Cuando uno menciona Punta Cana, lo primero que viene a la mente son sus aguas turquesas que, una vez conocidas, se instalan de manera permanente en la retina.
Sin importar cuántos años pasen, ese turquesa brillante sigue ahí, no abandona ese lugar que ronda entre la memoria y el paraíso. Visité República Dominicana hace seis años; regresar fue reencontrarme con algo similar a esos amores que, a pesar del tiempo, siempre se recuerdan con cariño.
El avión aterrizó, y al igual que en mi primer viaje, el aeropuerto de Punta Cana, con sus techos de quincho y ventiladores gigantes, me dio la bienvenida con esa brisa tropical que lo hace a uno sonreír.
Una camioneta atravesó las rutas algo caóticas y tranquilos caminos de tierra, para llegar a mi destino: el Hard Rock Hotel & Casino Punta Cana, un resort all-inclusive que en clave musical me dio mucho más que solo un lugar donde descansar. Algunas líneas más adelante volveré para ahondar en esta experiencia, pero por ahora, hablemos de algunas de las maravillas que ofrece Punta Cana, que van más allá de sus paradisíacas playas.
Mucho más que sol y mar.
Punta Cana es más que solo playas (aunque, admitámoslo, esas aguas son tan cercanas al paraíso que nos dan ganas de quedarnos allí para siempre). El paisaje impresionante y los colores del mar invitan a un relax total, pero hay mucho más que hacer para quienes buscan algo de adrenalina.

Entre las opciones para los más aventureros, uno de los tours más emocionantes es el Boogie Adventure. Se trata de un recorrido que te lleva a manejar un buggy por paisajes rurales dominicanos, pasando por plantaciones de cacao y café, visitando pequeños pueblos y hasta una cueva privada donde puedes nadar. Un tour de 4 horas que cuesta unos US$190 para dos personas, promete una experiencia única, llena de naturaleza y cultura.
Por mi parte, elegí en safari de medio día, una excursión más relajada pero igualmente fascinante.
En unas cuatro horas y media, recorrimos la zona rural de Anamuya, donde tuvimos la oportunidad de visitar una plantación de cacao. Ver todo el proceso, desde la fruta en la planta hasta la elaboración del chocolate que todos conocemos, fue un viaje a la esencia misma de estas tierras. Una opción que permite acercarse a los locales y conocer sus historias. Nos contaron y vimos, por ejemplo, cómo casi todas las casas de la zona tienen enormes explanadas de cemento, donde secan los granos de cacao y café bajo el sol. También probamos chocolate y café.

Sabor y cultura.
Una de las paradas más destacadas de este safari fue la Hacienda Rancho Real, un lugar dedicado a la producción de puros. Gregory, uno de los anfitriones, fue quien tuvo la tarea de explicarme el proceso de fabricación de los puros, y hasta tuve la oportunidad de hacer el mío propio, un suvenir muy especial que me traje a casa.
Además, probamos los puros y degustamos mamajuana, una bebida tradicional dominicana con hierbas que, según dicen, tiene propiedades afrodisíacas. En la misma finca, había otros productos artesanales: jabones de cacao, miel, café, y dulces, todo hecho a partir de los recursos naturales de la región.

Recorrimos las humildes casas de palma, construidas con la madera y hojas de la palmera Cana, que por estos días aprendí es la que da nombre a Punta Cana, y los residentes nos contaron sobre su vida y el trabajo que realizan. Pudimos ver plantaciones de caña de azúcar y aprender sobre el arduo trabajo que requiere cultivarlas, cuidarlas y cortarlas.
Si esto no fuera una nota escrita, probablemente sonaría aquí una playlist con una melodía distinta para cada rincón de este resort all-inclusive. Pero como estamos en el mundo de las palabras, dejemos que la imaginación complete lo que las letras no pueden contar.
El arte y la música son protagonistas en cada rincón del Hard Rock Hotel & Casino Punta Cana. La memorabilia es impresionante: guitarras de leyendas como Lenny Kravitz, la batería de Guns N' Roses y los vestuarios de Britney Spears y Shakira son solo algunas de las piezas que adornan las instalaciones.

Un tour guiado de dos horas te permite adentrarte en la historia de estos íconos y sus objetos más emblemáticos, regados por todas partes del hotel: desde los pasillos que llevan a los baños, hasta el casino o los halls principales.
Con 1,882 habitaciones, el Hard Rock Hotel & Casino Punta Cana se despliega como un verdadero show: con 23 bares y más de 15 restaurantes, hay experiencias para todos los gustos y para toda la familia. Acá la diversión no tiene pausa: 14 piscinas, una de ellas solo para adultos, casi todas con bares y eventos como fiestas de espuma, clases de baile y música en vivo. Para los pequeños, hay una piscina especial, pero también está el parque acuático con toboganes gigantes y un espacio de diversión para todas las edades. El resort cuenta con una discoteca, hay un bowling center y hasta mini golf.
Las habitaciones son otro espectáculo en sí mismas: con vistas espectaculares, bañeras de hidromasajes en los balcones y un nivel de confort que hace que tu estancia sea tan memorable como el destino.

Y para sumergirse aún más en la cultura local, el hotel ofrece experiencias como por ejemplo una cata de ron, donde el visitante puede conocer más sobre esta bebida y probar las distintas variedades. Podría seguir, pero el espacio es finito.
Mi viaje, que comenzó en Uruguay con Copa Airlines, me llevó hasta Punta Cana pero con previa escala en Panamá, y a propósito de eso, para finalizar la nota dejo una yapa para los futuros viajeros: Copa renovó recientemente su programa Stopover, que ofrece una excelente oportunidad para explorar Panamá sin costo adicional, lo que permite disfrutar de dos destinos por el precio de uno. Sin duda, una forma genial de aprovechar el trayecto hacia el paraíso.
Isla Saona: la joya del Caribe.
Y sí, las anteriores son algunas de las atracciones de Punta Cana sin ser playa, pero seamos sinceros: el mar es el punto fuerte. Así que no puedo dejar de mencionar un lugar que conocí en este viaje por primera vez y que me dejó completamente enamorada: Isla Saona.

Es como una piscina natural, el agua es tan tranquila que no hay ni una ola. Las excursiones se hacen durante el día, y yo tomé una que costó unos 80 dólares por persona. La salida es temprano, sobre las 8 de la mañana, y el regreso a los hoteles es alrededor de las 18 horas. La experiencia comienza con un viaje en ómnibus hasta el puerto, y luego en lancha o catamarán hacia la isla, donde hay un área para almorzar, bebidas entre las que destacan vistosas piñas coladas o aguas de coco, música y, por supuesto, tiempo para hacer playa.
Esta isla forma parte del Parque Nacional Cotubanama y cuenta con dos pequeños poblados: Catuano, en el noroeste, y Mano Juan, en el sur. La isla tiene 12 playas, tres lagunas y tres cuevas para explorar, como Cotubanamá, Hoyo de la Lechuza y Hoyo del Conjuro. Sin lugar a dudas, un paraíso natural que hay que visitar al menos una vez en la vida.
Es difícil no enamorarse de Punta Cana. Este rincón del Caribe ofrece mucho más que paisajes de ensueño: regala experiencias en las que se mezclan la calidez de su gente, el sabor de sus tradiciones y la belleza de la naturaleza. Y como todo buen amor, siempre te queda una sensación de querer volver a vivirlo.
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