Victoria Vera Ziccardi, La Nación/GDA
Muchas personas encuentran que, con el paso del tiempo, les resulta más difícil conciliar el sueño: se despiertan varias veces durante la noche y a primera hora de la mañana. Este hábito tempranero no es el resultado de rutinas realizadas durante décadas (factores como el horario de entrada al trabajo o la responsabilidad de llevar a los hijos al colegio), sino que se trata de un mecanismo biológico que se pone en marcha con la llegada de la vejez.
Las quejas relacionadas con el sueño son comunes en los adultos mayores. De hecho, según demuestra la National Library of Medicine, algunos de los descontentos que más se repiten son no alcanzar un descanso profundo, no soñar, despertarse entre tres o cuatro veces cada noche y no poder conciliar el sueño.
“A partir de la mediana edad el tiempo promedio que una persona duerme cada noche disminuye 30 minutos cada 10 años”, dice un escrito de la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos.
¿Por qué los adultos mayores se levantan cada vez más temprano?
“Ocurre paulatinamente a partir de los 40-45 años y se intensifica en las personas de mayor edad que atraviesan los 65-70 años”, revela Daniel Cardinali, médico e investigador emérito del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Según el profesional, el primer factor que incide en este cambio conductual es el ritmo circadiano. “Este reloj interno es de aproximadamente más de 20 horas en adolescentes, pero a medida que pasan los años la cantidad de horas disminuye, es decir, el reloj se acelera y adelanta la hora de comienzo del ritmo”, señala. Asimismo, cuenta que ya ha sido probado científicamente que a medida que alguien envejece tiene menos neuronas en el núcleo suprasmático (SCN), centro principal de regulación de los ritmos circadianos.
Cardinali recomienda asimilar lo descrito con el “ejemplo de las campanadas”. Según relata el especialista, la modificación del ritmo sueño-vigilia es como el funcionamiento de las campanadas; “la campanada es muy intensa en la edad temprana y se atenúa en el adulto mayor, por ende, la persona tiene menos profundidad del sueño y sufre de somnolencia en la vigilia y las siestas se convierten en su nuevo aliado”, dice.
En paralelo, la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos revela que estos cambios que se originan en el SCN están fuertemente relacionados con la visión. “El SCN recibe información de los ojos, justamente, la luz es una de las señales más poderosas para mantener los ritmos circadianos y desafortunadamente, las investigaciones demuestran que muchas personas mayores tienen una exposición insuficiente a este fuente natural de luz”, sostiene.
Para entender cómo funciona esta relación entre el SCN, la visión y el cerebro, es necesario saber que cuando una persona atraviesa la adultez su cuerpo secreta menos melatonina, hormona del cuerpo que juega un papel importante en el sueño. Esta hormona normalmente se produce en respuesta a la oscuridad.
“Aparte de no exponerse demasiado al sol, los cambios en la visión que vienen con la edad pueden tener un impacto en el ritmo circadiano ya que la retina en nuestros ojos tiene células sensibles a la luz que determinan la capacidad del cerebro para recibir las señales de luz y esto modifica los niveles de melatonina”, dice Alejandro Andersson, médico neurólogo y director del Instituto de Neurología de Buenos Aires.
En relación con el tema, varios estudios estiman que entre el 40% y el 70% de los adultos mayores sufren problemas crónicos del sueño e incluso la mitad de los casos no son diagnosticados.
¿Cómo mejorar el descanso en la vejez?
Pablo López (M.N. 36163) coordinador del tratamiento del insomnio de INECO y director de la carrera de Psicología de la Universidad Favaloro explica que una vez que alguien entra en el periodo de la adultez es inevitable prevenir este cambio en la rutina de descanso. “Es una cuestión biológica y orgánica que pone en marcha el organismo a partir de esa edad, por ende, habrá una tendencia que provocará que el sueño se fragmente y que uno se levante temprano, pero obviamente existen algunos hábitos que colaboran con mejorar la calidad de descanso y de vida de la persona”, destaca.
Para López, el cuadro empeora si uno se propone una expectativa inalcanzable como sucede en los casos de quienes creen que después de los 60 años deben descansar ocho horas de corrido. “Se desesperan porque sienten que no cumplen con las reglas del descanso cuando en realidad sucede algo que es normal para su edad; se frustran y eso hace que los síntomas se intensifiquen”, describe.
Para mejorar el descanso, recomienda: siestas cortas a lo largo del día, evitar somníferos y tampoco tomar demasiado líquido antes de acostarse ya que en la adultez la retención de líquido es menor durante la noche.