Los peligros de trasnochar: por qué no debemos quedarnos despiertos durante la noche

Si bien algunas personas disfrutan de realizar actividades luego de la medianoche, llevar este comportamiento a diario tiene efectos negativos en la salud.

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Celular en la cama
Joven noctámbula; celular en la cama.
Foto: Freepik.

El Tiempo/GDA
Los trasnochadores empedernidos, también conocidos como "noctámbulos", son individuos que prefieren mantenerse despiertos después de la medianoche, sumergiéndose en actividades, entretenimiento y compromisos sociales que se extienden hasta altas horas de la madrugada.

Aunque la cultura moderna y los horarios flexibles pueden parecer atractivos para aquellos que disfrutan de la vida nocturna, los efectos negativos en la salud pueden ser preocupantes.

El principal problema al trasnochar constantemente es el desequilibrio del ritmo circadiano, el reloj biológico interno que regula los patrones de sueño y vigilia. El cuerpo humano está diseñado para descansar durante la noche y estar activo durante el día.

Trasnochar constantemente interrumpe este ritmo natural, lo que puede conducir a problemas crónicos de sueño, como insomnio y dificultades para dormir en horarios regulares. Esto, a su vez, puede provocar fatiga diurna, somnolencia, falta de concentración y disminución del rendimiento cognitivo.

Además, trasnochar frecuente puede tener un impacto negativo en la salud mental. Estudios científicos han demostrado que la falta de sueño está relacionada con un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental, como ansiedad y depresión.

Las noches en vela pueden generar cambios en los niveles de neurotransmisores y afectar el equilibrio emocional, lo que afecta el bienestar general de la persona.

Asimismo, el sistema inmunológico puede verse comprometido por la falta de sueño. El descanso nocturno es esencial para el funcionamiento óptimo del sistema inmunitario, que protege al cuerpo contra enfermedades e infecciones. Trasnochar constantemente puede debilitar la respuesta inmunológica del organismo, lo que lo hace más susceptible a enfermedades.

Trasnochar también puede afectar el metabolismo y aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, obesidad y enfermedades cardiovasculares. Las alteraciones en el apetito y la tendencia a consumir alimentos poco saludables durante las horas nocturnas pueden contribuir al aumento de peso y a problemas metabólicos a largo plazo.

Para mantener una salud óptima, es recomendable establecer un horario de sueño regular y dormir las horas adecuadas.

Aquellos que deseen disfrutar de una vida nocturna activa deben tener en cuenta que, aunque es posible divertirse después de media noche de vez en cuando, hacerlo de manera constante puede tener efectos perjudiciales en el bienestar general a largo plazo.

Consejos para tener una buena higiene del sueño.

Establecé un horario de sueño regular: Intentá acostarte y levantarte a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana. Esto ayuda a regular tu ritmo circadiano y facilita conciliar el sueño más temprano.

Creá una rutina relajante antes de dormir: Dedicá al menos 30 minutos antes de acostarte a actividades tranquilas y relajantes, como leer un libro, meditar o tomar un baño tibio. Evitá actividades estimulantes como el uso de dispositivos electrónicos o ver programas de televisión intensos.

Cuidá tu entorno de sueño: Asegúrate de que tu habitación esté oscura, silenciosa y a una temperatura agradable. Utilizá cortinas opacas, tapones para los oídos o máquinas de ruido blanco si es necesario.

Limitá la cafeína y la nicotina: Evitá el consumo de cafeína y nicotina, especialmente en las horas previas al sueño. Ambos son estimulantes que pueden dificultar el sueño temprano.

Evitá comidas pesadas antes de acostarte: Tratá de cenar al menos 2-3 horas antes de dormir para permitir que la digestión se complete antes de acostarte.

Hacé ejercicio regularmente: El ejercicio puede ayudar a mejorar la calidad del sueño, pero evitá hacer ejercicios intensos justo antes de dormir, ya que puede tener un efecto estimulante.

Limitá las siestas: Si necesitás tomar una siesta, tratá de que no sea muy larga (20-30 minutos) y evitá hacerlo cerca de la hora de dormir.

Evitá el uso excesivo de dispositivos electrónicos antes de acostarte: La luz azul emitida por pantallas de dispositivos puede interferir con la producción de melatonina, la hormona del sueño. Considerá utilizar el modo nocturno o aplicaciones que reduzcan la luz azul en tus dispositivos.

Hacé ejercicios de relajación: Practicar técnicas de relajación como la respiración profunda, el yoga o la meditación puede ayudar a calmar la mente y preparar el cuerpo para dormir.

Evitá la ingesta de líquidos en exceso antes de acostarte: Esto te ayudará a evitar interrupciones frecuentes para ir al baño durante la noche.

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