El chef Cristophe Krywonis inauguró Cocina con amigos, en La Huella. El ciclo reunirá a cocineros de Uruguay, Argentina, Brasil y otras partes del mundo.
Una sopa de almejas al espumante, una raya servida sobre juliana de puerros con salsa de berro y limón, un gallito al vino tinto con especias con gratín de papas y una dacquoise. Este menú preparó el francés Christophe Krywonis en La Huella de José Ignacio.
“Son clásicos que no fallan”, comentó el profesional conocido por su faceta más mediática, como jurado en los programas de la televisión argentina: Bake Off y Masterchef.
“El gratín de papas es una de esas pocas recetas que no cambiás nunca. Hay algunas que pueden reversionarse, pero esta no”; contó quien en 45 años de profesión no la varió jamás.
“Está todo pensado para que sea simple, aunque a veces se elabore algo complejo como el postre, que deber ser sabroso y traer buenos recuerdos a quienes nunca hayan probado mi comida y que además les genere placer y alegría a los que ya me conocen”, comentó el chef que celebra sus 35 años en el Río de la Plata.
Christophe inició el nuevo ciclo de Cocina con amigos, que organiza La Huella. Con esta iniciativa, el premiado parador buscará reunir a cocineros de Uruguay, Argentina, Brasil y otras partes del mundo para fusionar la gastronomía local con la influencia de diversas cocinas.
El próximo 22 de diciembre será el turno del chef Julio Báez, mientras que Gonzalo Aramburu y Julieta Caruso dirán presente en los meses de enero y febrero.
El conocido chef llegó a la región tras recibir la invitación de Francis Mallman para sumarse a la cocina de Las leñas, en 1988, y entonces surgió la amistad con Martín Pitaluga, responsable de La Huella.
“Nos conocimos cuando yo era cocinero y él mozo en París. Ahí nació la amistad que perdura en el tiempo y hoy somos más hermanos que amigos”, comentó Christophe, un confeso “enamorado de esta región del mundo”.
El cocinero, tiene un costado mediático gracias a la televisión y no tiene problemas en llevar la fama que conlleva la exposición pública. “Primero hay que creérsela o no. Yo no me la creo. Creo que soy popular, porque famoso puede ser cualquiera, un estafador, un ladrón, pero ser popular es ser reconocido por la gente y no tengo problema en eso porque soy accesible”, remarcó.
“La televisión es un mundo diferente al de la realidad”, explicó y agregó: “Yo disfruto mucho de lo que hago, pero después tengo mi vida y cuando venís a comer a mi local en Buenos Aires donde tengo la rotisería, me ves saludando, cocinando, recibiendo y puteando cuando no sale alguna cosa, o felicitando cuando sale algo bien. O sea, mi vida normal, llena de actividades y bastante linda”.
Proveniente de una familia de clase media trabajadora de Francia, Christophe todavía recuerda sus orígenes. “No me come el personaje. Soy lo que soy”.
Propietario del restaurante Mon Poulet en Buenos Aires, su trabajo es la búsqueda de la excelencia, aunque no como se muestra en realities como Masterchef, o en series de televisión como The Bear. “Espero que estos programas hayan ayudado a cocinar mejor, pero un reality de cocina es para divertir. Te puede enseñar un montón de trucos, pero está hecho para que pases un buen rato, no para aprender un oficio”, comentó.
“En en cuanto a ese trabajo de regimiento que se muestra en The bear, es obsoleto. No refleja la realidad. Es verdad que el autoritarismo está presente en la cocina, pero siempre con respeto. Yo no me siento identificado con ese tipo de situación extrema, porque si no fuera realmente la cocina, no sería una buena cocina, porque la cocina estresada no sale bien”, aclaró. “Nos debemos a nuestro público, y la comida tiene que salir rica. Puedo estar de buen humor, de mal humor, triste o alegre, pero la comida tiene que salir siempre rica”, indicó.
—¿Cuál es su estilo?
—Mi cocina es tradicional. Dentro de lo simple está la perfección. Que lo complejo sea complejo, y que lo simple sea perfecto. Eso significa que una sopa de almejas tenga gusto a almeja, pero es un trabajo de placer dado de la comida tradicional. La tarta de manzana que hago es una receta que tiene 200 años en Francia y tiene que ser buena y rica. Lo mismo que una baguette. Esta es una profesión maravillosa donde nunca te cansas de aprender o descubrir cosas. Es una fuente de juventud. No sé si las juventudes están mal, pero te ayuda muchísimo en mantenerte alerta e interesado en lo que haces, es una pasión y eso es lo que vinimos a festejar.
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