El Centro Educativo Rugby Inclusivo, en el barrio Nueva España, sigue adelante a pesar de los desafíos. La escuelita sufrió 45 robos, y su fundadora, Cecilia Profumo, recuerda especialmente el último, ocurrido hace unos cinco años. Esa noche, mientras estaba en la cocina, entró un delincuente armado. Su labrador negro, Igor, percibió el peligro y corrió a defenderla, saltándole encima y empujándola justo a tiempo para salvarle la vida. El perro recibió los tres disparos destinados a Cecilia. Después de este incidente, y debido a la creciente inseguridad, ella decidió mudarse, pero la “escuelita” continuó funcionando en el mismo lugar, reafirmando su compromiso con la comunidad.

Más que un lugar para practicar rugby, este espacio promueve valores como la igualdad, el respeto y la colaboración. Fundado hace ocho años, Cecilia trajo consigo la idea de usar el rugby como herramienta de inclusión social, inspirada por su experiencia en España. En el centro, los niños no solo entrenan, sino que también reciben meriendas y cenas.

En los últimos meses, a causa de la inseguridad, suspendieron las prácticas, pero están trabajando para retomarlas lo antes posible. El comedor siguió funcionando, ya que muchas veces es la única comida con la que esos niños cuentan.

La escuelita no cobra cuota ni matrícula, por lo que la participación de las familias es fundamental. Los padres colaboran de diversas maneras: cortando el pasto, limpiando el terreno o cocinando.

Ahora, también tienen la oportunidad de generar ingresos mediante la elaboración de productos que se venden en la cafetería que abrieron recientemente en el centro de Montevideo, contribuyendo a solventar los gastos del proyecto.

Además del enfoque en los niños, expandieron su misión para incluir a los animales y hoy también funciona como refugio y centro de adopción.

A pesar de los constantes desafíos, el Centro Educativo Rugby Inclusivo sigue adelante con determinación. Recientemente, sumaron una tienda de productos para mascotas y una cafetería en Expo Roxlo.

Estos emprendimientos no solo generan ingresos para el centro, sino que también permiten a las familias de los niños involucrarse activamente, aportando su tiempo y habilidades. El local ha tenido una gran acogida por parte de los vecinos y visitantes, quienes al disfrutar de una taza de café, contribuyen directamente a una causa que impacta vidas. La tienda de mascotas también cuenta con “visitas” de perros rescatados, lo que atrae tanto a niños como adultos, y los sábados se organizan jornadas de adopción.

La escuelita ha resistido a lo largo de los años gracias a la dedicación de Cecilia y el apoyo constante de la comunidad. A pesar de los obstáculos, el objetivo principal sigue siendo ofrecer un espacio seguro y positivo donde los niños, sin importar sus circunstancias, puedan aprender y crecer.

Con la vista puesta en el futuro, el plan es mudarse a un lugar más tranquilo que permita continuar esta labor, manteniendo la esperanza y la solidaridad como pilares fundamentales del proyecto.