Las cosas pasan porque tienen que pasar. Así piensa Marlon González (30), que nació y creció en Villa Clara, en la región central de Cuba, y hace cinco años vive en Montevideo. Bastante sucedió para que hoy este cubano abra cada día las puertas de su localpara recibir a vecinos y clientes y compartir una de sus pasiones: el chocolate. Su pareja, la uruguaya Pamela (31) lo acompaña en el proyecto al que bautizaron “Dulces Fermín”.
Marlon salió de su país en 2018: “Vine a Uruguay a trabajar tranquilo para poder vivir bien”, dijo. Desde chico se vinculó a la cocina, ya que se padre es pastelero. “Mi papá es chef y pastelero profesional. Siempre lo vi haciendo postres y veía la reacción que generaba en la gente”, recordó.
Marlon estudió cocina y trabajó durante algunos años en restaurantes y hoteles. Cuando se mudó a Uruguay lo hizo soñando con seguir los pasos de Fermín, su padre, y abrir una pastelería.
Ese proyecto quedaría para más adelante. Al llegar, Marlon trabajó de 7 a 15 en un supermercado y de 16 a 00 horas en un restaurante. “No tenía casi tiempo para descansar, pero en los ratitos libres miraba videos de cocina en internet y un día me encontré con un chef que hacía chocolatería. Busqué dónde estudiar en Montevideo pero había poco y para mí era demasiado caro, no podía. Entonces empecé a estudiar solo, a descargar libros, a hacer algunos cursos cortos”, contó.
Miraba videos una y otra vez, comenzó a comprar ingredientes y materiales. “Era prueba y error, más kilos y kilos de chocolate”, dijo.
A fines de 2020, en plena pandemia, se quedó sin uno de sus dos trabajos. Entonces consiguió otro, en un restaurante de sushi. El proyecto de tener su propio local seguía en su cabeza, y como la pastelería era más complicada, el sueño fue tomando nueva forma: pensó en un emprendimiento de chocolates artesanales.
Una historia dulce.
"Las cosas pasan porque tienen que pasar”, insistió Marlon, mientras contó su historia con Pamela. “Cuando llegué a Uruguay y busqué dónde vivir me salió de garantía un cubano. Más adelante, conocí a otra persona que también la necesitaba y entonces yo le salí de garantía. Al tiempo se fue, desapareció, y tuve que pagar yo, ahí se me fueron todos los ahorros que tenía”, destacó Marlon. Fue allí apareció Pamela, que es abogada y estaba relacionada a los trámites de la casa en cuestión.
“Agradezco que pasara todo eso, porque en ese momento yo no tenía los conocimientos de lo que conlleva tener un local, ni el manejo de la materia prima que hoy tengo. Si no fuera por esa plata que perdí, además, no la hubiera conocido a ella y hoy no estaría pasándola bien”, señaló.
En 2021, Marlon comenzó a hacer sus primeros bombones para vender y ella lo ayudaba a través de redes sociales. La buena fama de sus creaciones pasaron boca a boca. Complementándose entre ellos y con la ayuda de familia y amigos, el proyecto fue creciendo y en setiembre de 2022 lograron abrir Dulces Fermín, en avenida Rivera 3588.
Chocolate de calidad.
Su objetivo es compartir conocimiento sobre el chocolate de calidad. “Hace un tiempo hicimos la ruta del cacao en Brasil y aprendimos mucho. El chocolate es un alimento que, si uno sabe cómo consumirlo, puede estar en tu dieta y tiene muchos beneficios. El problema es que estamos acostumbrados a un símil chocolate que no es de calidad. Nos gusta hablar con los clientes y explicarles que acá usamos chocolate de calidad, frutas naturales, no usamos conservantes, aditivos ni procesados”, sostuvo Pamela.
“La pastelería requiere mucha precisión, pero en la chocolatería inciden muchos factores externos como la temperatura o la humedad, a los que hay que estar muy atentos”, explicó Marlon.
Hacer un bombón es muy trabajoso, puede llevar hasta tres días, hay que limpiar los moldes uno por uno manualmente, cumplir varios procesos que llevan su tiempo y hay que ser paciente. “Cualquier paso que falle puede perjudicar el resultado final. Dos grados que varíe la temperatura ya puede generar un choque térmico”, señaló.’