De Moscú a Montevideo: dejaron su país natal, se instalaron en la paz de Uruguay y hoy tientan con sus delicias en Bulka

Natalia y Alexey armaron sus valijas hace un año y llegaron a Montevideo en busca de una nueva vida. Cumplieron su sueño de tener una cafetería propia.

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Alexey y Natalia. Foto: Leonardo Mainé

Lo pensaron mucho. Planificaron, investigaron en internet, vieron las posibilidades, googlearon sobre el clima. En agosto del año pasado armaron las valijas y dejaron Moscú, en busca de nueva vida. Natalia y Alexey, junto a su hija Alisa y también Bulka, su perrita, llegaron a Montevideo en pleno invierno y no esperaban tanto frío. “Pero ta”, no tardaron en enamorarse de Uruguay, dice Natalia, en un español con acento extranjero que hoy tiene alguna que otra muletilla local.

Natalia y Alexey (ambos 37) están juntos desde hace 15 años. En Rusia trabajaron en distintas empresas que nada tenían que ver con caféo gastronomía, pero la idea de tener un negocio que tuviera relación con el café de especialidad, un gusto que ambos tienen, ya rondaba en sus cabezas.

“Siempre me gustó Latinoamérica, pero no conocíamos Uruguay. Antes solamente estuvimos en Brasil y Ecuador. Investigamos y vimos que este país podía ser un buen lugar para vivir y para nosotros hoy es perfecto”, contó Natalia.

Bulka. Foto: Leonardo Mainé
Bulka. Foto: Leonardo Mainé

Tampoco conocían a nadie, pero al indagar en la legalización de los documentos, en el sistema educativo, en la forma de ser de la gente, fueron descubriendo que Montevideo podría ser esa ciudad para comenzar, de cero, la aventura que tenían decidida.

“Todo es como lo imaginábamos, excepto el clima, porque cuando llegamos hacía mucho frío. Teníamos ese estereotipo de que en Latinoamérica el clima es más cálido. Pero estamos felices y es lindo que las cuatro estaciones sean tan diferentes, si no sería aburrido”, señaló.

Café de especialidad y sabores directos de Rusia.

En marzo inauguraron Bulka, una cafetería de especialidad ubicada en Punta Carretas en la que además de buen café, comparten preparaciones típicas de su tierra.

“Estamos enamorados del café y para nosotros lo importante es el café. Todos los días estamos acá, porque se trata de una cultura en la que hay muchas variedades y en la que el proceso de hacerlo es primordial. No es simplemente apretar un botón en la máquina y que se haga. Cada mañana y cada tarde probamos un shot de espresso para sentir el sabor, porque hay muchas cosas que lo pueden afectar, como por ejemplo si el día está más frío o si hay humedad, etcétera”, dijo Natalia.

Los postres, destacó, son “un complemento”, pero es inevitable que los clientes pregunten qué pueden probar de diferente. Las preparaciones tradicionales de Rusia son hechas por pasteleros amigos que viven en Montevideo y tienen algo en común: también son rusos.

Apelsin, una de sus tortas. Foto: Rosana Decima
Apelsin, una de sus tortas. Foto: Rosana Decima

Tienen tortas como Eszterházy, hecha con capas y que entre otros ingredientes incluye crema, nueces, manteca y chocolate. También está la torta Napoleón, con varios pisos de hojaldre rellenos de crema muselina y decorado con hojaldre desmenuzado. Entre las delicias saladas están los panqueques rusos, como los de ricotta y pasas de uva, o los de carne picada y cebolla. No faltan las preparaciones libres de gluten y otras típicas, como alfajores, galletas o budines, además de tartas saldadas.

Trabajan con café de Seis Montes, con distintas variedades provenientes por ejemplo de Brasil, Colombia, Etiopía.

La importancia de la comunicación.

En este momento en la cafetería trabajan con dos baristas, uno de ellos es un joven de Armenia —que hace un año está en Uruguay y también se comunica muy bien en español— y una uruguaya, que además de hacer buen café, ayuda a traducir las conversaciones.

“Para nosotros es importante hablar con los clientes y ella nos auxilia. Yo igual no tengo vergüenza, entonces hablo siempre aunque me equivoque, y trato de aprender”, señaló Natalia, quien destacó la colaboración que sienten en el barrio con los vecinos. “Hay muchas empresas pequeñas en la zona y entre todos nos ayudamos, muchos de ellos nos recomiendan a sus clientes”, subrayó.

Bulka, en ruso, hace referencia a “un pancito chiquito con azúcar” y es el nombre de su mascota, una perra de tres años que ya tenían en Moscú.

“Hicimos una lista con varias posibilidades de nombres para el café y a nuestros amigos les pareció que Bulka sonaba bien. Hoy a la gente le encanta escuchar la historia y saber de nuestra perrita”, concluyó.

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