Melanie Shulman, La Nación/GDA
Irse a la cama agotados después de un día largo y no poder conciliar el sueño es algo que sucede con frecuencia. Dar vueltas y vueltas y procesar un sinfín de pensamientos por minuto mientras pasan las horas, desespera. Y en el afán de intentar dormir, mirar el reloj es un acto automático que solemos realizar para calcular cuánto tiempo de sueño restante queda. Sin embargo, se trata de un hábito que puede jugar una mala pasada.
Así lo demostró un estudio titulado Use of sleep aids in insomnia: The role of time monitoring behavior (Uso de ayudas para dormir en el insomnio: el papel del comportamiento de monitoreo del tiempo), publicado recientemente en el portal The Primary Care Companion for CNS Disorders. Tal como revelan los investigadores, ver que pasan las horas sin lograr “pegar un ojo”, desespera, frustra y en ocasiones puede conducir a un mayor uso de somníferos.
En el estudio liderado por Spencer Dawson, profesor clínico adjunto y director del Departamento de Psicología y Ciencias del Cerebro de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Indiana, Estados Unidos, se tomó como muestra la historia de casi 5000 pacientes mayores de 18 años, quienes completaron un formulario acerca del estado de su insomnio, el tiempo que le destinaban a controlar su comportamiento mientras intentaban quedarse dormidos y si tomaban o no medicación para conciliar el sueño. Luego, los investigadores cruzaron los datos para dilucidar si la angustia asociada al control del tiempo y el uso de fármacos iban de la mano.
Al respecto, su autor manifestó: “Nos dimos cuenta de que el monitoreo del tiempo mientras se intenta dormir repercute de manera directa en el uso de medicación para conciliar el sueño porque esta conducta potencia el insomnio”.
Desde la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), describen al insomnio como un desorden del sueño donde las personas tienen desde problemas tanto para conciliarlo como para mantenerse dormidos, incluso para alcanzar un descanso de buena calidad. En consecuencia, subrayan que este cuadro incidirá en las actividades del día siguiente, en la memoria, la concentración y aumentará el riesgo de desarrollar un cuadro de presión arterial alta, enfermedades coronarias y diabetes.
Sueño, reloj y fármacos: ¿cómo se relacionan?
Pablo Ferrero, experto en medicina del sueño y laboral y director del Instituto Ferrero de Neurología y Sueño, explica que muchas de las personas que tienen insomnio les afecta pensar que no van a dormir lo suficiente y por ende no logran descansar y recuperarse para encarar con éxito las actividades del día siguiente. Por ello, “tienen el reflejo de mirar la hora a cada rato”, precisa el experto.
Sin embargo, este acto no hace más que agravar la situación porque “al estar pendiente del tiempo, la persona no se relaja”, dice Ferrero. Por el contrario, “se estresa, aumenta su ansiedad y en consecuencia, inhibe aun más la conciliación del sueño”, agrega el especialista.
Al respecto, Stella Valiensi, médica neuróloga del Hospital Italiano y presidente de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño, suma que “mirar constantemente la hora y ver que pasa el tiempo y aun no se logró dormir, angustia, fragmenta el sueño y provoca una mayor secreción de cortisol, hormona del estrés”.
Sumado a ello, Valiensi precisa que hay quienes necesitan chequear de forma constante la hora “por temor a pasarse de largo o por creer que no van a escuchar la alarma y entonces llegarán tarde, por ejemplo, al trabajo”.
En este sentido, “a medida que la frustración aumenta, las ayudas para dormir cobran preponderancia para controlar estos momentos y romper el círculo vicioso que se forja”, comenta Dawson en el informe.
Estrategias para conciliar el sueño.
El común denominador de las personas duermen con el celular al lado de la cama mientras lo cargan. Otros, dejan un reloj sobre la mesa de luz. No obstante, tal como reflexiona Dawson en su investigación, una buena estrategia para hacerle frente al chequeo constante de la hora, es dar vuelta el reloj, en caso de que sea un teléfono móvil, un dispositivo electrónico o uno inteligente. A su vez, no descarta la posibilidad de dejar dicho elemento fuera de la habitación para evitar tentarse en mirarlo. Para Ferrero, “es importante alejar los relojes lo máximo que se pueda aunque hay que procurar que estén a una distancia prudente para escuchar la alarma, en caso de que se la utilice para levantarse”.
Por su parte, Valiensi menciona que la luz azul que irradian las pantallas inhibe la secreción de melatonina ya que se trata de una luz que si bien es artificial, simula ser la del sol. En consecuencia, “altera el ciclo circadiano y fomenta el insomnio porque la mente se ´confunde´ y piensa que es de día”, comenta la neuróloga. Entre las técnicas que destaca la especialista se encuentran: mantener la habitación fresca, procurar que esté oscura y sin ruidos y en lo posible “dejar de usar los dispositivos electrónicos alrededor de una a dos horas antes de acostarse”.
Frente a las inminentes ganas de querer mirar la hora, Ferrero sugiere realizar ejercicios de respiración consciente, mindfulness, meditación o yoga, herramientas que define como aliadas para combatir el insomnio. Es que “cuando te relajás y concentrás en la respiración, de a poco aparece el sueño”, concluye el especialista.