que la registré hace 21 años la cuido como cualquier empresario cuida su medio de vida.

—Es difícil que el oído se adapte a algo nuevo, ¿Otra calle (Bizarro, 2016) tuvo la aceptación que pretendías?

Otra calle no es un disco para que pegue una canción violentamente como lo hacíamos con Los Fatales. La producción de Los Fatales del 2000 era buscar hits, en esto fue enriquecer la calidad musical de un artista que se llama El Fata y que está apoyado por una banda que se llama Los Fatales. En febrero voy a grabar dos clips de ese disco al exterior. Tratamos de superarnos y demostrar que podemos hacer otro tipo de ritmos vinculados con la salsa. La plena no es solo Bicho bicho. Puedo tener alguna letra con un contenido más comprometido.

—Querías hacer un Solís y no te contestaban. Pusiste un twit y explotó, ¿no hubiera sido posible lograrlo sin las redes?

—El Solís lo pedí en 2015 y puse el twit al año y medio. Yo ya había desistido y conseguido la Sala Zitarrosa que la hice el pasado 12 de octubre. Lo tenía guardado porque no me dijeron, "no te lo damos", sino que estaba ocupado, y yo pensé que no podía ser que no hubiera un día disponible en todo 2015 y 2016. Puse el twit cuando vi que se presentaba Babasónicos, pero no tengo nada en contra de ellos. Al otro día me levanté y pasó todo lo que pasó, por suerte. Lo que más me levantó fue la energía de la gente. Al espectáculo ahora hay que ponerle #FataAlSolís. No lloré para pedir un teatro porque lo alquilan, no lo prestan. Hay una cantidad de condiciones que exige el Solís que otros teatros no. Yo quería filmar un DVD del disco Otra Calle en el teatro que considero más prestigioso para el que lo mira del exterior. Capaz que subestimé que como había trabajado bien en otros lados podía tener la puerta abierta más fácil. Pero me benefició porque un año y medio después el espectáculo mejoró, cambió y ya tenía el disco editado. Quizá me apuré pidiéndolo en 2015.

—Te convocaron junto al "Bocha" Pintos para que produjeran el Montevideo Tropical. Reunieron más de 11 mil personas la noche del 3 de diciembre, que era tu cumpleaños…

—Ya nos conocíamos y llevábamos años sin trabajar juntos. Lo vimos como la llave de la música tropical a un gran espectáculo. Nos habían propuesto siete horas, pedimos dos más, y fueron nueve. Actuaron 27 bandas. Faltaron muchas pero logramos que pasara algo y que esto siga porque ya dijeron que va a continuar, no sé si con el Fata y el Bocha como productores, pero hicimos un buen trabajo y nos felicitaron. Y más que nada felicitaron al género por la puntualidad, la adrenalina y las ganas. Tuvimos la misma infraestructura que las bandas de rock e hicimos un buen papel.

—¿Te sentís una estrella?

—No. En este país es difícil usar esa palabra. Me considero un trabajador exitoso en mi género. Éxito es una palabra medio difícil de concebir en Uruguay porque acá nos cruzamos en la feria, en la panadería, en el supermercado. A los uruguayos nos cuesta bastante hacernos las estrellas.

Nostalgia tropikal.

El 3 de diciembre fue el Montevideo Tropical y el Fata volvió a pisar el escenario con Yesty Prieto, Gerardo Nieto y Miguel Ángel Cufós. Él les dijo que quería cantar y ellos respondieron, "Karibe con K es tu casa". Si subía era para quedarse todo el show. "Si te quedás vas a cantar La Piscina, me dijo Gerardo. Ya no tenía garganta del cansancio", pero el cierre fue un éxito.

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