Camilo Peña, El Tiempo/GDA
Una de las mejores maneras de descubrir Perú es a través de su gastronomía. Javier Chueca Otero es chef y lidera la iniciativa Urban Kitchen, que ofrece experiencias de cocina participativa. La idea es que los turistas visiten Mercado nº1 de Surquillo, una de las plazas más tradicionales de Lima. Es un lugar muy colorido en donde –en compañía de Chueca– se aprende sobre los alimentos peruanos.
Por ejemplo, se enterará de que en Perú existen hasta 6.000 clases de papas, descubrirá frutas tradicionales como el sanky y probará el ají más picante del mundo: charapita. Por supuesto, como en todo Perú, el pescado es esencial, por lo que verá toda clase de especies.
De la teoría, a la práctica. Ahora la experiencia se traslada a Urban Kitchen, una cocina ubicada en Miraflores, distrito turístico por excelencia. "Para nosotros, los peruanos, la comida es sumamente importante, pero es necesario que no se quede acá, debe llegar a otras partes del mundo para beneficiarnos social, económica y políticamente", dice Otero. Esta experiencia cuesta entre 40 y 150 dólares. Más información en urbankitchen.pe.
Lima al descubierto.
En la capital del Perú nunca llueve, porque está construida sobre un desierto. Se divide en 48 distritos autónomos y está rodeada por el océano Pacífico. En las tardes se observan surfistas sobre el mar y en los cielos se aprecian personas practicando ala delta o parapente. Se trata de un ambiente muy activo y fresco.
Si es su primera vez en Lima, la invitación es a caminar por la avenida José Largo, las más concurrida y representativa del distrito de Miraflores, donde confluye gran actividad comercial como restaurantes, hoteles y museos. Luego recorra la plaza San Martín, construida en 1921 y hoy convertida en punto clave de encuentro para los limeños.
"Perú es un país de gran influencia italiana debido a una fuerte ola de emigrantes que recibimos de ese país. Gran parte de nuestras construcciones, sobre todo en el centro de la ciudad, conservan esa arquitectura europea”, explica Claudia Vásquez, guía profesional. Y agrega: "De hecho, la avenida principal de Miraflores lleva el nombre de un italiano, que fue alcalde de ese distrito y fundador del Banco Italiano, que ahora es el Banco de Crédito del Perú".
El recorrido histórico continúa hacia la Plaza Mayor, la principal del país. A su alrededor están la catedral de Lima, las oficinas de la administración eclesiástica y el Palacio de Gobierno. Es un lugar para apreciar la influencia arquitectónica italiana.
Siguiente parada, el Museo Larco. Se trata de una joya histórica que ningún turista extranjero debería perderse en su vista a la ciudad. Ubicado a 15-20 minutos en auto desde Plaza Mayor, fue fundado en 1926 y reúne más de 45.000 piezas de las siete épocas peruanas (Conquista, Imperial, Fusional, Auge, Formativa, Inicial de la Cerámica y Precerámica). Algunas de ellas datan del 2000 a. C, así como tótems que representan diferentes divinidades. Impresiona el estado de conservación de estas piezas. Más información en www.museolarco.org.
En el aire peruano.
Para sobrevolar las líneas de Nazca en el desierto hay que tomar un avión ligero desde el aeropuerto de Pisco, en el departamento de Ica. Para llegar hasta este punto se hace un viaje por vía terrestre en dirección al sur de Perú y a través de la autopista Panamericana, una de las más importantes de este país. Al llegar al terminal aéreo –que por el momento funciona únicamente para el avistamiento de las líneas– deberá adquirir planes de vuelo con la aerolínea Aerodiana. Ofrecen tres experiencias, que arrancan desde los 280 dólares.
Las líneas de Nazca, explica Vásquez, se crearon entre 200 y 600 a. C., y las teorías sobre su origen abundan. "Se cree que fueron hechas por los ingenieros con conocimiento en matemáticas de la civilización nazca para señalizar canales de agua, pero también se considera que se crearon con objetivo ceremonial para pedirles agua a los dioses”, detalla la guía.
Se estima que hay 300 geoglifos en el desierto de Nazca, aunque puede haber muchos más. "El descubrimiento de estos 300 geoglifos se le atribuye a María Reiche Neumann, arqueóloga y matemática alemana nacionalizada peruana. Era 1933 y la llamaban la loca del desierto, porque sin presupuesto y con una escoba barría el desierto en busca de los geoglifos. La gente no comprendía, pero ella logró que el Gobierno peruano los declarara patrimonio nacional y luego de la humanidad, por la Unesco", agrega Vásquez.
Observar estos geoglifos es una experiencia única. Son tan grandes (desde 400 a 800 kilómetros) y tan perfectos que la mente se invade de preguntas existenciales. Es posible tomar fotos y videos, pero la calidad dependerá de su habilidad con la cámara, porque los pilotos ejecutan maniobras rápidas en ambos sentidos para que tanto los pasajeros de la derecha como de la izquierda de la aeronave alcancen a ver las figuras.
El oasis de Perú.
Muy cerca del aeropuerto de Pisco se ubica la ciudad de Ica, rodeada de dunas de arena y cultivos de uva. Acá se fabrica gran parte del pisco que se produce en Perú y que se exporta a España y Estados Unidos. Además, alberga un lugar natural único, La Huacachina, un oasis natural con una laguna de agua verde, ubicado entre grandes dunas. Allí, los turistas lo navegan en pequeñas embarcaciones o lo admiran desde unas bancas situadas en sus alrededores.
Para los amantes de la adrenalina se ofrecen paquetes turísticos que incluyen recorridos por las dunas en buggies, practicar sandboarding de pie o sentado y contemplar las estrellas en el desierto disfrutando de una parrillada peruana.
En definitiva, Perú se revela como un destino turístico sin igual, cautivando a cada viajero con su encanto y riqueza cultural. Desde las enigmáticas líneas de Nazca hasta sus museos, este país transporta un mundo lleno de asombro y misterio.