El regreso de los juegos de mesa: mejor diseñados, más entretenidos y una alternativa a las pantallas

Las razones que explican el auge de pasatiempos que se creían superados luego de la invención de las consolas de videojuegos.

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Juego de mesa
Juntarse a jugar, lo mejor.
Foto: Joan Rossell.

Quienes peinamos las pocas canas que aún quedan en la testa, solemos asociar las palabras “juegos de mesa” a nombres como Risk,Monopolio, Cluedo o Ludo. Algunos también incluyen en esa lista de títulos Pictionary, Trivial Pursuit o incluso al Mah Jong. Y si bien ninguno ha desaparecido, varios de estos han quedado casi obsoletos.

Sin embargo, en los últimos años ha habido una explosiva revolución en este rubro y el panorama actual tiene una amplitud y sofisticación que hace palidecer a lo que muchos entendíamos por ese concepto hace unos años. Es complicado ubicar el punto de quiebre entre los antiguos juegos de mesa y los más actuales, pero algunos coinciden en que el juego Catán -presentado en 1995- fue un hito.

Creado por el alemán Klaus Teuber (que falleció el 1° de abril), Catán (o Los colonos de Catán) empezó como un fenómeno europeo y paulatinamente conquistó otros mercados hasta convertirse en una marca casi global. Se calcula que se vendieron ya más de 20 millones de ejemplares de ese juego en el mundo, y el título aún figura entre los más exitosos en ventas año tras año.

Manuela Morales y Bettina Asaravicius
Manuela Morales y Bettina Asaravicius.
Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

Esa revolución también llegó a Uruguay. En 2008, Manuela Morales y Bettina Asaravicius se conocieron y descubrieron que tenían “una misma pasión: el amor por los juegos didácticos y el trabajo hecho a mano”. Juntas crearon Habichuelas, empresa que hoy es su ocupación profesional exclusiva. Lo lograron gracias a los éxitos de juegos creados por ellas mismas, tales como Tótem, Escondidos, Pipa Gapacho, Ñandú, Turismo en apuros y el más reciente Click, entre otros.

¿Por qué este tipo de juegos caló hondo entre mucha gente? De acuerdo a la dupla Morales y Asaravicius, la socialización es un aspecto fundamental. Llega un momento -dicen cada una por su lado- que la pantalla del celular, la tablet o la computadora agotan. “Y tampoco es lo mismo jugar en línea con otras personas. El contacto cara a cara es insustituible”, añade Morales.

Belén (32) coincide. Ella se junta regularmente con un grupo de amigos para noches de juegos. “En particular en el invierno”, acota. Organizar una partida de juegos en la casa de alguien es una actividad recurrente. Uno de los preferidos de su grupo es Secret Hitler. “Es un juego que enfrenta a ‘fascistas’ con ‘liberales’, en donde hay que tratar de identificar quién es ‘Hitler’”, cuenta Belén. El grupo también juega a Dixit y títulos más “clásicos”, como Trivial Pursuit. Lo importante, da a entender Belén, es reunirse en torno a una actividad lúdica para pasar un buen rato.

Juego de mesa Secret Hitler
Juego de mesa Secret Hitler

Pablo Zamalvide es, además, de jugador, desarrollador de juegos (expone algo de su metier en la convención de historietas y fenómenos afines Montevideo Comics). Entre otros, Zamalvide ha creado Bestiary, L Mental y Pizzagross. Subió los dos primeros a la plataforma digital Boardgamegeek sin costo, mientras que Pizzagross puede comprarse en, por ejemplo, la clásica feria de Tristán Narvaja.

Para él, hay varias razones por las que los juegos de mesa hoy son más populares que años atrás. En un punto, dice Zamalvide, los nuevos entretenimientos de mesa han conseguido convertirse en una alternativa a los videojuegos, algo que parecía impensable cuando el furor por las consolas hogareñas estaba en su apogeo (la primera edición de Sony Playstation salió a la venta en 1995, el mismo año que Teuber lanzó Catán).

Entre otras cuestiones porque los títulos contemporáneos son más sofisticados y tienen mejores diseños que aquellos a los que uno se había acostumbrado, más allá de que él agrega que eso no implica que todos los juegos recientes son mejores que los tradicionales, ni que todos estos son aburridos. Otro argumento -y esto es algo que también Morales y Asaravicius resaltan- porque muchos de los juegos de la más o menos nueva camada se completan en poco tiempo. No hay que estar horas tratando de completar o ganar. En media hora, 45 minutos, se puede completar la partida de un juego en particular. “La gente no tiene tanto tiempo como para entregarse a un juego de mesa”, dice Morales.

En parte, ese aspecto distingue a los juegos de mesa contemporáneos de los de rol (ver más abajo), que pueden ser jugados durante años. Uno de estrategia como Carcassone -que es lo suficientemente popular como para organizar un torneo internacional en Essen, Alemania, a donde acuden jugadores de muchos países en octubre- tiene una cantidad finita de turnos en total: 84.

Aún otra ventaja de este tipo de pasatiempo en comparación con los de antaño es que, muchas veces, sus diseñadores han tenido en cuenta un factor crucial para que sea entretenido constantemente. Un youtuber lo explica así: “En por ejemplo Cluedo (un título de 1948), puede pasar que un jugador tira el dado y si el resultado no le favorece, no puede hacer nada durante su turno. En Pandemic (2008), siempre hay algo que el jugador o jugadora puede hacer: siempre hay cuatro ‘acciones’ cuando le toca el turno”. Finalmente, la oferta de títulos contemporáneos es abrumadora. Hay un juego de mesa para cualquier gusto o preferencia.

Diferencias

¿Los juegos de rol son juegos de mesa?

Juego de rol
Juego de rol.
Foto: Difusión.

La respuesta espontánea: sí, claro. Un grupo de personas se aglutina en torno a una mesa, hay unos dados (con formas que nada tienen que ver con los cubos, eso sí) que se tiran, puede haber algún tipo de cartón impreso con un mapa y figuritas que se usan para representar a quienes participan del juego. Pero los expertos en juego de rol (RPG, por sus siglas en inglés) disienten. “En un juego de mesa, los participantes están sujetos a un conjuntos de reglas ajustado, y hay una limitada cantidad de acciones y opciones dentro del juego. En un RPG, los límites a las acciones de cada uno de los jugadores están definidos por la imaginación de cada uno, y por la lógica del mundo en el cual se desarrolla el juego. Además, el objetivo está determinado por lo que cada participante quiere: convertirse en un rey, construir un templo, hacerse rico, seducir a alguien... Además, un RPG termina cuando lo quiere el jugador o el director del juego”.

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